Passione

83

—Es mi culpa —Susurré —Yo no debí quedarme ayer, soy una persona muy estúpida — regresé al cuarto por mi ropa

—¿A dónde vas? — dijo —¡Rouses! —Apresuré mi paso y comencé a recoger mi ropa —¿A dónde vas?

—A mi casa —Me encerré en el baño para vestirme, la puerta se abrió —¿Qué te pasa? —Le lancé la toalla cuando entro

—¿Por qué te vas? —Lo miré como si tuviera dos cabezas

—Me estás mandando, estás gritando y no recuerdas nada de lo que paso ayer, porque estabas ebrio, al menos recuerdas lo que me pediste ayer

—Sí, lo recuerdo, recuerdo todo porque no he dormido en toda la noche —Termine de acomodar el vestido y lo mire —Pensando que al despertar tal vez no te encontraría, estoy molesto, ¿sí? Y digo cosas que no quiero decir

—Pero lo piensas —No dijo nada —Debo irme

—Espera, mírame, espera —Me tomo de la mano —No te vayas, no te digo que dejaré de estar molesto, o que solucionaremos esto rápido, pero podemos intentar lo único que no hemos intentado

—No pienso casarme contigo, no así de apresuradamente, no así de la nada, no por las razones equivocadas, no cuando estés ebrio y me hayas bombardeado con la visita de gente importante para mí. —Lo tome de la mano —Si me vas a pedirme que me case contigo, que sea sin gente porque así podre insultarte más fácilmente, estoy diciéndote un chiste ríete —Me acerco él y beso mi frente

—Voy a quitarte ese vestido —Negué —Te haré mía otra vez en esa cama, porque tú eres mía, completa y absolutamente mía, tienes mi nombre por todo tu cuerpo, uno muy sonrojado —Me reí

—Yo…

Mi vestido desapareció, me mire los pies, aún no me había puesto zapatos, él comenzó a besar mi cuello, me levanto del suelo haciendo que enrolle mis piernas en su cadera, la forma en que me miraba era de adoración, mi espalda toco el suave colchón, sus besos descendieron por mi cuerpo llevándose consigo mi brasier y bragas. Sus besos regresaron a mi cuello, mis manos arrugaban el cuello de su camisa, mientras él descendía a mis pechos, capturando uno de ellos con su boca, mordiendo la punta con sus dientes. De mi boca salían pequeños gemidos, mientras que con su otra mano apretaba mi seno libre, repitió lo mismo con el otro para después seguir con un camino lento por mi abdomen hasta mi vulva, sentí como uno de sus dedos buscaba hundirse en mí, comenzó a estimular mi clítoris.

—Ah 

Un gemido estruendoso salió de mi boca cuando su dedo se introdujo por completo en mí, aún no me acostumbraba a esa intromisión, pero mi cuerpo respondió moviendo mis caderas para tener más penetración. Cuando mire lo que estaba pasando como Alessio se comía mi vulva, lo que hizo que todo mi cuerpo se sonrojara, su dedo comenzó a moverse, apreté las sabanas, hasta que los calambres en mi vientre se hicieron más intensos, entonces sentí un fuerte calambre, beso el interior de mi muslo; se volvió a posicionar sobre mí.

—Te he dicho que eres un manjar muy dulce 

Beso mis hombros, se deshizo de su camisa 

—Conozco cada lunar de tu cuerpo 

Sus pantalones desaparecieron junto a su bóxer 

—Cada mancha de tu piel, te conozco bien 

Pase mis brazos por su cuello y lo bese, me correspondió el beso, su mano fue a mi muslo, subiendo mi pierna a su cadera, comenzó a frotar nuestros sexos, se separó de mí y me miro sujeto mis caderas y de un solo movimiento se introdujo en mí. Me aferré de su cuello, de mi garganta salió un fuerte gemido, sus arremetidas eran rápidas y profundas, nada como la primera vez, e iban en aumento una y otra vez. 

—Mueve tus caderas para mí, mueve tus caderas como cuando bailas —Se detuvo —Hazlo —Comencé a mover mis caderas lentamente y él empezó a moverse más mucho más rápido, nuestras caderas chocaban —Eso es cariño

—Alessio 

Gemí en su oído, la punta de mi pie toco la sabana, me aferré a su cuello, llegando en una oleada de placer, me golpeo, llegando al clímax, él siguió moviéndose, provocándome pequeñas descargas eléctricas en mi centro.

—Rouses —Sentí como se vino dentro de mí, quedándose a dentro, bueno, si antes no estaba embarazada, ahora si lo estaba, salió de mí, y se recostó a mi lado, estaba exhausta, los ojos comenzaban a cerrarse —No escapes esta vez —Sentí la cobija cubriéndome, el paso su brazo y pierna sobre mi cuerpo

—Mmm… 

—Duerme —Caí en los brazos de Morfeo 

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El ruido de un celular comenzó a sonar, no quería moverme, tenía mucho sueño y estaba calentita y cómoda.

—Si —Escuche a Alessio contestar —¿Maritza? Es para ti —Abrí los ojos y tome el teléfono

—Debes venir, tu abuela está aquí

—¿Qué?

—Cuando llegue estaba aquí, tuve que inventar un sinfín de cosas para no decirle donde estabas, pero creo que lo sabe

—¿Sabe qué?

—Donde estás, dice que si no vienes, te mandará a buscar y te traerá aquí como estés, te mande ropa

—¿Qué se supone eso? —Sacudí la cabeza —Estaré ahí en media hora

Colgué la llamada, Alessio me miro.

—Te vas a ir — Asentí

—Podemos vernos más después, más tarde o tal vez mañana 

—Suenas como cuando si acabáramos de tener un encuentro casual 

—¿Qué somos? —Pregunte, él se puso enzima de mí, aplastándome

—Lo que tú quieras que seamos —Me sonrió

—Respuesta inválida —Me miro




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