Paternidad inesperada

Capítulo 2: Jesse

—Siento cancelar la cena de esta noche.

—No puedo enojarme cuando yo cancelé la de la semana pasada.

Ríe.

—Supongo que los dos estamos con mucho trabajo y somos adictos al trabajo.

—Sí, es verdad.

—Prometimos que nos tomaríamos unas vacaciones juntos dentro de dos semanas. Un viaje al Caribe durante diez días sin trabajo de por medio.

—Aún no lo arreglo, pero lo haré.

—Lo dejo en tus manos. Ya debo colgar, cariño. Hablamos mañana. Te quiero.

Finalizo la llamada.

La cancelación para cenar con mi novia me vino bien. No me hago problema porque no tenía ganas de salir. La invité por compromiso, porque es lo que se supone que hacen las parejas.

Lo bueno es que ella es tan adicta al trabajo como yo y ninguno se ofende cuando elegimos el trabajo sobre las citas. Eso nos ha permitido llevar una buena relación durante casi un año.

Hablamos de pasar unas vacaciones juntos, pues lo máximo de días que pasamos juntos fueron tres días en dos o tres ocasiones y ambos pasamos tiempo en nuestros celulares o laptop, así que prometimos que nos tomaríamos diez días del trabajo para ir a alguna playa tropical con mala señal de internet.

Mi amigo Carlos piensa que estar juntos diez días conviviendo sin el trabajo de por medio, acabará la relación porque él no cree que Josie y yo hagamos buena pareja. No vivimos juntos a pesar de que ella tiene algunas cosas en mi casa o yo en su departamento.

Tal vez nuestra relación no sea la más romántica que existe, no como la de Carlos con su esposa Bonnie, pero a Josie y a mí nos funciona. Ambos somos personas prácticas y elegimos estar con alguien que comprenda nuestro tiempo personal limitado priorizando el trabajo. No necesito tener sexo todo el tiempo para sentirme bien y las citas son cuando estás conociendo a la persona. No es el caso.

Brooklyn, mi nueva asistente, entra en la oficina con mi café de media mañana, lo deja sobre el escritorio y repasamos juntos la agenda.

Lleva trabajando para mí una semana y debo darle crédito porque no se deja intimidar cuando levanto la voz por algún motivo, es bastante organizada y tiene buena memoria, lo que le permite recordar cosas sin necesidad de anotarlas, aunque las anota.

Algo que no paso por alto es que le gustan los colores. En su ropa no se refleja mucho, solo en sus zapatos y en su escritorio, el cual lo decoró con flores y usa papeles de colores que pega en la computadora para no olvidar cosas importantes.

En mi opinión, habla demasiado. A veces se va por las ramas y debo pedirle que se calle, algo que no le gusta, pero hace.

Cuando Bonnie me pidió que le diera una oportunidad a su hermana, no tenía fe, pero acepté. Total, si no funcionaba, se iría como las otras. Y en una semana ha sido más capaz que la última asistente en el mes que estuvo aquí.

Lo que comenzó como hacerle un favor a la esposa de mi mejor amigo, puede ser beneficioso para mí.

Solo espero que siga con el buen trabajo y no se aburra como le pasó con el trabajo en el hotel.

—¿Te puedo hacer una pregunta, Brooklyn?

Ella me mira.

—Puedes llamarme Brook. Cada vez que me dicen Brooklyn me recuerda a mi padre cuando se enojaba.

—Prefiero el nombre completo. Entonces, ¿puedo hacerte una pregunta?

—No.

—¿Cómo?

—No entiendo por qué las personas preguntan si pueden hacer una pregunta cuando la hacen igual.

Escondo una sonrisa. Tiene razón.

—Yo tampoco lo entiendo.

Se cruza de brazos y suspira.

—Pregunta.

—¿Consideras este trabajo aburrido?

—Apenas hace una semana que estoy aquí y hasta ahora no me he aburrido—responde con seguridad—. Entiendo que tus anteriores asistentes se volvían locas contigo porque trabajas mucho y puede ser difícil seguirte el ritmo. Que cancelas la reunión, que luego no, que cambias horario, que vuelves al horario, que hay que hacer esto, lo otro…

—Soy exigente.

—Lo sé, pero a mí me sirve para no aburrirme y mantener mi ansiedad controlada. Me cuesta quedarme quieta sin hacer nada, así que mientras más cosas tenga para hacer, mejor. Siempre que sean cosas que me interesen, porque te aseguro que no aceptaría que me enviaras a hacer publicidad de tu empresa vestida de pepinillo en medio de la avenida… No, pensándolo bien, no me negaría. Lo consideraría divertido. No limpiaré toilettes. Odio los baños públicos.

Toso un poco para esconder la risa.

La observo durante un momento para saber si habla en serio o es parte de su sentido del humor. No la conozco muy bien, pero algo me dice que habla en serio.

—Yo vivo estresado y tú no.

—Porque mi mente trabaja muy rápido y no le da tiempo al estrés para aparecer. O algo así dijo el psicólogo a mis padres cuando me enviaron de pequeña porque tenía demasiada energía y hacía demasiadas preguntas queriendo saber todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.