Passione

8

Lo que era primordial para Nicolás era recuperarla después de haberla perdido, el imbécil parecía desesperado por recuperar su juguete favorito. Rachel estaba a mi lado mientras Nicolás acababa con el lugar, Rouses no deba señales de vida, sabía ocultarse bien, Paulina solo se sentó y miro su computadora, como si esperara algo, de repente sonrió.

—De todas sus novias Rouses es mi favorita —Yo la miré —No trates de convencerme, quieres, solo perderás tu tiempo

—¿Por qué yo quería convencerte? —Le pregunto Rachel

—Cariño, si te casas con mi hermano, necesitarás de mi aprobación para que no amanezcas con una daga en el pecho

—¡Gia! —dije

—Rouses no está por ningún lado, sabe que la buscamos y no piensa aparecer hasta que nosotros dejemos de hacerlo

—¿Hablas con ella y no lo has dicho?

—Respondió un mensaje de hace tres años, casi tres años —Sonrió —Cuando les destrozó el corazón y les hizo cenizas

—Esperemos que vuelva a pasar —La madre de Nicolás apareció —Así dejaran de ser los grandes Caruso, controlados por una mujer, una muy guapa, debo decir y muy educada, ahora entiendo por qué es la reina y señora de aquí —Hizo una mueca —Pero me agrada

—Madre —Ella palmeó su rostro

—No cometas el mismo error de tu padre —él la miro sorprendido —O si, ya lo hiciste, te casaste con la otra, si es verdad

—Tú y mi padre me obligaron…

—No, hijo, te decidiste hacerlo, quieres que te recuerde que podías negarte y luchar, pero los Caruso prefieren lo fácil, a veces y a veces no, y se quedan con rameras —Miro de reojo a Rachel. —No es que lo sean, pero si ya los cuatro le dieron ese puesto hagan que lo respete, su linda princesa debe ser proclamada por un antiguo miembro de esta familia para que sea la ama y señora de la mafia; mientras tanto, solo será, la princesa de la mafia italiana, y no le queda mal, hazlo bien hijo y ya me oíste no comentas más errores y si quieren hablar no lleven a sus ahora novias —Me miro —A menos que ella no los haya amado de verdad lo que lo haría mucho mejor

Su madre se fue y Nicolás lanzo la botella de Borbón a la pared, miro a Gia.

—¿Dónde está?

—Es una princesa genio, tú dedúcelo

—Ella no aparecido en el ojo público en tres meses

—Bueno, entonces nuca sabremos donde está, al menos que haya eventos importantes donde la prensa no haya sido invitada

—El fin de sema en centro de recreación, para recaudar fondos es mañana

—¿Dónde?

—Toscana

—Iremos —Lo miré

—Bueno, entonces iremos todos —Miré a Rachel —No podrán entrar sin mí —él la miro

—No soy bueno de niñera

—Eso ya lo sé —Le dijo a Nicolás —Nicolás…

—Santino

—Santino, no pienso entrometerme

—Esto será divertido, ya quiero verlo —dijo Gia

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Rouses

Un finde semana en un centro recreaciones, para recaudar fondos, no estaba ade ánimos, pero Zayden me pidió que lo acompañara. Al llegar bajamos del auto, el lugar quedo en silencio, en la alfombra roja estaban los Caruso, pasamos a la velocidad de la luz sin hacernos una foto. 

Un caro de golf se acercó y tomaron nuestras maletas, Zayden subió, lucia muy cansado, sudaba mucho.

—¿Seguro que estás bien? —Le pregunte 

—Si no te preocupes, ¿Vamos?

Subí al auto y este arranco, nos llevó a una pequeña cabaña con cuatro habitaciones, con aire acondicionado, que sentaba de maravilla, me cambie de ropa, y me senté en la sala. No me agradaba la idea de que estuviera aquí y con ella. 

—¿Por qué está aquí? —Me sorprendí antes la pregunta de Zayden 

—No lo sé —Lo miré y sonreí —Pero no importa

—Segura

—Estoy bien Zayden él ya es pasado

Se sentó a mi lado y me acurruqué junto a él, la paz que sentía era reconfortante, no había dolores de cabeza, ya que solo me centraba en una sola cosa, mi mundo, la monarquía.

—No tienes que mentirme 

—Te quiero Zayden —Lo miré

—Yo te amo más —Sonrió, aparto el cabello de mi cara y beso mi frente —Vamos a jugar 

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El golf, un deporte que muchos no entendía y que muchos no participaban, estábamos por el último hoyo, cerca del lago del lugar, cuando los vi a lo lejos estaban lanzando, él estaba parado ahí, lo hizo bien, le cedió el lugar a su amiga, novia, yo qué sé. 

—Podemos irnos ya a descansar si quieres

—Estoy bien Zayden por favor, sabíamos qué pasaría algún día

—Lo sé, pero también sé que aún te afecta —Me beso —Vamos te toca 

Lance anotando un holló y aplaudieron, Zayden se arrimó a mí, respiraba desacompasadamente, lo mire y me sonrió. Avanzamos hasta ellos, agarrados de las manos, pase mi brazo por su torso.

—¿No quieres descansar?




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