Si en Japón hacía frío, en Rusia no congelamos, saque un par de medias extra para ponérmelas sobre las que ya tenia.
—Llegaremos al consulado de Italia, de ahí harás todas tus diligencias
—¿No tienes frío? Yo tengo mis piecitos congelados ¿Por qué debemos quedarnos en el consulado?
—Es ahí donde nos designaron, abra dos hombres fuera de tu puerta
—¿Por qué estás enojado?
—No estoy enojado, estoy cansado
—Pues duerme —Me miro —¿Mucho trabajo?
—Demasiado
—¿Por qué estás aquí?
—Te cuidaré hasta que ya no sea mi responsabilidad
—¿Soy una responsabilidad para ti?
—Primero respóndeme ¿Que soy para ti? —Lo mire —No puedes, porque lo único que estás haciendo, es pasándome el rato conmigo, porque tu novio no está aquí, y eso me enoja, que me utilices como se te da la gana y que yo te deje
—Entonces vete, eres bueno haciéndolo, no te voy a detener
Subí al auto sentándome alado de Maritza, Esteban subió después.
—Ellos se quedarán en un hotel, y con ellos digo a Alessio también
—Está bien —Dije sin mirarlo
Llegamos al consulado, estaba cálido, me asignaron una habitación, y que subirían la cena. Desempaque algunas cosas y me senté en la cama, mi teléfono se iluminó y mire quien era. Zayden.
—Hablaremos en Mallorca
Zayden—
Me voté en la cama y traté de esconder mi miseria, pero era imposible, no sabía que estaba haciendo, no sabía si esto terminaría bien. Todo lo hacía por el bien de Máximo. Y por mantener el legado de mi familia.
Mi teléfono sonó y no respondí, no quería hablar con nadie, volvió a sonar y lo llevé a mi oído.
—Diga
—Me dijiste una vez que, nuestro destino lo trazamos nosotros mismo, ¿Por qué no me dices la verdad?
—Alessio…
—No puedes salvar al mundo Rouses, no si no te dejas ayudar, lo que dijiste cuando estabas ebria y como te comportas, no deberías, no si te casaras con otro, no cuando sabes que los dos, realizaremos nuestros planes con alguien más
—Es complicado Alessio
—¿Qué tan complicado?
—Soy una princesa, que debe seguir unas normas, que no permitirán que estemos juntos, para ellos somos diferentes y siempre los seremos
—¿Tú crees eso?
—Yo no te veo diferente y lo sabes, pero debemos aceptar la realidad, y es que no importa cuanto nos amemos, eso nunca será suficiente
—¿Quieres salir mañana? —Mire el celular ¿Acaso no escucho lo que dije? —Después de hacer lo que tengas que hacer
—¿Estás seguro de querer salir conmigo?
—Te lo estoy pidiendo ¿No?
—Sí, vale, te veré a las dos, ¿te parece?
—Nos vemos
Hablar con el cónsul y el presidente me llevo casi toda la mañana. A la tarde recibimos una invitación de la casa real Rusa. Esteban dijo que no iría, pero insistí, nos esperaban mañana.
—Creen que debamos llevar algo
—No lo creo
—Aún no son muy aceptados
—Creen que fue nuestra culpa lo que paso
—Algún día saldrá la verdad a la luz, toda y…
—Y la prensa se volverá loca por la familia Románov
—Supongo
—Rouses darán unos minutos para las dos
—¿A qué hora regresarás?
—No muy tarde, lo prometo
—Ten cuidado quieres
—Claro
No espere mucho cuando llego, estaba serio, llevaba guantes, debía estar haciendo mucho frío si era así.
—Okay, no muy tarde Caruso
—Trataré —Sonreí —¿Nos vamos?
—Los veo en la noche
Al salir noté que caía algo de nieve, salimos de ahí a pie, hasta un coche, llegamos hasta el centro de Moscú.
—¿Qué vamos a hacer aquí?
—¿Qué quieres hacer?
—Podemos ir al museo, de la familia o al teatro, no espera, podemos ir al ballet, cierto tú te duermes a los dos segundos
—No entendió eso, tal vez le dé una oportunidad en otra ocasión, podemos comer primero
—Está bien
Entramos a un restaurante, y pedimos una mesa, nos levaron a la mesa del centro.
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Editado: 23.05.2023