Passione

93

Rouses

—Debe ser breve, no está bien 

Su madre me dejo verlo, estaba devastada, aferrada a su esposo, al entrar tapé mi boca para reprimir el gemido de mis labios, su piel, no había piel, solo músculo

—Debes ser breve Rouses —Alessio entro conmigo

Él movió su mano y me acerque a él, y la tome con cuidado, la manguera del oxígeno lo estaba lastimando, él abrió los ojos con pesadez y me miro.

—Hola —Intento sonreír, pero no pudo —No te esfuerces, debes guardar fuerza, te recuperarás y saldrás de aquí —Apretó mi mano —Ya verás, saldrás e iremos a Alaska, después veremos la aurora boreal —Una lágrima se deslizó por su rostro —No llores —Volvió apretar mi mano

—No sobes como lo siento —Cerré los ojos evitando el tema —Debes… —Hablo —Debes ser feliz —Hablo con voz rasposa, negué

—Este mundo no me deja ser feliz —Hizo una mueca

—Las princesas no lloran 

—Ya no soy una princesa

—Siempre serás una princesa, la más hermosa de todas, no te cierres, esto debía pasar por algo, un día lo descubrirás

—No quiero que mueras

—Fui más feliz que en toda mi vida —Esta vez sonrió, apretó mi mano —No… olvides —Tocio —Tu promesa… —Le faltaba aire —No olvides…

—No me dejes… —Los focos comenzaron a titilar —¡Zayden! —Mire a Alessio —¡Zayden! —Volví a mirarlo —Por favor no, no me deje, por favor

—Deben salir de aquí —Escuché

—¡No! —Grité, me tomaron de los hombros, pero me sacudí —¡NO! Por favor no, ¡no!

Ya estaba fuera de la habitación viendo cómo los doctores hacían de todo para que no se fuera, cuando pararon negué y me agarre la cabeza con las manos, no era cierto, él no se había ido, no por favor, él no podía morir, no así, él debía salir de ahí y…

—Lo sentimos mucho —Salió el doctor —No pudimos revivirlo

El llanto de su madre inundo mis oídos, el sonido de la máquina, todo el lugar daba vueltas, el blanco comenzaba a marearme.

—Yo lo siento —Susurre sus padres me miraron —Lo siento mucho

—Él fue feliz contigo en el poco tiempo que estuvieron juntos, gracias —Su madre toco mi mano —Gracias, por hacer feliz y tratarlo como alguien que no moriría en meses —Miro a su esposo —Sé feliz Rouses

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Alessio 

Regresamos a Roma, no emite sonido alguno, pasaba en la cama, yo debía buscarlos, y salía todas las mañanas despidiéndome de ella, no recibía respuesta, al regresar estaba en el mismo sitio que cuando me fui, y no había comido, empezaron los problemas.

—Vamos Rouses, debes comer algo —Nada —Rouses, no eres una niña

—Déjame en paz —Susurro —Solo déjame en paz, quiero estar sola, quiero disfrutar de este dolor

—No puedo, no voy a dejar que te hundas

—Quiero que te vayas 

—¿Qué?

—Que quiero que te vayas, no te quiero ver, ya no hay nada que nos una, quiero el divorcio

—¿Disculpa? Creo que el bebe no es lo único que nos unía

—Solo vete 

—No

—Que te vayas, quiero que te vayas —Me empujo —Vete

—Rouses

—Por favor, vete

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—Hoy tampoco comió Alessio y no ha salido de la habitación, ni siquiera pude entrar a limpiar, me preocupa, cuando entre se a mandado un puñado de medicamentos

No espere más, subí corriendo, al entrar las cortinas estaban corridas, muy oscuro, prendí la luz, viéndola en un rincón de la habitación, como un animal herido. 

—Rouses

—Te dije que te fueras

—Porque no has comido

—Hable con mi abogado —Señaló la mesa —Fírmalos

—No voy a firmar nada, no hasta que hable con alguien sobrio

Me acerqué a ella y la tomé en mis brazos, hasta la cama, la metí en las cobijas.

—Te traeré sopa

—No tengo hambre

—Debes comer a menos que quieras que te pongan una sonda ¿Eso quieres? —Negó y se puso a llorar —Solo un poco por favor 

—No quiero, es que no lo entiendes, tú no lo entiendes 

—¿El qué? 

—Perdí a mi bebe, a Maritza y a Zayden, tal vez nunca pueda tener un hijo, que no lo ves

—No era solo tu bebe, era mío también —Me miro y negó —A mí también me duele, pero estoy aquí para ti, ¿Y tú? Si Maritza te viera, se enojaría, al igual que Zayden, ellos solo querían que fueras feliz

—Pues no puedo ser feliz, porque me duele todo el cuerpo, me duele, tú no lo entiendes

—Eres una egoista

—Pues lárgate, no te estoy pidiendo que te quedes, quiero estar sola

—No eres la única que pedio algo 

—Pues no me importa

—Rouses, si no comes te tendremos que poner un zonda

—No tengo hambre

Los enfermeros entraron y ella me miro, aparte la mirada, la vi intentar huir, pero no pudo, estaba huesuda, una semana, un infierno. 




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