Passione

17

¿Por qué otra razón haría tantos destrozos? 

Ella estaba enojada por no ganar, sabía cuanto detestaba perder, respecto a lo que dijo Gia, era una locura, una que en sí podía ser verdadera, pero no importaba; pero porque una parte de mí estaba que explotaba recordando cada palabra, o recordando el beso que Nicolás le dio, sentí lo mismo cuando la vi al besarse con Tomás hace tanto tiempo, pero lo ignoré, debía sacar de mi vida por completo a Rouses Alessandretti y ya lo había comenzado a hacer.

—Aquí la vida es muy sencilla, con un ambiente de paz duradera, a diferencia de Italia, donde la guerra es constante, por eso pareces más mayor de lo que eres Nicolás —Él sonrió

—Bueno, eso no es lo que dice mi esposa

—¿Por cierto, cómo está? Sé que tendrás un hijo, sabes que es

—Una niña

—Vaya, felicidades, aquí las niñas son cosa de celebración, no son muy abundantes, más los hombres, ya sabes la historia

—Si lo sé

—La otra vez le estuve contando a Astrid la historia, quedo encantada —Me miro y yo sonreí —Hablando con sinceridad, te envidiaba Nicolás por tenerla, pero ahora, no tengo nada que tú no tengas —Mire a la puerta y Sereia entro sonriendo

—Disculpa la demora mi señor —Miro a todos —No sabía que tendríamos visitas

—No hay porque disculparse prima, pasa —Se sentó a un lado de Nicolás

—Es bueno verte Nicolás

—Sereia —dijo el cortante

—Pensé qué nuca vendrías a saludarme

—Y no ha venido por ti —dijo Lía —Sino por Astrid, la quiere de vuelta, como si lo Eiríkr lo fuera a permitir, todos saben que ahora es su favorita 

—Una sirvienta siendo la favorita de un príncipe, que escándalo —Me miro —Pero podría quitarle lo bonito a esa cara —Sonreí

—Y yo podría arrancarte la lengua —Ella se sorprendió

—Vaya, vaya, Eiríkr no dirás nada

—Nada que no te lo buscaras, y está más decir que si la tocas aún sé un roce, perderás ese dedo, pero contigo tal vez necesite una demostración —Ella me miro con malos ojos

—Se hartará de ti al igual que de todas, y no olvides que solo serás la segunda porque la reina…

—Aquí soy yo —dijo Lía —Y ella lo sabe y muy bien

—Hay como si alguien te tuviera un mínimo de respeto —Mire a Eiríkr

—Cállate y come Sereia, si quieres parlotear ve a la ópera —Sonreí y él me devolvió la sonrisa, se acercó a mí y susurro —Todo por ti mi bella diosa

La cena culminó entre miradas de odio y te quiero matar de Sereia hacia mí y de Nicolás hacia Eiríkr, que no podía mostrar algo de empatía, no; al final Lía llevo a su hijo a dormir como era costumbre desde que llegue. El niño había sido víctima de varios atentados a su corta edad, ella estaba a salvo porque dormía con Eiríkr, pero su hijo no, a pesar de los intentos de Eiríkr por protegerlo, siempre encontraban una forma de lastimarlo.

—Estás calentito —Asintió, cerré las cortinas, me recordaba mucho a Máximo, lo extrañaba tanto, saqué mi celular para ver su pequeño rostro, una foto de él sonriendo, con las mejillas rojas por el calor, a mostrando esos pequeños dientes, los ojos de color violeta oscuro

—¿Quién es él?

—Es mi primo

—¿Lo extrañas? —Asentí —¿Mucho?

—Si 

—¿Vas a verlo pronto? —Negué —¿Por qué?

—Porque está en peligro, al igual que tú, y lo estará, al menos que me mantenga lejos —Él me miro

—Eso es triste

—Lo sé —Me abrazo

—Gracias Rouses —Era el único que sabía mi verdadero nombre —La otra vez soñé con Sereia —dijo —Entraba a mi cuarto y sonreía feo

—¿Cuándo fue eso?

—Cuando no estabas —Lo mire, tal vez no fue una pesadilla

—¿Qué más paso?

—Dijo que necesitaba que muriera —Se abrazó a mi

—Tranquilo, ella no te hará nada

—Lo prometes

—Lo prometo

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Esteban y Maritza, investigaban sobre Sereia y sus pasos, debía descubrir algo, encontrar algo que la involucrara, la vi salir en su carro como todos los viernes, lo que significaba que regresaría el lunes en la mañana, Lía se relajó, era los únicos momentos en que podía estar en paz, no entendía por qué no se lo decía a Eiríkr.

—Es fácil —dijo —Aquí yo solo soy la madre del siguiente príncipe, mi padre no me quiere y mi esposo, le gusta cada cosa que tiene vagina —La mire —No te ofendas, eres muy hermosa

—No lo hago, realmente solo me ha traído problemas, pero déjame decirte que por más hermosa que pueda ser en el exterior, por dentro todo es horrible

—Lo dudo —La miré —Una mujer que es capaz de ayudar a una mujer que solo es un obstáculo, dice mucho

—Te dije que no quería nada de eso, solo quiero mi libertad —Ella me miro

—Cuando mi padre me dejo aquí, pensé que podría ser libre, muy pronto solo me di cuenta de que cambie de carcelero

—Eiríkr te ama

—No, él no siente nada por mí —La mire, cuanto se equivocaba, pero al parecer el esconder lo que sientes era de familia

—Hagamos una cosa, yo te demuestro que eso no es cierto y tú vas a transformarte en la leona que sé que eres —Agacho la cabeza —Oh, vamos sé por dentro, puedes ser temible

—No creo poder

—Yo creo que si —Sonrió

—Está bien

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