Paternidad inesperada

Capítulo 8: Jesse

Hay bastantes personas en el cementerio despidiendo a Bonnie y Carlos. Yo no conozco a casi nadie. Mi exnovia está aquí porque era compañera de trabajo de Carlos. Quiso saludarme con un beso en los labios y lo evité porque ella me pidió tiempo y se lo di. Eso incluye nada de besos como novios. Tal vez lo hizo para marcar territorio con Brooklyn, quien estaba al lado mío con Elena dormida en el cochecito a su lado, aunque esta ni prestó atención el intercambio incómodo con mi ex. Le dio las gracias a Josie cuando le dio el pésame y se enfocó en las demás personas, demostrando que su mente estaba en otra parte.

Pensar que hace una semana estaba con Josie y ahora ya no estamos juntos. Me pidió un tiempo y para mí eso es estar separados en todos los sentidos.

No la culpo ni estoy enojado por hacerse a un lado, pero no me gustan las tonterías de querer tener actitudes de novia solo por verme al lado de otra mujer, con una con la que no pasa nada.

El pastor está dando unas palabras antes de bajar los cajones, habla de la vida y de la muerte cuando una mujer vestida con ropa rota y colorida se tira sobre uno de los cajones llorando a mares.

—Ya me parecía raro que no apareciera. —dice Brooklyn.

—¿Conoces a la señora loca? —pregunto en voz baja.

—Por desgracia. Es mi madre.

Abro los ojos con demasía mientras ella se acerca al cajón y apoya las manos en los hombros de su madre.

Brook dijo que su madre estaba un poco mal de la cabeza, pero pensé que exageraba. Ya veo que no.

La mujer recién aparecida abraza a su hija sin dejar de llorar y se aparta para que termine de una vez por todas con esto.

—La tecnología nos va a matar a todos. Yo le dije a mi hija que no era bueno. —exclama.

—Lo siento, no le hagan caso. Está muy mal por la muerte de su hija mayor. —aclara Brooklyn y se aparta con la madre.

El pastor termina de hablar y el personal del cementerio entierra los cajones. Finalmente, colocamos flores encima y las personas se van alejando de a poco. Algunos saludan a Elena a pesar de estar dormida y dejan saludos para Brooklyn.

Yo fijo la mirada en Brooklyn que está hablando con su madre. La mujer ya no parece tan alterada como antes y su hija menor se ve intranquila, siendo la primera vez que la veo así. Quiero ir con ella, pero debo esperar a que se vayan todos. Estrecho las manos a modo de despedida y Josie se arrima cuando agarro el cochecito.

—Admito que pensé que te darías por vencido una vez que estuvieras con una bebé y supieras lo que es vivir con Brooklyn.

—¿De qué hablas? ¿Acaso sabes como es vivir con Brooklyn?

—Carlos solía decir que su cuñada parecía a la deriva y que no parecía hermana de Bonnie.

Me sorprende que Carlos dijera algo así, pues es de esas personas que no hablan mal de nadie.

Brooklyn es un remolino, un caos con lindas piernas y ella lo sabe porque lo dice; aun así, es responsable con su trabajo, odia estar quieta y siempre está buscando hacer algo. Le gustan los desafíos y trabaja bien bajo estrés, es como si la motivara y le diera satisfacción; algo admirable a mi punto de vista.

No es perfecta, claro que no, pero ¿quién es perfecto? Ella me considera un robot. Lo sé porque me lo ha dicho en la cara.

—Tal vez no la conocía bien. Trabaja para mí y te puedo asegurar que a la deriva no está.

—Claro, yo solo repetí lo que dijo Carlos—asiento—. Bueno, no importa. ¿Quieres que vayamos a cenar algún día de la semana próxima? —toma mi mano—. Te extraño.

Yo no he sentido su ausencia y no lo puedo negar. No sé si es por el caos que es mi vida que no me da tiempo a nada o simplemente no estaba tan unido a Josie.

—Tengo que arreglarlo con Brooklyn. Ella no tendrá problema. Te llamaré.

—Por supuesto.

—Estamos hablando, Josie.

Suelto su mano, agarro el cochecito y me dirijo donde está Brooklyn hablando con su madre. No estoy seguro de que sea buena idea interrumpir, pero algo me dice que es necesario.

—Mamá, fui a avisarte en persona sobre la muerte de Bonnie y Carlos y me echaste. Dijiste que no querías escuchar nada del mundo porque estabas en proceso de purificación o algo así. No es mi culpa que te enteres por una vecina tuya que conoce a Bonnie. Si tuvieras teléfono sería más fácil.

Me quedo de piedra por escuchar esa parte de la conversación. No sabía que Brooklyn intentó avisarle a su madre. Pensé que no lo había hecho.

—No me vengas con eso, mariposa—se lleva la mano al pecho—. Me dolió en el alma que mi hija mayor y su esposo hayan muerto y…

—Bueno, ya, mamá. No puedo lidiar contigo ahora. Ve con tus sahumerios a las tumbas y haz tus cosas para guiar sus almas al cielo o al más allá o a donde sea que vayan. Yo debo irme.

Elena elige ese momento para ponerse a llorar y ambas mujeres voltean a mirarme.

—Lo siento. —exclamo.

Y me apresuro a tomar en brazos a Elena. Por suerte, estuvo dormida todo el tiempo. Lo bueno es que conseguimos el contacto de la niñera que la cuidaba cuando Bonnie debía trabajar. Ella quedó encantada de volver a cuidar a Elena y ni hablar yo.




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