Pecados capitales

15

Ónix se encontraba enojado caminando por los sombríos pasillos, ya que alguien había dejado salir a las almas pecadoras, de sus respectivas celdas; provocándose un caos.

Y, de un portazo entró a la sala del trono. Nube lo observaba confundida.

—¿Qué pasa pastelito? —cuestiono Nube.

—No te preocupes, galletita. Todo está bien —respondió con una sonrisa dibujada en su rostro.

Con la misma expresión de antes, gritó el nombre de sus tres hijos, quienes, de inmediato aparecieron frente a él, como unos soldados se tratasen.

—Resulta que alguien liberó las almas prisioneras —añadió Ónix con las manos en la espalda —. Y, se armó un caos. Quiero saber ¿Acaso uno de ustedes lo hizo?

Dicho esto, los miró de forma atemorizante, ocasionando que la más pequeña se asustara, corriendo hacia Nube. Ónix solo la siguió con la mirada, para después regresarla con sus dos hijos mayores.

—Y ¿Bien? ¿Fue alguno de ustedes? —repitió.

—¡Fue el abuelo Hades! —informaron al unísono Azazyel y Christopher.

—Si me mienten, su castigo será peor —advirtió Ónix.

Ambos demonios solo asintieron, para después retirarse a su entrenamiento. Mientras Ónix observaba que sus hijos salían como almas que lleva el diablo, invocó a su papá, quién apareció.

—¿Se puede saber, por qué dejaste salir a los pecadores? —bramo enojado Ónix.

—Estaba aburrido. Me encanta ver cómo tratan de escapar.

—Si serás. ¡¿Sabes el caos que se ocasionó por tu culpa?!

—Bah, no es para tanto. Bueno, tengo más caos que ocasionar, pero está vez en el mundo mortal. Nos vemos luego.

Dicho esto, Hades se marchó. Ónix se acercó a su esposa e hija, le acarició la mejilla a la pequeña que estaba asustada.

—Lo siento por asustarte, mi princesa. Estaba enojado, es todo —le dedicó una dulce sonrisa.

—Deberías dejar de tratarlos como soldados, son tus hijos —replico Nube.

—No los trato como soldados —contraataco Ónix sonriendo de lado.

—¿A no? —arqueo una ceja Nube —. Solo mira. ¡Alisson!

—¿Sí mami? —respondió la pequeña demonio poniéndose en firmes.

—¿Qué decías? —cuestiono triunfante.

Ónix cargó a su pequeña demonio, mientras que ella le contaba que, en otra ocasión, su hermano Azazyel le contó sobre un libro que había en su reino.

—¿Es verdad que ese libro existe? —curioseo Alisson.

Ante tal cuestionamiento de su hija, ambos reyes se miraron y sonrieron.

—Claro mi pequeña flor. Sin ese libro nunca habría conocido a tu madre.

—¿De verdad? ¿Entonces existe?

—Claro Aliss. Ese libro fue la razón por la que conocí a tu padre y tíos —agrego Nube.

Alisson seguía sorprendida por la historia de aquel libro, cuando, de repente, una patada abrió las grandes puertas de la sala del trono, interrumpiendo la plácida charla.

—¡Ya llegó el amor de tu vida, bebé! —grito Damián.

—¡¿Cuántas veces tengo que decirte, que no abras a patadas la puerta?! —advirtió Ónix bajando a su hija.

—Es inútil. Este cabeza hueca no entiende —rodo los ojos Jack.

Al ver qué los tres demonios habían llegado, Nube los saludo, siendo correspondida por el gesto. Alisson corrió con ellos, contándoles sobre lo que sus papás le dijeron sobre el libro.

—Vaya. ¿Sabes? En esa historia aparecemos nosotros —contó Jack.

—¿De verdad? Me gustaría alguna vez ver ese libro.

—Créeme que no lo quieres ver, pequeña. Ese libro es realmente viejo. Además, Ónix, deberías hacerlo de nuevo y claro, con nuevos datos —indico Luke.

—¿Algo más jefe? —interrogo con sarcasmo Ónix.

—Sí. Evita las partes feas de la historia, por favor.

—Tu confianza ante mí, tu rey, me ofende.

—Uy, perdón. Lo olvide grandioso y guapo rey Ónix —hizo una reverencia Luke.

Ante tal broma, todos los presentes rieron.

—¿A qué vinieron? Dudo mucho que solo vinieran por nada.

—Veras... —desvío la mirada Damián.

—Hace unos días nos percatamos, que algunos ángeles han estado rondando la zona —informo Jack.

—¿Qué? —intrigo furioso Ónix.

—Alisson ¿Te parece si vamos a ver a tus hermanos entrenar? —curioseo Nube, dejando solos a los cuatro demonios.

—Ahora sí. ¿Cómo que han estado rondando la zona? —interrogo Ónix una vez percatándose de que su pequeña hija no estuviese.

—Además, han comenzado a vigilar a los demonios que mandas al mundo mortal —añadió Damián.

—Mientras nosotros hacíamos nuestro trabajo, uno de ellos nos interrumpió —continuo Luke.

—¡¿Qué acaso no conocen las benditas reglas?! —vocifero Ónix.

—Pues parece que no. Por cierto ¿Y el libro? —cuestiono Jack.

—Esta resguardado, no podrán encontrarlo. Además, no lo mandé al mundo mortal, sino que se encuentra en el palacio —comunico Ónix.

—Menos mal. Tal vez es lo que busquen —insinuó Damián.

—¿Insinúan que están buscando el libro de nuevo?

—Es una posibilidad, ya que han estado observando a los demonios —respondió Luke.

—Se les nota muy sospechosos. Además, es raro que, de un día a otro, mandaran ángeles a cuidar —hizo comillas Jack —, a los mortales.

—No buscarán problemas, si saben lo que les conviene —apelo arrogante Ónix.

—Aun así, no hay que fiarnos de ellos —sugirió Jack.

—Lo sé.

Dicho esto, Ónix salió del trono, para dirigirse con su familia. Al quedarse solo los tres demonios, se miraron mutuamente, suspirando.

—Bueno, es el rey. Él sabe que hacer ¿No? —mascullo Jack.

—Supongo. Volvamos al mundo de los mortales, ya que tenemos trabajo que hacer —ordeno Luke.

—Sí. De hecho, tengo un trato con una pequeña humana —indico Damián.

Ante tal comentario, Luke comenzó a echarle carrilla, ocasionando que Damián se sonrojará y Jack se enojará; callándolos.

Ambos obedecieron a la orden del otro demonio, para después abrir un portal, desapareciendo en él.

•••

«Espero no se desate una guerra entre ambos reinos», pensaba Ónix mientras caminaba hacia la sala de entrenamiento.




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