Disfruto de un baño tranquilo. Me tomo mi tiempo para lavarme el cabello. Canto y bailo sin preocupación bajo la ducha.
Helga, la niñera, está aquí ocupándose de Elena mientras yo me relajo un momento antes de ir al trabajo. Jesse está feliz de poder ir a la oficina sabiendo que Elena estará bien cuidada. Yo también.
No sé si es buena idea que nos vayamos cuando apenas hace una semana estamos con ella, pero nos vamos a volver a locos si seguimos estando con Elena todo el día a todas horas. Lo llevamos mejor y hace dos días que Elena duerme toda la noche sin despertarse, así que lo tomamos como una buena señal y podemos volver al trabajo.
No es que no disfrute pasar tiempo con la niña porque la verdad tengo mis momentos con ella. Me encanta ver las canciones de la granja con ella y cantar. La ayudo a dar pasos sin soltar sus manos, aunque me aterra que camine sola porque será imparable y habrá que andar con más cuidado, pero es parte de crecer.
Todavía no he decidido si nos quedaremos con Elena o la daremos en adopción. No he tocado ese tema con Jesse y él no ha dicho nada. Se ha esforzado por ser un buen tutor brindándome apoyo. Él cambia el pañal mejor que yo y nos dividimos las tareas. Él no la quiere bañar, así que lo hago yo. No lo he visto jugar con Elena, pero esa es decisión de él y no puedo juzgarlo. Por lo menos le cambia el pañal y yo me encargo del biberón y de la comida.
Termino de lavarme el cabello, cierro el grifo, me envuelvo el cabello con la toalla y me pongo la salida de baño asegurándome de estar bien tapada. Jesse tiene baño propio por estar en la habitación que pertenecía a mi hermana y su esposo. Yo debo usar el otro y cruzar a la habitación que ocupo yo, así que no puedo darme el lujo de cruzar desnuda o con toalla como la última vez. No es que me importe que me vea porque estoy orgullosa de mi cuerpo, pero no es apropiado.
Abro la puerta al mismo tiempo que pierdo el equilibrio y me veo impulsada hacia delante por el agarre de dos manos masculinas, y ese cuerpo masculino amortigua mi caída.
—Vaya…
—Estaba por preguntar si te faltaba mucho. —musita él.
—No, ya terminé, solo debo vestirme.
Bajo la vista a sus labios, preguntándome como besa y, aunque no debería estar haciéndome ese tipo de preguntas, no puedo evitarlo.
El sonido de unos pasos rompe mi fantasía besando a Jesse y ambos giramos la cabeza, encontrándonos con la niñera y una señora vistiendo traje.
—¿Interrumpimos algo? —pregunta la señora elegante.
Me pongo de pie rápidamente y me acomodo la bata mientras Jesse se levanta. Él está completamente vestido.
—No, solo me tropecé al salir del baño y caí arriba de él. —explico.
La niñera está aguantando las ganas de reírse mientras que la otra mujer se ve seria y mortal.
—Ya veo. Soy Verónica Mars, de servicios infantiles, y estoy aquí para supervisar a Elena y su entorno.
—¿Cómo la detective?
—¿Quién? —pregunta la mujer.
—Señorita Mars, ¿por qué no bajamos y comienza a entrevistarme a mí mientras Brooklyn se viste? —dice Jesse con una sonrisa—. Estoy seguro de que querrá una taza de té o café.
—Mal no me vendría.
—Yo estaré con Elena en su habitación que acaba de despertar. —musita Helga.
Cuando me quedo sola en el pasillo, me meto en mi habitación, me pongo algo decente que usaría en el trabajo y no saldría. Me seco un poco el cabello, me aplico labial, me reúno con los demás en la sala.
Jesse le está contando a Verónica Mars, que no es la de la serie, que a Elena le costó dormir las primeras noches y hace dos noches que duerme perfectamente sin problemas. También que ellos se han adaptado bastante y han recortado el horario laboral para pasar tiempo con ella. La mujer toma nota.
—¿Ustedes duermen juntos? —pregunta.
—Dormimos en habitaciones separadas. —responde Jesse.
—Muy separadas. —agrego.
—Qué extraño. Hablé con la vecina que vive en el frente y me dijo que son pareja.
Compartimos una mirada con Jesse.
—Es que ella está interesada en Jesse y…
—Bueno, en realidad—me interrumpe Jesse y se para a mi lado—, Brooklyn y yo estamos intentando estar juntos.
Asiento y dejo de sonreír.
—¿Qué?
—Sí, ya sé que dije que era no mejor decir nada hasta que estuviéramos seguros, pero la señorita Mars debe saberlo.
¿Ahora quiere que finja delante de la asistente social? Encima no puedo desmentir lo que dijo porque no solo él quedará mal.
Sonrío.
—Atrapados—río—, aunque dormimos en habitaciones separadas porque soy una mujer tradicional y no tengo relaciones hasta que no haya anillo en mi dedo. —le enseño la mano.
La mujer asiente.
—¿Y han pensado que pasaría si la relación no funciona? ¿Cómo afectaría eso a Elena? Según me informaron—mira su carpeta—, ustedes no estaban seguros de aceptar la custodia y hay posibilidades de que al final se rindan y la den en adopción.