Te mudabas, sí te ibas a otro lugar, fantástico.
Me alegré por ti.
¿A quién engaño?
Estaba triste de que te fueras.
De que te alejaras.
De que te olvidaras de mi.
Fue bonito ver tu sonrisa.
—No me voy por siempre, regresaré por ti, lo prometo.—Y se marchó.
Te marchaste.
Nunca volviste por mi.
¿Y la promesa?