Pecados capitales

18

Habían pasado ya varias semanas, que vi por última vez a Ónix. Desde entonces, se encuentra en la sala de entrenamiento sin hacer nada, mientras que ¡Yo! Me he encargado del reino.

Mientras nos dirigíamos para la habitación, Azazyel dudaba de que fuera capaz de obligarlo a salir de allí. Al entrar en aquel inmenso lugar, divise a lo lejos a Ónix, entrenando su transformación legendaria demoníaca con su lado oscuro.

—Ónix ¡Ya llevas tres semanas metido en este lugar! —regaño.

—Ónub —respondió arqueando una ceja —. Ónix se encontraba estresado por lo sucedido, así que ahorita estoy al mando.

La furia que sentía por Ónix se transformó en una cólera que ni yo creí que llegaría a sentir. Así que, dándole un zape le exigí que le dijera al rey demonio, cabeza hueca que regresará.

—Tú no me das órdenes. Además, Ónix comentó que no volvería hasta que tuviera una solución.

Ónub solo se limitó a ignorarme, prosiguiendo con su entrenamiento. Esta acción provoco que mi ira llegara a su límite. Hirviendo mi sangre por la colera que recorría por mis venas, salí de la habitación.

Al ver a mi pequeña Allisson que se entristeció al percatarse de que no logré que viniera su papá se me partió el corazón, pero, gracias a Christopher, se alegró.

•••

Se encontraba el rey del Inframundo junto a su lado oscuro, buscando una solución para lo sucedido, mientras que Ónix se quejaba que no tenía ideas.

—Raptaron a Allison, lo mejor sería es matarlo por tocar a nuestra princesa —sugirió Ónnix.

—Lo pensé. Solo estoy esperando el momento para matarlos por haber tocado a mi princesa.

—Tal vez lo mejor sería esperar a que ataquen primero, pero estar preparados para contraatacar.

—Tienes razón. Deberíamos fingir que estamos vulnerables —añadió Ónix con una mano tras su nuca.

—Así probablemente se confiarán y atacaran, pero estaremos preparados —sonrió de lado Ónnix.

Dicho esto, el rey del Inframundo alabó a su lado oscuro, para después ordenarle a su lado legendario demoniaco que regresara. De inmediato se encontraba con el control de su cuerpo dentro de la habitación de entrenamiento.

«Veo que Ónub no perdió el tiempo», pensó mientras sonreía de lado y apretaba sus puños.

—Ahora a buscar a mi pequeña nubecita.

Ónix comenzó a buscar por todos los rincones del palacio a su querida demonio. Al cabo de varios minutos los encontró en la sección de tortura, jugando con las almas, mientras que Nube carcajeaba. El rey frio, cruel y despiadado, aprovecho la oportunidad de abrazarla por detrás.

—Te extrañe —susurró en su oído.

Al escuchar esto Nube, le dio un dulce beso a Ónix, indicando lo mucho que también lo extrañaba. Pero ese momento fui interrumpido por una infantil voz que corría hacia ellos.

—Papi, por fin saliste de esa habitación —comentó con alegría Allison, mientras lo abrazaba.

—Veo que tú también saliste de la zona 18. ¿Te divertiste torturando a todas esas almas? —esbozó su fría sonrisa correspondiendo al abrazo.

Christopher, al ver qué sus papás, junto a su pequeña hermana estaban abrazados, decidió unirse; mientras que el príncipe mayor solo se limitaba a observarlos.

—Los amo —añadió Ónix.

Dicho esto, los reyes del Inframundo ordenaron a sus hijos que se fueran a entrenar. Una vez solos, Ónix le explicó a Nube que lo único que tenían que hacer era fingir debilidad para que ellos se confiaran, a lo que la reina del Inframundo dudaba que fuera una gran idea.

Ónix, con un beso tierno, pero apasionado logró que confiara en él.

—¿Te parece si entrenamos? —insinuó Ónix en tono pícaro.

—Está bien. Vamos con los chicos.

—No me refiero a ese tipo de entrenamiento —apeló Ónix sujetándole la cadera.

—¿Entonces a qué clase de entrenamiento se refiere, mi rey?

—Al que gritas mi nombre, y me rasguñas mi espalda —susurró al oído, provocando un escalofrío a Nube.

***

Un misterioso ángel se encontraba llegando con su superior, para después sentarse junto a él.

—Y bien ¿lo convenciste? —interrogó el superior arqueando una ceja.

—No conseguí ningún trato con él —se encoge de hombros —. Solo quería matarte.

—Bueno. Intentamos hacerlo de forma pacífica, pero él no quiere cooperar. Estuve creando una estrategia que seguro no fallará —sonríe de lado —. Ve preparando a los demás —ordenó.

—Eso espero. Por cierto, los reemplazos que creaste en verdad son sorprendentes —añade inmutado el misterioso ángel.

—Por supuesto que lo son. ¿Sabes dónde está mi hijo?

Ante dicho cuestionamiento de su superior, el ángel niega con la cabeza.

—Ha estado saliendo con frecuencia, descuidando su entrenamiento. A la próxima, debes crearlos con más obediencia —sugirió.

—Lo que diga su majestad. En este caso, ¿por qué no los creas tú? Por algo somos dos —vociferó el superior.

—Lo que digas. Mejor iré a preparar a los soldados.

Dicho esto, se marchó.

«No sabes lo que te espera, Ónix. Espero estén preparados», pensó mientras esbozaba una sonrisa.

***

En el Inframundo se encontraban Azazyel y Christopher haciéndole trampa a Century en piedra, papel o tijera; mientras que la princesa demonio se encontraba cantando.

—¡Carajo! ¡Ya lárguense! —vociferó Century.

—No te sientas mal, Century —inquirió Azazyel abriendo el portal —. Papá nos enseñó a hacer trampa.

Dicho esto, ambos desaparecieron en el oscuro portal.

—Century ¿A dónde fueron mis hermanos? —cuestionó la niña esbozando una sonrisa.

—Fueron al mundo mortal, creo que encontraron una mortal de la cual se enamoraron.

—¿Se enamoraron como mi papi y mami?

—No creo que, con la misma intensidad, pero, creo les atraen y las están cortejando.

—Cuando sea grande me quiero casar con alguien igual de fuerte que papi.




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