Pecados capitales

3

Era de madrugada, me encontraba aburrido de estar ahí sin hacer nada. Después de observar que todo estuviera en orden con Nube, me dispuse a dar una caminata nocturna.

Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en lo interesante que era esa chica. Iba renegando de que estaría mejor sin un portador, cuando una voz fría interrumpió mis pensamientos.

—Sí gustas puedo arreglar lo del portador.

***

Al girarse para averiguar de quién era esa voz, Ónix se paralizó.

—¿Tú? —tartamudeo.

—Es un gusto verte de nuevo, Ónix —carcajeo.

—¿Qué carajos haces aquí? —Ónix se rio de su pregunta y continuo —. Mi pregunta es estúpida. Sé a lo que vienes.

—Escuché lo que mencionaste, sobre que era mejor no tener portador.

—Yo nunca mencioné eso —apelo Ónix esbozando una sonrisa —. Creo que con los años te has quedado sordo.

—Tu y tus malditas mentiras, demonio.

—Vamos. Sí soy un demonio bastante honesto —comentó de manera sarcástica.

—Creo que eres el peor de los cuatro —añadió sobándose la sien.

—Como digas. Debo seguir con mi recorrido nocturno.

Dicho esto, Ónix empezó a caminar.

—Entonces ¿Debería aprovechar que dejaste solo a tu portador? Yo creo que sí, de todas maneras, ya sé todo sobre la chica. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí! Nube.

Ante el comentario del ángel, el demonio se detuvo, enseñándole los colmillos.

—Sí te atreves a tocarle un solo cabello a Nube, te arrancaré la cabeza sin pensarlo dos veces.

—Dudo mucho que puedas protegerla, como ya sabes quién —contraatacó —. Mas te vale regresar con tu portador en este momento y tener mucho cuidado. Digo, si no quieres que lo mate así de fácil.

«Es tan molesto», pensó Ónix.

—Tú eres igual de molestó, demonio. Seres como ustedes no deberían existir.

—Tampoco deberían existir seres que se creen tan perfectos —hizo comillas.

Al terminar de decir esto Ónix, retomó su camino, escuchando a la distancia la enorme arrogancia del ángel creyéndose perfectos.

«Los ángeles son tan molestos», pensó Ónix.

—¿A dónde vas? —cuestionó una voz misteriosa que corría hacia Ónix.

—A casa de Nube —contestó Ónix serio —. ¿Qué haces aquí Luke?

—Estaba aburrido y salí a caminar —se encogió de hombros.

—¿Cómo haces eso?

—¿Hacer qué?

—¿Cómo carajos hacen eso? Estar siempre felices y sonreír por... —Ónix agachó la cabeza —. Olvídalo.

—¿Hace cuanto que no sonríes por estar feliz?

—Ni siquiera lo recuerdo.

—¿Fue desde lo que pasó con?
—¡Cállate! —vocifero Ónix con ojos rojos.

—Tranquilo —tartamudeo asustado Luke —. Solo quiero ayudarte hermano.

—No me digas así —sus ojos vuelven a ser negros, mientras caminaba.

—Vamos. Sabes que eres mi hermano, y que lamentablemente Jack y Damián son nuestros hermanos.

—Desgraciadamente sí. ¿Piensas seguirme? —intrigó arqueando una ceja.

—Sí. No tengo nada que hacer.
Ambos demonios fueron a la casa de Nube, entraron sentándose en el comedor.

—¿Jugamos? —invitó Luke sacando una baraja.

—El que pierda se encajara mi catana —advirtió Ónix con una sonrisa sádica.

—No jodas, siempre ganas tu —replicó tragando grueso Luke.

—Vamos, solo es una catana.

—Claro, solo una catana.

Empezaron a jugar, y luego de varias partidas en quedar empates, Luke perdió. Ónix le entregó su catana, esperando a que Luke se la encajara, pero una adormilada Nube los interrumpió.

—Buenos días, Ónix y Luke.

—-Hola Nube —saludó Luke a punto de clavarse la catana.

—Apúrate, que ya quiero ver sangre —resopló Ónix.

—Claro, y tiene que ser mi sangre.

—Me aburro —le arrebata la catana a Luke —. Adelantemos las cosas —carcajeó de manera sádica.

Sin previo aviso, Ónix encajó su catana en el abdomen de Luke.

—¡Ónix! ¿Qué carajos hiciste? —regaña Nube con el rostro pálido.

—Él perdió —le saca su catana a Luke —. Tenía que cumplir lo dicho —respondió encogiéndose de hombros.

—¡¿Qué chuchas te pasa, loco?! —bramó mientras se limpiaba la sangre.

—No exageres —añadió Ónix rodando los ojos.

Ónix colocó su mano en la herida de Luke, sanándola de inmediato.

—Contento —inquirió en forma sarcástica —. Estoy aburrido, y ¿Tú qué haces despierta?

—Ónix, son las seis de la mañana.

—¡¿Qué?! ¿Tanto pasamos jugando? —gritó Ónix sorprendido.

—Creo que sí —agregó Luke.

—¿Quieren desayunar?

Ambos demonios asintieron. Luke ayudó a Nube a hacer el desayuno, mientras que Ónix decidió sumergirse en sus pensamientos.

«No creí que ese maldito fuera enviado de nuevo, y justo a mi cuando me tocaba proteger al portador. Su maldito rostro, su maldita voz, el verlo me traen tantos recuerdos que quise olvidar».

—¡Ónix! Está listo el desayuno —gritó Luke, interrumpiendo sus pensamientos.

—Ya voy tarado! —contestó Ónix en el mismo tono.

Los tres empezaron a desayunar en silencio.

—Hoy debo ir al trabajo —informó Nube.

—Debo regresar con los chicos que se encuentran con Aksala. Nos vemos luego Nube, y gracias por la comida —agregó antes de marcharse.

—Cuando volvamos de tu trabajo, quiero que hagas tu maleta con lo necesario —ordenó Ónix.

—¿Por qué? —curioseo confundida.

—Irás a vivir a mi casa, la tuya no es segura. Él ya debe saber dónde vives.
—¿Él?

—¡Solo obedece!

Nube le indicó a Ónix que solo se duchaba para poderse irse a su trabajo, avisándole de la misma el demonio a su portadora; entrando cada uno a sus respectivas habitaciones.

Después de darse el baño, ambos se dirigieron al trabajo de Nube.

—Mira. En esa biblioteca encontré el libro —indicó con el dedo índice.
—¿En esa biblioteca estábamos? —susurró Ónix.

—¿Dijiste algo?

—No.

Nube iba platicando con Ónix, quién tan solo se limitaba a escuchar.

—¿A quién te referías cuando dijiste él debe saber dónde vives?




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