Paternidad inesperada

Capítulo 10: Jesse

Brooklyn me está contando que encontró una persona que puede encargarse de asegurar la casa para bebés, solo hay que darle la lista. Pasará un presupuesto, si lo apruebo, solo quedará confirmar la contratación. Yo asiento sin prestar mucha atención porque no dejo de pensar en el beso que me dio esta mañana. No entendí el motivo. Dijo que era una duda que tenía. ¿Acaso tenía la duda de saber como besaba? ¿O no era mi beso en particular por el que tenía duda?

Siempre me he sentido orgulloso de saber lidiar con las mujeres, de poder entenderlas y complacerlas o alejarlas según mi interés. Sin embargo, a Brooklyn no puedo descifrarla. Por momentos parece una mujer a la que no le interesa tener relaciones serias y en otros momentos parece que sí.

A Josie pude descifrarla enseguida, supe de inmediato que ama su trabajo, tiene la ambición de convertirse en socia y le gusta las relaciones serias siempre y cuando no sean complicadas y no interfiera con su trabajo. Yo soy igual y por eso decidimos tener una relación. No obstante, no he pensado en ella desde la muerte de Carlos y Bonnie. No la he extrañado y me siento bastante a gusto con Brooklyn sabiendo que hacemos un buen equipo.

¿Por qué tuvo que besarme? Si no lo hubiese hecho, no estaría dándole vueltas al asunto.

La observo hablar y anotar en su agenda usando una pluma con un pompón rosa en la punta. Es guapa y me parece más guapa cuando la veo en casa vestida simplemente y con el cabello suelto, mientras que aquí se viste formal y se recoge el cabello en una coleta alta. Lo único que la hace menos formal son sus zapatos, los cuales tiene una gran variedad.

No es mi tipo de mujer, es todo lo contrario a lo que he buscado y deseado. A veces hasta me saca de las casillas cuando habla yendose por las ramas o hablando de cinco temas al mismo tiempo.

—¿Qué opinas?

No tengo ni idea sobre que debo opinar.

—Claro, manéjalo tú. No tengo problemas.

Frunce el ceño y no puedo evitar mirar sus labios.

—A mí me parece un presupuesto elevado, pero como es tu casa, tú pagas.

El presupuesto, claro, el cual mandó por correo y yo no revisé por que me distraje con ella.

—Pensándolo bien… Deja que lo analice.

—Muy bien. ¿Confirmo tu asistencia al evento de caridad del señor Tipton?

—¿Cuándo es?

—El próximo fin de semana. Sábado. Es un evento para recaudar dinero para una clínica de rehabilitación de adolescentes metidos en las drogas y en el alcohol. No te preocupes por Elena, yo puedo ocuparme de ella mientras tú vas, pues es una buena causa.

—No necesito asistir para donar dinero.

—¿No se supone que los empresarios usan esos eventos para hacer negocios y crear contactos mientras donan dinero para la caridad?

Sonrío.

—Exacto.

—Debes ir si es que quieres hacer negocios.

—Odio los eventos. Suelo evitarlos y enviar un cheque.

—¿Quieres que haga eso? Me refiero a un cheque tuyo porque yo no tengo cheques y probablemente no tendría fondos.

No puedo evitar reír porque eso es algo que tiene Brooklyn, la capacidad para hacerme reír. Ella dice que no río mucho y puede que tenga razón.

—¿Hay que confirmar ahora?

—No, puedes confirmar hasta dos días antes.

—Déjalo en pausa, pues veré más adelante.

—Bien, me pondré un aviso para preguntarte de nuevo.

Miro la hora.

—¿Ya almorzaste?

—No. Estaba pensando en ir a casa. Sé que Elena está bien porque hablé con Helga, pero tampoco quiero abandonarla de repente tanto tiempo, pues se tiene que acostumbrar más a nosotros.

Normalmente, me quedaría trabajando, es algo que deseo, pero Brooklyn tiene razón. No podemos dejar a Elena con la niñera todo el tiempo.

—Vamos.

—¿Vamos?

—Según me dijiste, no tengo citas programadas para hoy a la tarde y debo revisar propuestas de nuevos posibles clientes. Es algo que puedo hacer en casa mientras Elena duerme la siesta o tú juegas con ella.

—Como quieras. Debo pasar por mi antiguo departamento a buscar unas cosas, así que te veré en la casa.

Se levanta y yo lo hago al mismo tiempo.

—No tienes auto y no te conviene pagar por un taxi cuando yo puedo llevarte.

—No te quiero molestar. Puedo pagar un taxi.

Río.

—No es por eso—agarro mi chaqueta—. Vamos al mismo lugar y no me molesta pasar por tu departamento.

Ella asiente.

—Ya entiendo, quieres ver como es mi departamento—niego con la cabeza—. Está bien, no tengo nada que ocultar y es posible que lo rente mientras no estoy.

—No pensaba entrar contigo a tu departamento, solo llevarte en el auto y esperarte… Brook, estoy intentando ser amable.

Se cruza de brazos frente a mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.