Miro mi reflejo en el vidrio espejo del edificio de industrias Foster, asegurándome de verme presentable.
Mi hermana aconsejó que dejara la ropa colorida en casa y me pusiera algo formal si quiero este trabajo.
Lo último que deseo es trabajar como asistente de un empresario estirado que me diga como quiere el café; sin embargo, necesito un trabajo fijo y con buena paga para poder pagar la renta y todo lo demás. Ya no puedo seguir haciendo malabares con empleos de medio tiempo y mal pagos. Solo espero no aburrirme como suele pasarme en los trabajos de oficina.
Acomodo la chaqueta negra dispuesta sobre la camisa blanca y me aseguro de que el pantalón recto de color negro no tenga arrugas. Me puse zapatos de tacones negros que ya me están haciendo doler los pies porque prefiero los zapatos deportivos. Parezco como si estuviera yendo a un funeral elegante.
Me parezco tanto a mi hermana vestida así. Solo que ella es una importante ejecutiva casada con un abogado de prestigio y madre de un bebé de diez meses, mientras que yo soy la hermana a la deriva que ama los vestidos de colores y solo finge ser una ejecutiva.
Sacudo la cabeza, aseguro mi bolso cruzado por mi cuerpo y entro en el edificio. Confirmo la cita con la recepcionista y me dirijo al lugar donde me indica.
Lo que sé es que la asistente de Jesse Foster, el dueño de la empresa y mejor amigo del esposo de mi hermana, necesita una asistente con urgencia porque la última renunció de último momento.
Al parecer, ninguna asistente dura mucho tiempo porque el hombre es muy exigente y mi hermana cree que yo podría con el puesto porque no me dejo intimidar por nadie, aunque tampoco es que hago un drama… Bueno, no siempre. Sé comportarme cuando debo hacerlo… Casi siempre. El punto es que soy una persona muy paciente y positiva que no se toma los insultos nada personales, al contrario, que eso refleja la inseguridad del otro. Yo reconozco mis errores, los admito en voz alta y me río de mí misma para quitarle el poder a otros. La única parte que debo corregir es aprender de los errores, pues no siempre se me da bien.
A pesar de que puedo ser despistada e impulsiva, soy muy exigente conmigo misma, por lo que me gusta aprender y hacer bien cualquier trabajo, sea cual sea. Los desafíos no me intimidan, al contrario, me motivan. Por esta razón, mi hermana planteó que podría ser una excelente asistente para el señor Foster hasta que me aburra o me despida o adquirir otro empleo.
—El señor Foster la recibirá. Siga por el pasillo hasta el final de la puerta y entre directamente.
—Gracias. Muy amable—sonríe—. Y amo tus zapatos.
Sigo mi camino. Es verdad que amé los zapatos de la recepcionista porque son de dos colores. Rosa y turquesa. Lo que significa que no tendré que renunciar a mis atuendos coloridos por completo.
Cuando llego a la puerta, tomo aire, lo exhalo y entro con el mentón levantado y una sonrisa.
Conocí a Jesse Foster en la boda de mi hermana. Él era el padrino. Apenas cruzamos palabras porque él no apareció hasta el día de la boda. Luego de la ceremonia estuvo mucho tiempo en el teléfono o con su novia de turno. Eso fue hace tres años. Después de eso lo vi una vez en el bautismo de la pequeña Tess, él era el padrino y yo la madrina, aunque no sé porque lo eligieron. Se fue apenas terminó la ceremonia religiosa y sacarse un par de fotos. Si bien no puedo criticarlo por no ser apegado a la bebé porque yo tampoco lo soy. En los diez meses que lleva de nacida la vi tres o cuatro veces y fueron durante unas horas. Cuando comenzó a llorar o necesitó un cambio de pañal, se las devolví a sus padres y salí huyendo.
No me malinterpreten, me gustan los niños, solo que por un rato y cuando son de otros. No se me pasó por la cabeza ser madre y creo que no sería buena en ese papel.
Mamá solía decir que yo sería capaz de dejar a mi hijo encerrado en el auto y olvidarme. Pienso que es un poco exagerado, pero no descarté esa posibilidad.
Creo que mi destino es ser la tía genial que le comprará alcohol a ella y a los amigos cuando sean adolescentes, la cubrirá en sus desastres de adolescentes y le dará consejos sobre chicos. Y estoy bien con ese papel.
Cada uno en lo suyo y en su papel. Mi hermana es la casada con una hija, su sueño de toda la vida. Yo soy libre y disfruto de no estar atada a nada ni a nadie.
—Señorita Simmons.
Salgo de mis pensamientos y presto atención al hombre frente a mí. Vaya, es muy guapo. Me gusta el cabello algo largo del frente y el traje a medida que le queda muy bien.
Me parece una locura que siendo tan joven maneje una empresa. No conozco su historia, solo sé que trabajó muy duro en esta empresa para demostrar su valía y no estar aquí por su difunto padre que era el dueño anterior. También sé que sale con una abogada que conoció mediante mi cuñado Carlos. No sé nada más porque nunca pregunté nada y lo que sé mi hermana me lo contó.
No lo recordaba tan guapo.
—Hola, señor Foster. Gracias por recibirme.
—Tome asiento.
Lo hago y procuro morderme la lengua esperando que él hable. No soy buena con los silencios, me incomodan y tiendo a sacar cualquier tema con tal de escuchar algo.
—El clima está lindo.