Paternidad inesperada

Capítulo 6: Jesse

Me duele la cabeza como no recuerdo que me doliera desde la Universidad cuando salía de fiesta y me embriagaba. Estoy seguro de que si me miro en el espejo luciré como un vagabundo. Lo primero que busqué al despertar fue un café, ni me molesté en bañarme o tomarme el tiempo para elegir un traje porque no tengo mi armario aquí.

La primera noche con Elena no fue tan mala, la niña durmió casi toda la noche. La segunda noche, que fue anoche, no durmió nada.

Brooklyn dice que la primera noche durmió debido al agotamiento luego de haber estado unos días en otra parte y la asistente social dijo que estaba muy estresada. Ni sabía que un bebé se puede estresar. La noche anterior no la pasó bien.

Durante el día, Brooklyn la hizo jugar y yo ayudé en lo que pude, aunque tanto la niña como su tía lloraron en un par de ocasiones extrañando a Bonnie. Bueno, Elena además lloró por hambre y cuando necesitó un cambio de pañal.

Tenemos que bañarla, algo que estamos evitando por miedo de que se nos ahogue en la tina.

Y yo necesito ir a la oficina, aunque no tengo energías para eso.

Sirvo café en otra taza y camino a la habitación de Elena donde Brooklyn debe estar. Son las siete de la mañana y ella se ocupó de Elena hace dos horas mientras yo calentaba la leche. Elena se durmió después de beber leche.

Entro en la habitación, encontrando a Elena dormida en su cuna y a Brooklyn dormida sentada en la silla mecedora, abrazada a un oso de peluche.

He de admitir que es una joven muy hermosa que podría tener a todos los hombres a sus pies si supiera controlar su lengua y vistiera con más elegancia. ¿Por qué estoy pensando en eso? Me da igual como se vista o con quien salga.

Sacudo la cabeza borrando pensamientos que no corresponden y la despierto con suavidad. Ella se levanta sobresaltada y mira para todos lados.

—¿Qué pasó? ¿Elena? —mira la cuna.

—Tranquila, duerme—le tiendo la taza de café—. Bebe esto.

Agarra la taza, la huele y exhala un suspiro con los ojos cerrados.

—Me encanta.

—Por si no sabías, el café se bebe, no se aspira.

Abre los ojos y me mira. Noto las ojeras debajo de sus ojos e imagino que yo también las tengo porque Brooklyn me despertaba cada vez que Elena lo hacía, diciendo que si ellas no dormían, yo tampoco.

—Déjame en paz con mi droga. Cada uno con lo suyo.

Sale de la habitación y la sigo cuidando de no hacer ruido para no despertar a la pequeña Elena.

—Debo ir a la oficina.

Se detiene en la puerta de su habitación y gira hacia mí.

—¿No ibas a tomarte unos días?

Relamo mis labios.

—Sí, pero surgió un problema con un proveedor. No estaré fuera todo el día, solo un par de horas.

—¿No lo puedes solucionar por teléfono?

—Si pudiera, no tendría que ir.

—¿Es verdad o solo quieres escapar?

—Es verdad. Mira, esto está siendo estresante para ambos y creo que debemos poner reglas de convivencia y establecer horarios para que ambos tengamos tiempo libre para nosotros mismos. Sin olvidar que no puedo descuidar mi trabajo y tú, como mi asistente, lo sabes bien.

Ella exhala un suspiro y asiente.

—Bien. Deja que me dé una ducha para terminar de despertar y podremos hablarlo abajo antes de que Elena despierte. Deberás tener paciencia conmigo porque mi cerebro no funciona bien siempre y menos cuando estoy cansada.

Asiento.

—De acuerdo.

—Jesse… —la miro—. Gracias por el café.

Ella se mete a su habitación y, como Elena duerme, decido darme una ducha rápida también porque siento olor a vómito, aunque ya lo limpié. Al menos aprendí que no debo mover al bebé cuando apenas termina de comer. Un consejo para los inexpertos.

Me quito el pantalón y la remara deportiva en el baño, me meto bajo la ducha dejando que el agua caliente caiga sobre mi cuerpo cansado y me quedo un momento disfrutando, nada más, hasta que pienso que no puedo tardarme y termino saliendo.

Observo mi reflejo en el espejo con la toalla envuelta en mi cintura y mi cara necesita una afeitada y mi cuerpo horas de sueño. No soy de los que duermen muchas horas, cinco o seis como mucho, pero la diferencia rige en que duermo las horas seguidas y no cortadas, sin olvidar que no involucran a ningún bebé.

Estoy por comenzar a afeitarme cuando el llanto de Elena me hace soltar la máquina y salir de la habitación. Elena debe estar duchándose y ella tarda más que yo. Además, ella debe usar el cuarto de baño general porque solo la habitación principal tiene baño propio.

Entro en la habitación y encuentro a Elena parada en su cuna. Está llorando a todo pulmón y sus mejillas se han puesto rojas. Ella tira los brazos hacia mí y me quedo congelado en mi lugar porque no me animo a tomarla en brazos.

—Elena…

Brooklyn entra en la habitación y trago con fuerza porque lleva una toalla envuelta en su cuerpo y su cabello está mojado, con algo de espuma en la parte de arriba. Se ve muy sexy.




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