Passione

101

Nicolás

 

No era el único que se percató de como miraba Alessio a Rouses, y es que no disimulaba y es que no lo culpo.

Rouses conversaba por teléfono, cuando se dio cuenta de que la estaba mirando, se volteó y lo miro enojada.

—¿Qué miras?

—¿Qué no puedo mirarte?

—No

—¿Por qué?

—Porque no quiero

Paso por su lado, volviéndose a encerar en la oficina que le dio Alessandro, Alessio rodó los ojos y se estiró en el sillón.

—¿Qué le hiciste?

—Nada

—¿Por eso dormiste ayer en el departamento?

—¿Qué les importa eso a ustedes?

—No la riegues

—¿Por qué yo sería el que la regara? Ella también puede, y ahora está metida en esto y…

—¿Te recordamos que es esto?

—Es parte de ella, Alessio, no puedes quitárselo de la noche a la mañana, y mucho menos dadas las circunstancias, no es una princesa a la que debes salvar, y lo sabes 

Se quedó callado, cuando su teléfono sonó y contesto.

—¿Pasa algo Emilia, está bien Erick?

Se quedó callado, su rostro cambio velozmente, alejo el teléfono y lo miro con odio y se lo volvió a acercar.

—¿Pero qué dices?, ¿Cómo? ¿Y debería importarme porque?

Se volvió a quedar callado y Rouses salió, nos miró y después a Alessio.

—Entonces ¿Por qué ellos lo dicen, tú lo harás? Teníamos un acuerdo, no puedo ir ahora por él y…

—¿Qué pasa? —Rouses se acercó y él le dijo que le espera con la mano

—Saldré ahora para haya y hablaremos de esto, y si te juzgo, mucho, me vale una mierda el resto

Rouses lo miro buscando una respuesta sobre quien hablaba o que pasaba, él colgó y tomo aire, se puso de pie.

—Emilia quiere que vaya por Erick ahora, porque al parecer paso algo en la casa de uno de los familiares de Ian, además quiere cederme la custodia completa de Erick

—¿Por qué?

—No lo sé, debo ir por mi hijo 

—Se supone que se quedaría ahí hasta que acabara el curso

—Pues tendré que hacer malabares para encontrar cupo aquí, traer sus cosas y…

—Yo puedo ayudar, trayendo sus cosas, si es que deseas claro, y pidiéndole a mi abuela que busque una plaza junto a Máximo —La miro —No tienes que aceptar

—Gracias, lo acepto —Ella asintió 

—¿Puedo ir contigo, por él?

—Te lo iba a pedir, ¿Quieres pasar recogiendo algo de la casa?

—Les dire que lleven la maleta al avión mejor, junto algo de tu ropa 

—Gracias

—Espera voy por mi bolsa 

Volvió a ir a la oficina.

—Progresas, eso es bueno —Me miro 

—No soy tan idiota como para cometer el mismo error dos veces, espero igual que ella me permita ayudarla

Salió y el tomo la bolsa, no sé si por costumbre o porque simplemente es Alessio, ella se despidió y juntos salieron.

 

Rouses

 

Había mucho tráfico, Alessio iba conversando por teléfono, bueno, discutía por teléfono, miraba por la ventana cuando sentí que me agarro la mano y la apretó, lo regrese a ver, pero seguía en lo suyo, también se la apreté, y sentí que se relajó. 

Quería entenderlo, en parte estaba enojada pro él por irse, pero me dijo sus razones, y tenia mi deducción, tenia miedo que pasara lo que paso hace tres años, y no lo culpo, eso nos dejó muy mal, mucho y nos separó.

—El avión está listo y sus pertenencias ya están ahí 

—Gracias James —Respondí

—Un placer

Llegamos en la puesta de sol, Alessio converso con el piloto y diez minutos después partimos.

—Tengo que resolver algo

—Bien

—Lo de ayer, yo, aún soy inmaduro para ciertas cosas, me molesta que no me tomes en cuenta, estaba enojado, no debía irme, pero no quería discutir, o que escalara más, sé que tomaste una decisión y esperas que la respete. Es difícil hacerlo cuando dicha decisión pone en peligro tu vida.

Saco su computadora y se puso a trabajar.

—Estoy molesta contigo, si vuelves a irte te pido el divorcio —Bajo la tapa de la computadora y me miro serio 

—¿Me estás amenazando Alessandretti?

—Tómalo, como quieras Caruso, pero podría decirse que sí, sé que no te gusta la idea, pero no soy de las mujeres que se quedan en la casa, y lo sabes bien, si tú te metiste en esto por mí, yo también lo haré. Se supone que somos un equipo, y no te voy a ir a dejar a jugar solo en las líneas enemigas, a menos que me dejes ir contigo

Sonrió, me gustaba cuando sonreía, se veía mucho más joven de lo que era ya, pero cuando estaba serio, esa cara era de moja bragas.

 

Alessio

Pidió la cena para ambos, me gustaba escucharla, hablar de lo que sea, a veces se detenía y me preguntaba si no me estaba aburriendo, pero no lo hacía, no pondría, me gustaba escucharla, como cuando éramos niños.

—Habla tú ahora, siento que soy un disco rayado

—¿Sobre qué?

—¿Cualquier cosa?

—¿Cuándo compraste los pantalones que traes puestos? —Alzo una ceja 

—En Londres ¿Por qué?

—Porque se te ven de infarto —Me tiro la servilleta y me reí, ella se puso roja 

—¡Alessio!

—¿Qué? Dijiste que hablara de lo que sea. Yo quiero hablar de esos pantalones ¿Tienes otros iguales? Porque si no debemos ir a comprar más

Me miro enojada, parecía Tinkerbell cuando se enojaba roja, hasta las orejas, sonrió negando con la cabeza.

—Eres un caso perdido, mi caso perdido 

—No lo olvides, quieres 

—Nunca

 

Tenia que acabar con unos documentos, aparte de llamar a Ciro, mi abogado, apenas tenia la edad de Rouses, pero un genio en leyes, algo tímido, pero era el mejor. Rouses se había quedado callada hace un rato, mire por encima de la tapa del computador, se había quedado dormida en una posición incómoda.

Me levanté, y la tomé en brazos, se removió contra mi pecho.

—¿Ya vamos a dormir?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.