Passione

11

Me incorporé de golpe recordando lo último, Máximo, me puse de pie buscando la salida, no sabía donde estaba, pero debía ir por él. No recordaba mucho de lo que paso después de la explosión, me arrime en las paredes para avanzar, mi cabeza parecía explotar. 

Vi las escaleras como un reto y tuve ganas de bajarlas rodando o arrastrándome, mi cabeza dolía y mucho, era insoportable, escuche voces que hicieron que mi dolor incrementara. Me quedé parada mirando sus espaldas, cuando se dieron vuelta, me sujete de la pared, le clave las uñas para no caerme, cerré los ojos al dolor que se produce en mi cabeza.

Las imágenes llegaron a velocidad, y no se iban, el dolor se extendió al pecho, di un paso atrás y me agarré del mueble y una porta retrato cayó, mire los vidrios y la foto que traía.

—No es cierto —dije, miré a los otros dos —Ustedes lo sabían, ustedes lo sabían y no me dijeron

—Nos enteramos hace diez horas —Volví la vista a los tres sujetos que estaban ahí, tome fuerza y avance

—Niña —Los miré, cuando quede frente al último, me miraron

—¿Por qué? —No se atrevió a verme a los ojos

—Te necesitaba a salvo

—¿Dejándome? —Pregunte, parecía que no sabía qué responder 

—A veces es la única forma de proteger a los que quieres —Lo mire y apreté los labios, di unos pasos para atrás, el intento acercarse

—¡No! —Levante las manos —Esto… —Mire a los demás —No puedo —Salí corriendo, dejándolos ahí

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Esteban

—Perfecto, Caruso, que todos los Caruso están encaprichados en romperle el corazón —Alessio miro a Maritza —No me mires así, porque es verdad

—No te metas en lo que no sabes

—¿Qué no sé? Yo fui quien estuvo ahí cuando te largaste, cuando no fuiste capas de regresar y decirle adiós, creen que la a pasado bien

—Maritza —Advertí 

—No, Estaban, creen que es indestructible, pero no es así, ustedes tres, no los cinco la rompieron, ahora vuelven como si nada hubiera pasado nada; quieren saber el detonante de su estado de ánimo. Recibió una caja con una amenaza o lo dejas o se muere, lo que estaba a dentro la mato, hizo que dejara al único ser humano que le hace feliz en estos momentos y salir a pelear en una puta guerra que no es ella, además que el maldito gobierno de Estados Unidos trata de cazarla

—¿Qué?

—Sabemos algo de eso —dijo el rey de la mafia italiana

—Lo saben, bien y ahora están ustedes, grupo brutos, la vendiste

—¿Qué hiciste qué?

—Fue un error hermanito, es que has estado muy ausente, debemos ponernos al día, lo resolveré

—Ella no volverá contigo —dije 

—Lo hará

—No, ella está feliz con Eiríkr, la trata como una reina, cosa que ustedes nunca hicieron

—¿Qué había en la caja? Debió haber sido algo muy grande para hacerla volver por completo a la mafia —Alessio estaba intrigado por saber qué rayos la estaba provocando a seguir

—Una cabeza —Hable

—¿De quién? —Insistió él

—Damon, era la cabeza de Damon, Emilia, a un lo sabe; Rouses aún busca el cuerpo, pero lo más probable es que no lo encuentre. Entero la cabeza en el cementerio familiar hasta hallar el cuerpo —Maritza se sentó —Ella está mal, saben, tiene problemas médicos, otra droga como la de esa vez en Roma o New York y su corazón morirá

—Iré por ella —Alessio salió sin escuchar lo que decían los demás, no debía andar lejos, estaba herida

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Rouses

Camine y Camine, cuando llegue a la cima de la montaña, vi algo que no me gusto, estaba en una isla, no había nada más que vegetación y océano. Escuche que algo se movía y me voltee para enfrentarlo, salió de entre la maleza, retrocedí. Ambos nos quedamos mirando, no dijimos nada, no habíamos estado tan cerca ni tan solos, desde aquella tarde en que nos despedimos. No sabía si Nicolás le dio la carta

—¿Dónde estamos? —Pregunte al fin, necesitaba irme

—En Elva —Alce las cejas

—Tengo que salir de aquí

—¿Piensas nadar hasta tierra? —Mire el lugar

—Encontraré a alguien que me lleve, debo ir por Máximo

—Saben donde está, tienen un plan para rescatarlo, además no creo que puedas encontrar un atuendo de sirena para pedir un aventón

—¿Qué? —Pregunte —Necesito que el este bien —Me pase las manos por el cabello —Dedo llamar a Zayden, Carter debe estar en Roma. —Dije entre dientes, exasperada —Eiríkr debe estarse preguntado donde estoy, debo volver al continente —Las manos me temblaban, pero no sabía que hacer, el intento acercarse, pero me separe, lo mire —Solo aléjate

—Rouses

—Caruso, ¡no! —Él retrocedió, Esteban apareció entre la maleza

—Rouses

—Debo ir por Máximo, Carter, Eiríkr deben estar…

—Carter no está Roma, está en Berlín, Zayden está en Canadá, no sabe nada y Eiríkr él sabe que estás aquí —Lo mire preocupada —Tranquila, Nicolás hablo con él, vine por ti




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