Pecados capitales

16

He estado pensando, en ¿Cuándo fue la última vez que vi a mi Ónix? Después de algunas centurias, decidí volver a su lado, ya que me siento lo suficientemente bien, para regresar.

—No me esperes, que quizás ni siquiera vuelva —avisé.

—¡Como si me importará! —respondió mi acompañante.

—A veces me preguntó por qué sigo viviendo aquí contigo —reclamé.

—Tampoco yo lo sé. Así que ¡Largo! Qué no me dejas ver la televisión —vocifero.

—¡Me largo! Pero, me vas a necesitar sabandija.

Salí de la casa azotando la puerta, me dirigí a un callejón oscuro, desapareciendo entre las sombras. De pronto, recorrió en todo mi cuerpo aquel escalofrío que no sentía hace siglos.

•••

Se encontraban Ónix y Nube caminando por los sombríos pasillos del palacio, cuando, de pronto, Hades iba corriendo, mientras cargaba a Alisson. Ante tal acción, la pequeña demonio se reía.

—¿Ahora qué hiciste? —cuestiono serio Ónix.

—¡Carajo! No hagan enojar a la bestia —respondió Hades agitado.

—Cuando va a entender que no debe llevar a Alisson a sus 'locas aventuras' —hizo comillas Nube, mientras le quitaba a Alisson.

—Mamá, casi me come la bestia.

Ante el comentario de su pequeña princesa, Nube y Ónix observaron a Hades con el ceño fruncido, quién, sin dudarlo, corrió del lugar.

—¡Vuelve acá, mal padre y abuelo! —vocifero Ónix.

Ónix iba a iniciar una persecución contra su padre, cuando, de pronto se detuvo en seco. Ónix se acercó de nuevo con Nube, a apreciar lo que su padre observaba.

De la oscuridad de los pasillos, se acercaba una mujer demonio, con el cabello largo debajo de los hombros y un poco revuelto. La demonio los diviso sorprendida.

—¿Ónix? ¿Amor? —exclamo la demonio, acercándose a Ónix.

—¿Estás viva? —cuestionaba Ónix confundido.

Ante la aparición de la demonio, Nube la observaba sería y arqueando una ceja.

—Pero ¿Tu no habías muerto? —tartamudeo Hades.

—Ven mi lindo y amado Ónix —comento extendiendo sus manos.

Ónix no lo pensó dos veces, y la abrazó con lágrimas rodando por sus mejillas.

—Pero ¿Cómo? —sollozaba Ónix.

—Ya, ya, mi amor —añade la demonio secándole las lágrimas —. Sabes que no me gusta verte llorar —le dedicó una cálida sonrisa a Ónix.

Ónix se limpió las lágrimas que aún rodaban por su rostro, para después separarse del abrazo.

Después de que Ónix se separara, en el palacio reino el silencio, mientras que la demonio observaba a Hades, desviando enseguida la mirada.

—Creo que debí volver tiempo atrás. Pero, no pensé que había transcurrido tanto tiempo.

—Y ¿Mi abrazo Bella? —curioseo Hades extendiendo sus manos, siendo correspondido por la demonio.

Nube veía a Ónix enojada. Sentía celos del mundo mortal, Supremo e Inframundo, correr por sus venas. Ónix notó está reacción de su esposa, así que le dedicó una sonrisa.

—Galletita, te quiero presentar a mi madre —resoplo Ónix, esbozando una sonrisa.

—¿Tu madre? —cuestiono sonrojada.

—Y tú ¿Quién eres? —intrigo Bella arqueando una ceja.

—Soy Nube Hidalgo, señora.

Ónix abraza de la cintura a Nube, y le menciona a su madre que es su esposa. Ante esta noticia, la demonio recién llegada se inmuta.

Hades, le ordena que no empiece con sus cosas de analizar a Nube, ni ponerla a prueba para ver si te agrada como esposa de Ónix, ya que Nube es una buena demonio.

Ante el comentario de Hades, Bella se enojó cruzándose de brazos y reclamándole a su esposo que se fuera mejor con ella, si tan buen demonio era. Advirtiendo una vez más a Bella que no empezará con sus cosas locas.

—Y ¿Cómo es que sigues con vida, mamá? —curioseo Ónix.

Bella les contó, que después de la pelea que hubo por el libro; atravesándole con la espada, se percató de que no le dieron justo en el corazón. Esta parte de la historia le generó una duda a Hades ¿Por qué desapareció?

Así que, Bella continúo narrando, que cuando despertó, dejó el libro en un lugar seguro, y decidió ir al mundo de los mortales, ya que no se sentía insuficiente para criar a sus hijos.

Tanto Hades como Ónix, le recordaron lo maravillosa madre que era, disculpándose por la decisión. De pronto, aparecieron Azazyel, Christopher y Alisson, siendo perseguidos por Sombra y Colmillo furiosos.

Ante la situación, Hades se esconde asustado detrás de Bella.

—Como en los viejos tiempos, Hades —carcajeo Bella.

—Estos niños —negó Ónix —. ¡Colmillo, Sombra, ¡quietos! —ordenó.

Al escuchar dicha orden, los perros se detuvieron, mientras que atrás de Ónix, los tres pequeños demonios sonrían triunfantes. El rey del Inframundo chasqueo los dedos, para después hacer un ademán a los perros que se marcharán de allí.

—Vaya. Pensé que solo tú tenías el control de esas cosas —comentó sorprendida Bella.

—Ya no. De hecho, también ha comenzado a mandar a los demás —informo Hades —. No solo porque sí es el rey del Inframundo —añadió orgulloso.

—¡¿Ónix ha reclamado el trono?! ¿Cómo es que sigues vivo?

—Larga historia, mamá. Por cierto, estos son mis hijos —esbozo una sonrisa.

—¡¿Hijos?!

Ónix asintió.

—Sí que me fui por un largo tiempo.

—Son unos grandes demonios. A pesar de que por ahora no tienen un nivel digno de un demonio guerrero, pero ya lo tendrán —apelo Hades sonriendo de lado.

—Ónix, debo ir al juzgado —aviso Nube —. Con permiso.

—Nube ¿Cierto?

—¿Sí?

—Me gustaría hablar luego contigo.

Nube asintió antes de marcharse. De nuevo, se inició una pequeña discusión. Hades por su parte le advirtió a su esposa que no pusiera a prueba a Nube, y Bella le contestaba que no lo haría.

Mientras discutían, Azazyel le pregunto a su padre, que ¿Quién era la nueva demonio? Respondiendo que era su abuela. Alisson se acercó a ella, interrumpiendo la discusión.

—Eres la esposa de mi abuelo Hades?




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