Passione

157

La lluvia caía duro, en gotas pequeñas eran esas gotas que te mojaban más que ningunas, mientras metíamos las provisiones al granero, el suelo comenzó a hacerse resbaloso, un camión con los nuevos hombres llego, ayude a descargar varias cajas, por la lluvia, los camiones empezaban a irse, los nuevos trabajadores empezaban a bajar del camión.

—¿Esta caja está rota?

—Ponla primera para ocuparla y revisa que esté bien lo de adentro

—Enseguida

—Te enfermarás —Menciono Darsha

—Hace calor, estaré bien —Me dio agua y un pedazo de pan

—¿Quieres algo más?

—No, pay —Asintió y corrió adentro, el ruido del último camión sonó, me di la vuelta este arranco, dejando a ver a la última persona en el planeta que pensaba que estaría aquí. Mi sonrisa se desvaneció, Alessio camino hacia mí con paso firme y se paró frente a mí, muchos miraban curiosos —¿Qué haces aquí?

—Vine por mi esposa

—¿Qué?… —Me tomo de la cintura, plantadme un beso ahí, en medio del patio, mientras la lluvia caía, nos separamos —¿Cómo supiste?

—El tigre —Sacudió la cabeza —Nos quedaremos aquí o… —Darsha y su esposo se acercaron

—Él es mi esposo —Aclare —Pueden llevarlo a la habitación

—¿Y tú?

—Debo hacer algo antes de entrar

—¿Qué huir? —Negué —Eso espero —Siguió a Darsha

—Yo me encargo del resto, recibe a tu esposo como se lo merece —hablo Ranjit

—Gracias Ranjit —Caminé a dentro de la casa alcanzando a Darsha y Alessio, ella le mostró el cuarto y después se fue serrando la puerta, abrí los ventanales

—No tenías que venir

—Tenía que, tengo que hablar contigo —Lo regrese a ver —Cuando una persona hace una promesa la cumple

—Y la cumplí —Indique

—Si me di cuenta después de lo que dijiste, estoy enojado contigo, estoy que muero de todo lo que siento y lo que quiero decirte

—Dilo entonces

—No lo haré —Hablo —Estoy aquí por una cosa y es porque quiero que vuelvas a casa conmigo

—No puedo Alessio, no si quiero que vivas, la gente que se queda conmigo muere, tengo tanta gente odiándome, capaz de hacer cualquier cosa por matarme, no puedo vivir con tu muerte

—¿Es que estás ciega o qué? —Pregunto —Tengo la misma cantidad de gente o más queriendo mi cabeza que tu este o no a mi lado no importa puedo morir, al igual que tú, crees que no me preocupo por eso. —Avanzo hacia mí acorralándome en una de las columnas. —Que en cualquier momento me llamen a decir que te tienen y que te maten, estoy tan asustado como tú, pero yo no huyo maldición, somos peligrosos y eso lo sabemos, sabemos cuál es el riesgo de lo que hacemos, y yo sé eso. Lo se Rouses, pero eso no me hace renunciar a ti —Mire hacia abajo —Prefiero pasar mi tiempo a tu lado hasta que alguien me mate, que lejos de ti, porque ahí yo mismo me mataré —Trague grueso y levante la vista —Dime que ya no me amas y me iré

—Yo… —Lo miré

—Vamos dilo —Miré a ambos lados a ver si podía escapar, pero me apretó más contra la pared —No puedes porque me amas, vamos a regresar a casa

—No puedo

—Maldición deja de ser tan cabeza dura, dime, Rouses porque no

—Porque no quiero que mueras, yo no quiero que mueras, hay algunas coas a las que te tengo miedo y no puedo decirte por qué sería como mostrarte mi alma entera y no puedo, no soportaría cargar con el peso de tu muerte, no puedo. —Me mordí el labio —Por favor Alessio vete, regresa a Roma a casa con tu familia

—Tú eres mi familia, eres mi familia y no me iré si no es contigo. Me vuelves loco, haces que pierda todo mi autocontrol, para después enseñarme que puedo ser mejor y largarte, haciendo que regrese hacer quien era hace mucho, tengo miedo Rouses, tengo mucho miedo de perderte, soy débil por eso, y es tu culpa, tú tienes la culpa de que ahora sea así

—¿Mi culpa?

—Si tuya, por venir a mi mundo y ponerlo de cabeza y mostrarme algo tan valioso que ahora no quiero soltar, y como es tu culpa, que no quiera renunciar a eso, te aguantas —Alce una ceja

—¿Al menos me amas? —Pregunté —O es una loca obsesión hablando

—Es la maldita pasión que hace que te quiera veinticuatro horas conmigo. Mi obsesión por poseerte siempre y mi estúpido corazón que se niega a perderte. No soy cursi Rouses y lo sabes, pero si carajo te amo tanto que ya no sé cómo vivir sin sentir eso que me haces sentir aquí —Señalo su pecho —No quiero dejarlo de sentir y no quiero que lo hagas sentir a nadie más así como me haces sentir a mí

—Hay Alessio, es que no lo entiendo

—¿Qué parte maldición?

—Deja de maldecir a cada rato. —Lo reprendí —Mírame Alessio, yo no te puedo dar una familia, ni un heredero, ni nada. Soy rara, parlanchina, una cerebrito, que a veces dice lo que siente, soy menor para ti, enojona, mi estado de ánimo varía tan rápido, puedo cambiar de opinión tan rápido como se me dé la gana, soy tan complica y además te hago enojar

—Todo eso es lo que me gusta de ti, cada defecto, cada parte, porque tú haces lo mismo conmigo, no sabría vivir sin esa boca inteligente, no sabía vivir sin esa locura tan natural y esa vibra de felicidad que brota de ti, no quiero. —Me tomo del rostro con ambas manos —Te amo joder, tanto, que más quieres que diga, te he abierto mi puta alma, te he dicho todo, que más necesitas

—Nada más —Dije segura

Cuando lo conocí era mucho más difícil sacarle información y que dijera lo que siente ni se diga, ahora me lo dice, claro que no debo acostumbrarme, después de esto, dará por hecho que lo recordaré siempre y no me lo dirá, muy debes en cuando, pero este miedo.

—Dejarás que ese miedo nos separe —Lo mire —No seas cobarde —Tome sus brazos separándolo de mi rostro y me lance a su torso abrazándolo, él me apretujo contra él —No sabes cuando malditamente te extrañé —Un rugido se escuchó y en eso Sin ju entro en la habitación, Alessio me puso detrás de él haciendo enojar al tigre




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