Termino de responder unos correos y muevo los dedos de las manos para relajarlos. Reviso mi teléfono encontrando un mensaje de Josie preguntándome si voy a asistir a su fiesta de cumpleaños el próximo viernes. Dice que hará una cena en su departamento, algo tranquilo con algunos colegas del trabajo, al menos que desee ir a cenar solos como el año anterior.
La verdad es que no tengo ganas de ir a cenar con ella y tampoco asistir a su cumpleaños; sin embargo, siento que debo ir. Ella no es fan de los cumpleaños, pero el suyo sí lo celebra y quedamos que iríamos hablando y viendo las cosas sin definir nada.
No siento que la extrañe y tampoco estoy muriendo por estar con ella; aun así, pienso que es una locura tirar a la basura más de un año de relación por causa de Elena. Por lo menos debería intentar seguir viendo que ella está dispuesta.
Jesse: Puedo pasar un rato.
Josie: Perfecto. Te espero a las siete.
No respondo nada más porque creo que es innecesario.
Me levanto del escritorio, agradecido que Carlos tuviera su oficina en la casa, y voy en búsqueda de Brookly, a quien encuentro en la sala gateando detrás de Elena. La bebé también está gateando y riendo mientras su tía la persigue por la sala.
Brooklyn le dice que la va a agarrar y la persigue. Elena gatea rápido escapando de ella. Sus carcajadas me hacen sonreír.
Brooklyn se sienta sobre las rodillas.
—Bueno, gatita, vamos a descansar porque tu tía es vieja en comparación a ti y quiero que mi ciático llegue bien a los sesenta años para ser una anciana genial.
Elena se asoma desde atrás del sofá y se encuentra con mi mirada. Ella imita a su tía colocándose de rodilla y me señala.
Brooklyn voltea a mirarme y una sensación extraña surge en mi interior ante su mirada azulada y la sonrisa genuina que la acompaña.
—¿Ya terminaste el trabajo? —se levanta y llama a Elena, quien gatea hacia ella y se deja tomar en brazos—. Helga se fue y nosotras jugábamos.
—Ya lo vi. No sé quienes de las dos se divertían más.
Ríe.
—Definitivamente yo. Lástima que me canso—le hace cosquillas a Elena—. Le preparé el baño. ¿Puedes cargarla?
—Ya veo que tienes práctica.
—En algún momento tocaba aprender. No me tira los brazos y lloró cuando se fue Helga, pero ya no llora cuando la cargo—la extiende hacia mí—. Ve con el tío Jesse, Elena.
La agarro con cuidado. Ya no me da miedo romperla y que no llore es un plus.
Brooklyn sube las escaleras directamente al baño. Aparto la mirada de su trasero porque no está bien que la mire.
—Bien, Elena. ¿Qué quieres hacer? —ella me mira con el ceño fruncido—. ¿Yo decido? Me daría una ducha y leería un poco. No creo que a ti te parezca divertido.
Me acerco a su sector de juego en la sala y tomo asiento en el suelo. Siento a Elena sobre mis piernas y ella agarra los cubos de colores para luego intentar apilarlos. Yo la ayudo y los golpeo sin querer con el codo. Elena ríe y aplaude.
—Ubo.
—¿Quisiste decir cubos? —sonrío—. De acuerdo, vamos de nuevo.
Apilo los cubos, pero esta vez ella es quien los tira y aplaude al hacerlo. Me sorprendo a mí mismo distraído y riendo, repitiendo la acción con los cubos, hasta que Brooklyn interrumpe en la sala.
—Siento interrumpir la diversión, pero Elena debe bañarse.
Me levanto con la pequeña en brazos y trago con fuerza al encontrarme a Brooklyn usando un traje de baño de pieza completa de color rojo. La he visto en traje de baño de dos piezas, pero el de una pieza resalta más su figura delicada, sus pechos y sus ojos.
—Ubo. —exclama Elena.
Brook ríe y toma en brazos a Elena.
—¿Estás bien, Jesse? Ni que estuvieras distraído con los pechos que casi no tengo. —ríe.
No me da tiempo a decir que sus pechos están bien porque se da la vuelta y se va con Elena. Menos mal porque no debería hacer ningún comentario sobre sus pechos.
«Carajo, Jesse, no puedes sentirte atraído por ella porque complicaría todo y no es mujer para ti».
Debo pensar en Josie, aunque no recuerdo haberla visto en traje de baño. Claro que la conozco desnuda, solo que no recuerdo haber apreciado mucho su cuerpo.
En lugar de subir al baño, voy a la cocina, me sirvo una copa de vino y miro lo que hay para cenar.
Llegamos a acuerdo con Helga. Quedamos que la prioridad sería Elena y nos cocinaría cuando tuviera tiempo, algo que hace mientras la niña come o duerme la siesta.
Brooklyn me dijo que no podía pagar tanto por la comida y no iba a dejar que yo pagara porque es muy independiente, además se niega a usar el dinero que dejaron su hermana y Carlos. Dice que es para Elena. Y todavía no tenemos acceso por completo de este, solo para gastos básicos, incluyendo a la niñera. Decidí pagarle a Helga un precio justo y le pedí que le dijera a Brooklyn que cobraba la mitad y que el arreglo quedara entre nosotros. Ella estuvo de acuerdo y todos felices.