Bebo un poco de vino para pasar el rato. No quiero tomar demasiado porque tengo que conducir de regreso y no me gusta correr riesgos.
Josie dijo que podría quedarme. Brooklyn mencionó lo mismo; aun así, no me siento cómodo quedándome.
Ni siquiera quería asistir y lo hice por compromiso, nada más.
He estado dándole vueltas al asunto con Josie y decidí que lo mejor es terminar por tiempo indefinido. Mi cabeza no está en ella y en nuestra relación, y eso no es justo para ella.
Debería desear quedarme a pasar la noche con ella y tener sexo. En lugar de eso, estoy ansioso por salir de aquí e ir a casa.
Tampoco dejo de pensar en Brooklyn y menos cuando regresó a casa tras salir a tomar algo con su amiga aparecida y contó que dos hombres le dieron su tarjeta mostrando interés en salir con ella.
No dijo si aceptaría salir con alguno, no quise preguntar y ella no dio detalles. Quiero pensar que no porque dijo que se tomaría tiempo para sí misma.
No debería importarme, sin embargo, lo hace y no puedo seguir negándolo, al menos no a mí mismo porque no pretendo hacer nada de nada, solo resistir hasta que podamos dejar de vivir juntos y compartamos a Elena por separado.
Brooklyn es el tipo de mujer por quien pierdes la cabeza sin darte cuenta y yo odio perder el control. Ella puede ser impredecible y yo soy una persona predecible a la que no le molesta serlo. Y yo no soy el tipo de hombre de ella, algo que ya dejamos claro, así que solo me queda guardar la distancia hasta que debamos.
En el trabajo no hay problema porque no estoy todo el tiempo con ella y me enfoco en mi trabajo. Y no deseo que ella deje de trabajar para mí. Es la mejor asistente que he tenido y me gusta que sea observadora sin hablar más de la cuenta. Pensaba que sería todo lo contrario; no obstante, ya entendí que Brooklyn trabajando es una cosa y fuera del trabajo es otra. Para mí está perfecto.
—Jesse.
Giro la cabeza y saludo con un apretón de manos a Patrick, uno de los abogados compañeros de Josie y también lo era de Carlos.
—¿Qué tal? No pensé que vendrías dado que no eres fan de los eventos sociales.
—Decidí socializar un poco. Tú tienes cara de que no deseas estar aquí.
—Tampoco socializo mucho.
—Para ti es peor porque es el cumpleaños de tu novia y no puedes irte cuando quieras como en mi caso.
Miro a Josie charlando con una persona, luego con otra y apenas me ha prestado atención. Es como si notara mi existencia cuando desea marcar territorio.
Ella nunca fue muy cariñosa y la otra noche lo fue cuando Brooklyn estuvo presente. Esta noche es igual. Solo me abrazó cuando una de sus nuevas amigas intentó coquetear conmigo, luego me ignoró por completo.
Lo peor de todo es que creo que siempre fue así y apenas me estoy dando cuenta.
Brooklyn mencionó que yo parecía más un trofeo para ella que su pareja. No le di importancia al comentario porque descubrí que me daba igual si ella era cariñosa o no. Yo tampoco soy de las personas cariñosas que necesitan besar, acariciar y tener a su pareja cerca todo el tiempo.
—No creas tanto.
—¿A qué te refieres?
—Tú sabes mi situación.
—Sí, que Carlos te dejó a su hija, a ti y a su hermosa cuñada Brooklyn.
Enarco una ceja.
—¿Hermosa? No sabía que conocías a Brooklyn.
Ríe.
—Sí, tuve el placer de cruzarla en un par de ocasiones mientras trabajaba en algún caso con Carlos. Solía ir a su casa y a veces estaba Brooklyn visitando a su hermana. No la traté demasiado, pero no se puede negar que es hermosa y tiene una personalidad refrescante y única, no como las estiradas de las abogadas de la firma o las mujeres que conozco. No sé si sería material de novia, pero para pasar el rato no está mal.
Aprieto los dientes por escucharlo hablar así de Brooklyn. ¿Acaso la está considerando mujer de aventuras?
—Brooklyn es fantástica. Es trabajadora, inteligente, con un gran sentido del humor y lealtad que pocos tienen. Cualquier hombre sería afortunado de tenerla como novia. Ella no es mujer de aventuras.
—Tranquilo, no es para que te ofendas. No lo dije en el mal sentido. Como dije, no la traté demasiado y no la descarté como prospecto de novia. Es más, la invité a cenar y me dijo que no. Carlos mencionó que estaba en una relación con alguien en ese momento. No tuve la oportunidad de descubrirlo.
—¿Te dijo que no?
—Sí, ni siquiera me dio una explicación de por qué no quería salir conmigo. Solo le pregunté si le gustaría ir a cenar y ella me dijo: “no, gracias”. Y se fue. No volví a verla hasta el día de la lectura de testamento, pero no me prestó atención.
No puedo evitar sonreír en mi cabeza. Esa respuesta es muy Brooklyn.
Uno de mis empleados la invitó a salir y ella le dijo que no. Cuando él le preguntó el motivo, ella respondió que no estaba interesada y no dijo nada más. No dio excusas para no herir los sentimientos de otra persona, simplemente fue tajante y firme en su respuesta.