Tres años atrás
Micaela
Ese día viernes todo había transcurrido con "normalidad", dentro de lo que cabía. Y era que, desde hacía meses atrás que mi vida no podía considerarse normal, por mucho que lo intentara.
En mi sección habían decidido que debíamos hacernos cargo del festival de primavera de mi colegio. A su vez, íbamos a ser los encargados de la parte financiera para juntar dinero para la fiesta de despedida de los de quinto. Era tradición en mi colegio que los de mi año, los de cuarto, les organizáramos una fiesta de despedida, a lo grande, a los de quinto, porque estos ya iban a dejar la secundaria y se iban a enfrentar a su vida adulta.
Como hacía poco nos habían hecho un test vocacional, y yo había sido de las pocas que había dicho que quería estudiar Economía, una de mis compañeras, Ana —quien, desde que yo había sido trasladada a esta escuela, me había tratado mal porque me veía como un bicho raro— no había tenido "mejor" ocurrencia que proponerme como la presidenta del comité de economía de mi salón. Yo quise oponerme en un primer momento. Pero, luego de ver nuestro tutor que aparte de Ana, ningún otro había propuesto a nadie más para el puesto, me había sugerido que aceptase serlo.
—Micaela, creo que sería una buena idea que te hicieras cargo del comité financiero, así podrías integrarte con tus compañeros y socializar con ellos.
—Pero, profesor...
—Desde que llegaste a esta escuela, hace casi un mes, estás aislada, no veo que tengas amigos. Siempre que hay trabajos en grupo, me pides hacerlo por tu cuenta.
—¡Es que ellos no me aceptan! —alegué triste.
Y era cierto. No tenía ni un solo compañero en mi sección, menos en la escuela, a quien pudiese considerar amigo.
—Micaela...
—¡Ellos me ven como un bicho raro! —dije con la respiración entrecortada. Recordaba que, desde que había llegado a esta secundaria, nadie, a excepción de mi hermano Miguel, quien estaba en quinto, se había mostrado amable y sociable conmigo—. Todo el mundo me ve como un bicho raro —alegué llorando.
El tutor meneó la cabeza.
—Sé que es difícil seguir con tu vida luego de que tu caso tuviera tanta difusión en las noticias, pero... A no ser que pensaras en mudarte en el extranjero, aunque incluso me parece haberlo visto en CNN Noticias, no le veo salida alguna. —Suspiró.
—Pero, profesor...
—Sea aquí o en otro colegio, creo que todo va a ser igual. Esto te va a seguir a donde vayas y debes aprender a convivir con ello, ¿sí?
—Es muy fácil decirlo y otra hacerlo —alegué mientras estrujaba mis manos.
Mi profesor no parecía darme tregua alguna. Su mirada fría y fastidiada, en vez de ayudarme, me hacía las cosas más difíciles.
—Usted no está en mi posición —continué—. No sabe lo que es venir cada día a la escuela, darse cuenta de que tus compañeros te señalan —dije arrugando la frente—, oírlos murmurar, inventarse uno y mil chismes, y reírse cuando caminas por los pasadizos de la escuela, sino ser crueles con una...
Yo ya no pude continuar. El llanto me ganó
Empecé a recordar que, ni bien había empezado mis clases en esa secundaria, había sido víctima de bullying por parte de mis compañeros. Desde llenarme el casillero y el cajón de la carpeta de recortes de periódicos en donde salía mi rostro, fotomontajes en donde yo era vista como una delincuente, sino aberración de la naturaleza, hasta una ocasión —hacía dos días atrás—, en los que Ana junto a su grupo de amigas me habían golpeado en el baño de mujeres, cortándome un trozo de mi pelo, provocando que este tuviera un tamaño irregular, debiendo hacerme un moño desde entonces para no captar la atención de mis padres ni hermanos, hasta ver pintas en los baños con mi nombre y adjetivos incalificables.
No, yo no era aceptada por mis compañeros, y dudaba mucho de que, mi nuevo cargo como presidenta del comité financiero, cambiaría en algo mi suerte.
—No me gusta nada lo que me estás contando. —Hizo una pausa—. ¿Has sido víctima de bullying, Micaela? —preguntó mi tutor.
—¿Eh?
—Te estoy preguntando si has sido víctima de bullying, porque lo que me dices, de los rumores y burlas, significa acoso escolar, ¿sí? Y eso es algo que no voy a permitir entre mis estudiantes —dijo muy serio.