-Entro a mi casa con un sentimiento de soledad, está en silencio, se siente vacía, mi pequeño ángel no está y siento que muero, me duele no escuchar su voz, su risa, los pasos de sus pequeños pies, no lo volveré a ver.
-Todo esto es tu culpa- durante todo el viaje en el carro no dije nada, ahora que estamos en casa, sé que esto se volverá un infierno.
-Cariño no empieces- que dulce mi padre, pero sé que él también me culpa de esto.
-Tú no te metas, esto es entre ella y yo - ¿de verdad esta mujer es mi madre? Todavía no entiendo porque tanto odio hacia mí, nunca le he hecho nada.
-Me iré a mi habitación, permiso- sin esperar aprobación de ellos dirijo mi cuerpo hacia las escaleras, entre más rápido llegue a mi cuarto, más tranquila estaré para desahogarme.
-Quien tenía que morir eras tú, no él - gracias mamá, por tu amor.
Al entrar a mi cuarto solo puedo dirigir mi vista a todas las fotos que tengo con mi hermano, veo su sonrisa, sus pequeños ojos brillando de vida y felicidad, no soporto el dolor en mi pecho, duele tanto que deseo morir.
-Tú no tienes derecho de llorar su muerte -
-Mamá ¿por qué me culpas?, ¿por qué tú odio hacia mi?- el odio en su rostro es tan evidente.
-Porque tú siempre eres la culpable de todas mis desgracias- con cada palabra que dice se acerca a mi.
-No me puedes culpar de todo siempre, si tanto me odias, ¿por qué me tuviste?, ¿por qué no me mataste desde un principio?, ¿para que me trajiste a esta vida?- Cada vez elevó más mi tono de voz hasta gritar -¿POR QUÉ NO ME MATAS DE UNA VEZ Y ASÍ ERES FELIZ?
-PORQUE ES DARTE UNA SALIDA FÁCIL DE ESTE MUNDO, PERO SI TE HARÉ SUFRIR HASTA EL DÍA DE MI MUERTE- al terminar sus palabras golpea mi rostro, me deja aturdida, me vuelve a golpear en la cabeza, me toma por el cabello y lo hala, me sigue golpeando cada vez más fuerte, estoy mareada, aturdida y en mi vista aparecen manchas negras.
-Te juro, que te haré sufrir cada día más, así como sufro desde el día que naciste, todos los días desearas estar muerta- dice esas palabras en mi oído, me deja tirara en el piso y sale de mi cuarto, estoy realmente mareada, trato de colocarme de pie pero todo da vueltas, empiezo a llorar de rabia, dolor, tristeza..
-¿Por qué mejor no te doy el gusto de una vez? , igual no te dolería - le hablo al vacío de mi cuarto, pero dedicadas a ella.
Me sostengo de mi peinadora he impulso mi cuerpo hacia arriba para colocarme de pie, ya el mareo a bajado lo suficiente como para caminar, me dirijo hasta uno de los cajones de mi escritorio y empiezo a buscar las tijeras.
-Terminemos esto de una vez- agarro las tijeras y las abro, tiene buen filo, las coloco sobre mis venas en el brazo izquierdo y tomo un fuerte respiro.
-Mi pequeño ángel, nos veremos pronto- y sin pensarlo más, las deslizó con fuerza por mi brazo, la sangre fluye a gran velocidad, cambio las tijeras de mano y las coloco en mi brazo derecho, ya me estoy mareando otra vez, cuando estoy por cortar las venas veo entrar a mi padre a la habitación, le sonrió y hablo.
-Adiós papá - corto con fuerza, todo empieza a quedar en negro.
-HIJA, NO- Es lo último que escucho antes de que todo sea negro por completo.