XIV

-KIM NATASHA ¿SE PUEDE SABER POR QUÉ  NO ME LLAMASTE AYER?- DIOS gracias, interrumpiste este momento, gracias.

-¿Young Mi sung tú también me vas a gritar? Esto es el colmo, día nacional de gritarle a Natasha, perfecto- le digo en tono molesta, cuando en realidad estoy feliz de que llamara.

-¿Cómo que yo también, quien más te grito?-

-Do Hyun, me llamo y me grito, DEFIENDEME FIERA, ME ESTÁN GRITANDO- hago berrinche, sé que ella me va a defender.

-Pues merecido lo tienes, nos dejaste preocupados ayer- me rindo.

-Sung voy camino a casa de mis padres, ¿quieres ir con nosotros? Pasaremos el fin de semana con ellos- vamos a cambiarle el tema.

-¡SI!, ¿pasan por mí? Me imagino que vas es con Do Hyun- si supieras querida.

-¿con quién más iría? Apúrate que ya vamos en camino, dentro de 5 minutos estamos en tu puerta- termino la llamada y marco el número de mi hermano.

-Cambia de dirección, vamos a buscar a Mi Sung-

-¡SI SEÑOR!- amo que me haga caso.

-Bueno, ya escuchaste, vamos por Mi Sung- no lo quiero ver, quiero ignorar la conversación que quedo en el aire.

-Como ordene jefe- siento emoción en su voz, volteo a verlo y tiene las orejas rojas, Oh por Dios, esto será interesante.

-Traje la carpeta del caso Kim, le preguntare unas cosas a mi mamá-

-Nat, ahora que lo pienso, ¿mamá no irá a los servicios funerarios?- buen punto, ella le tiene mucho cariño a esa familia, no sé por qué, cuando son tan, como decirlo, detestable.

-La verdad, no sé, puede ser que sí, ahora que lleguemos a la casa lo averiguaremos- Hyun da una vuelva a la derecha y entra al estacionamiento de los edificios de Mi Sung, me sorprende lo rápido que Do Hyun se aprendió la dirección de mi amiga, desde la primera vez que vinimos se quedó grabado en su memoria, yo dure tres viajes en llegar sin equivocarme de cruce o de edificio.

-Llámala, llegamos- yo me suelto el cinturón y bajo, marco el número de mi hermano

 -Estén preparados para darle la sorpresa- vuelvo a colgar y marcó el número de mi amiga - Estoy abajo, muévete-

-Que tierna eres - me reclama

-Así me amas y lo sabes -

-Me molestas el no poder negarlo- escucho que se cierra una puerta, está saliendo de su apartamento.

-Lo sé, y eso me encanta, apúrate que tengo frío- término la llamada, y si, es que está haciendo frio, estamos finalizado otoño y el clima es más frío, y me encanta.

-¿Por qué no bajas un momento de Hades? puede que quiera ir al baño - volteo a ver a mi amigo, bajó el vidrio de mi lado de la puerta, y veo a los asientos de atrás, donde está mi perro, esta acostado con los ojos cerrados.

-¿Por qué eres tan cruel? El pobre está dormido y tu quieres que lo despierte, si el tuviera ganas de ir al baño estaría como loco ladrando, y lo sabes- le hablo molesta.

-Lo sé, es que me gusta ver como lo defiendes- y se ríe el muy degenerado.

-LEONA RUSA- pero que gritona, eso es raro.

-Acabas de gritar, a todo pulmón, ¿estás bien?- le pregunto, mientras ella me abraza, ya tengo miedo.

-Si, estas viva, ¿tu estas bien?- me pregunta mientras me agarra de los cachetes y mueve mi cara de lado a lado buscando lado.

-Yahhhhh, si no estuviera viva o bien no estaría aquí parada ¿no crees?-

-Es verdad, si no estuviera bien, estaría en su casa, sin contestar una sola llamada- mi amiga voltea a ver el dueño de esa voz, ve a mi hermano y corre hasta el, lo abraza como si fuera un mono y él le da vueltas.

-¡NO LO PUEDO CREER, ESTAS AQUÍ!-

-Y yo también estoy aquí, y me molesta que a mí no me saludes, degenerada, mala amiga, mala cuñada- mi amiga ve a Yun y se suelta corriendo de mi hermano para abrazar a nuestra amiga.

-FIERA DEL MAL ESTAS AQUÍ, NO PUEDE SER, ESTÁN AQUÍ YA- se abrazan las dos de forma tan emotiva.

-Creo que está feliz de verlos, es tan poco común verla dar abrazos- Do Hyun habla a mi lado, no supe en qué momento se bajó.

-¿Qué, celoso de qué no te abrace con la misma emoción?- a mi amigo se le ponen las orejas rojas, que tierno.

-Yo no he dicho eso, tu más que nadie sabe que ella no da abrazos, es muy raro que lo haga- es verdad, ella siempre es la que tiene que empezar el abrazo, donde cualquiera de nosotros sea el que lo empiece corremos el riesgo de que nos golpee, y bien duro que pega esa loca.