Llamaste.
Me contaste que amabas tu nuevo hogar, de lo hermoso que era todo.
Yo me emocionaba por escuchar tu voz, aunque fueran dos segundos.
Me colocaba al lado del teléfono como un niño esperando al camión de helados en una esquina.
Hasta que un día dejó de sonar.
Aún no entendía porqué.
¿Te olvidaste de mi?