Passione

115

Devorar el coño de Rouses era un festín, sus gemidos solo lograban enloquecerme, ella aún seguía con los ojos cerrados retorciéndose, yo tenia hambre borras de su cuerpo. 

Su cuerpo se tensó cuando llego al orgasmo, no me retire, probarla, era lo más celestial que había en esta vida. Su espalda se relajó y la miré, su pecho subía y bajaba irregularmente.

—Buenos días 

—Mmmm…

—¿Ya despertaste?

—No podías esperar a que despertara 

—No dices —Me miro, esos ojos que deseaba ver cada día al levantarme, el aroma a manzanilla y canela que desprendía de su cabello era única —Ahora voy a deshacerme de tu ropa por completo

La desnudé, era increíble como seguía ruborizándose, cuando las prendas dejaban su cuerpo. Mis labios se apoderaron de uno de sus pechos, mientras mi mano volvía a atacar su centro, intercambie por el otro pecho, subí a su cuello y a sus labios.

Me deshice de mi ropa en un santiamén, mi falo se paseó por sus pliegues provocando leves gemidos.

—¿Quieres que ingrese?

—Alessio estás siendo muy cruel

—Solo dime lo que quieres

—Te quiero a ti dentro de mí ya —Demando

Cuando se trataba de ella, mi autocontrol quedaba bloqueado, la sujeté de las manos, y me inserte en ella, su boquita se abrió y no produjo ningún sonido. Me que un momento quieto saboreando el momento, estar dentro de ella era indescriptible. Comencé a besar su cuello, dejándole pequeñas marcas por las cuales después me hablaría.

Empecé a moverme dentro y fuera de ella, sus manos apretaron las mías, sus uñas se clavan en mi piel. 

Se escuchan nuestros gemidos y sonido de nuestros sexos, me deleité con el sabor de sus pechos, hundí mi nariz en su cabello en ese arroma tan embriagador. 

Mi mujer era perfecta, demasiado perfecta, sus pechos eran dos colinas que llamaban mi atención, para bajar a sus caderas estrechas, que daban paso su lindo culito. Observe esos ojos que me volvían loco, y aquella boquita que era mi perdición. 

Esta mujer no solo me había hechizado en cuerpo, sino en alma, la forma en la que me miraba, no podría describir lo que me hacía sentir cada vez que me miraba, y la necesidad de verlo; me enamore de ella tan profundamente y consiente cuando tenia quince, pero ya la amaba desde antes.

—Alessio, Alessio 

—Lo sé ángel, lo sé, no te contengas

No entendía aún por qué ella me amaba, pero si lo hacía era porque algo bueno tenia que tener, no dejaría que me la quitaran, estaría perdido sin ella. Ahora la necesitaba más que el aire para respirar.

Sentí como nuestros fluidos se mezclaron su interior, la mire tenia los ojos cerrados, sus manos liberaron las mías, pero yo no la solté, tenia el cabello pegado en la frente.

Estábamos sucios, habíamos caído en nuestros instintos más básicos.

—¿Sigues viva?

—Mmmm…

—Mmmm… ¿Qué? ¿Fui muy rudo?

—Me gusto —La miré, se puso roja, muy roja —No te rías

—No me estoy riendo 

—Si lo estás, siento las vibraciones de tu cuerpo, salte 

—No

—¡Alessio!

—Estoy cómodo, es mi lugar favorito —Abrió los ojos y me miro enojada —Lo digo en serio ¿Es que no estás cómoda?

—Mmm…, es raro

—¿Raro, bueno o raro, malo? No está mal que te guste Rouses —Me miro —Y no me sorprende que sea tu estilo 

Bese su mejilla roja, y se rio, sentí las vibraciones de su cuerpo, la sentía a ella, rodé por la cama con ella en mis brazos, saliéndome de su interior, ella se recostó en mi pecho, sus dedos rozaban mi tatuaje mientras que mi mano paseaba por la curvatura de su cintura.

—Tengo hambre —Susurro —Quiero papitas

—¿Papitas?

—Y un batido de mora y banano —La miré —Y…

—Si esta es la manera para que comas, pues no te daré descanso —Se rio 

—¡No!, me duelen partes que no sabía que tenia —Me reí —No te rías

—¿Te dejé muy cansada?

—Algo pero sobreviviré

—¿Estás lista para segunda ronda?

—¿Segunda ronda?

—Sí, apenas son las tres de mañana —Comente como si nada

—Y deberíamos estar durmiendo

—Aún es muy temprano para dormir

—Estás demente Caruso

—Tú más por querer comer a esta hora 

La segunda ronda no estuvo mal, pero debía recordar que Rouses es difícil de levantar por las mañanas, ese era un trabajo muy arduo, lo intente créanme, lo hice, pero en un punto decidí dejarla dormir. Recibí su llamada a las diez de la mañana, regañándome por no despertarla. Me reí de ella, ella también, y decidimos vernos donde Alessandro.

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Rouses

Estaba tan concentrada en mis cosas que no me percate cuando llego, hasta que me sorprendió por atrás, besándome el cuello.

—¿Qué haces?

—Lo que no hice en la mañana, malo no me despertaste

—Mujer dormías como un tronco —Lo mire enojada 

—¡Camina maldito!

Los gritos nos hicieron voltear y ver como Cronos traía a alguien cubierto la cabeza, mire a Alessio el tampoco sabia de que se trataba.

—¿Que está pasando? —Pregunte

—No lo sé

—No se acerquen —Salio Ángelo a decir —Acaba de traer al fiscal general, ya que no quería colaborar

—¿Está loco o qué?

—Cuerdo, cuerdo, no está

Los métodos de Cronos no eran los más actuales, era muy ortodoxo y tendía a ir a la tortura. Alessio me ayudo a recoger mis cosas cuando termine, yo tomo a Storm y estábamos por subir al auto cuando Cronos salio.




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