Peligro Inminente

Capítulo 1

...

Después de mi desastrosa presentación ahí atrás, creo que lo más conveniente es volver a empezar, ¿no creen?

Iniciemos otra vez...

Mi nombre es Edgar Druilhe.

Soy un chico de 18 años de edad, pertenezco a una familia noble de rango barón en el reino de Eslendor.

Como el joven enérgico y lleno de aspiraciones que soy, sería natural que me encontrara estudiando en la prestigiosa Universidad de Myrthal, ¿correcto?

Sin embargo, tomé una decisión con la cual esperaba, pudiera cambiar el rumbo de mi vida.

Así es, adivinaron. ¡Me enlisté en el ejercito!

Me imagino que se estarán preguntando, ¿qué me llevó a tomar tal decisión a una edad tan temprana y con un futuro tan brillante?

Déjenme decirles que todo tiene una explicación... Ah, pero no esperen una historia heroica o inspiradora. Mis motivos son tan mundanos como la vida misma.

Todo comenzó hace seis meses, cuando mi familia enfrentó una crisis financiera. Siendo una casa noble de rango barón, no tenemos los privilegios ni las riquezas de un duque o un marqués.

Somos digamos, nobles de clase baja. Nuestro estatus siempre ha dependido de mantener las apariencias, pero las malas cosechas, los impuestos y algunas decisiones cuestionables tanto de mi padre como mías (lo admito, yo también tuve algo que ver), nos dejaron al borde de la ruina.

Yo no lo sabía para ese entonces, hasta que padre decidió reunirse conmigo cara a cara, sentados en los sofás de la sala de nuestra casa.

—A ver hijo, te seré totalmente sincero. Sin tapujos ni rodeos.

—¿Si papá? ¿Qué sucede? ¿Ocurrió algo?

Pregunté en aquel entonces, sin saber el porqué padre me había convocado.

—Pues, que te digo...

Padre inhaló y exhaló hondo.

—Nuestra situación... está de la verga hijo.

—¿Eh?

Me sorprendió que mi padre se expresara de tal modo.

Debo aclarar que Padre no es una persona mal hablada ni posee un carácter fuerte. De hecho, es alguien educado y amable. Sus modales eran moderados para ser un barón y tampoco era el tipo de persona que utilizaría el dialecto de los habitantes del continente del sur a la ligera.

No era que usar ese tipo de expresiones fuera malo, es solo que hasta cierto punto, se consideraba vulgar que un noble empleara este tipo de expresiones por cuestiones de ética e imagen ante las otras casas.

Para que mi padre diga que todo está de la v-verga...

¡O-Oh, padre! S-Seguramente es otra de las bromas tuyas, ¿v-verdad? ¡Qué gracioso eres! ¡Eres todo un loquillo padre! ¿verdad? Jaja. ¿¡V-Verdad!?

Tuve un mal presentimiento cuando analicé profundamente el rostro de mi padre.

Mi viejo no estaba bromeando, su mirada de seriedad absoluta carente de vacilación me lo decía.

—P-Padre. ¿A-A qué te refieres con que nuestra situación...?

—Me refiero a nuestra situación económica, por supuesto.

—¿Q-Qué?

—Escúchame Edgar, hijo mío. En cuestión de dinero, nosotros ya no tenemos dinero.

Aquellas palabras calaron hondo dentro de mi ser.

—¿Ya no tenemos dinero?

—No, ya no tenemos dinero.

—¿Nada de nada?

—Nada de nada.

—.... ¿Nadita nadita?

—Nadita nadita.

Sentí que algo amenazaba con estrujar mi corazón y llevarlo a lo más profundo del abismo.

Por supuesto, yo sabía muy bien que significaban tales palabras y todos los problemas que eso acarrearía.

Espera un momento. Todavía podemos hacer algo al respecto.

—En ese caso, solo tenemos que vender algunas cosas que no necesitamos, ¿no es así? No será suficiente, pero al menos podría darnos un poco de tiempo. Por ejemplo, p-podemos vender unos cuantos cuadros de arte que cuelgan en nuestras paredes o vender unos cuantos jarrones de decoración. Seguramente habrán unos cuantos nobles que quieran pagar un buen dinero por...

—Me temo que eso ya no funciona, Edgar.

¿No funciona? ¿A qué te refieres con que "ya no funciona", Padre?

Pregunté en busca de más información y padre explicó con rostro lastimero.

—Me refiero a que tuve la misma idea que tú. Decidí vender algunas de nuestras pertenencias, solo las que no necesitábamos. También tuve que despedir a los sirvientes y criadas de nuestro personal. De ese modo, podría darme lo suficiente para sustentarnos hasta que yo buscara una manera para reponer nuestros ingresos con un plan...

—¿Enserio?

—Si, enserio.

Eso explicaba muchas cosas como; por qué últimamente mi casa parecía más espaciosa que de costumbre o por qué la mayoría de nuestros pocos sirvientes habían desaparecido de la noche a la mañana.

... ¡Un segundo!

—Padre... ¿Y-Y qué pasó con Y-Yuri, nuestra sirvienta? ¡Mi maestra! ¿Entonces, ella también...?

—Así es... Tuve que despedirla.

Resistí el impulso de dejarme caer de rodillas y gritar a los cuatro vientos.

La maestra Yuri fue, además de una diligente trabajadora cuando se trataba del aseo de nuestra casa...

Ella...

Era mi maestra de esgrima...

Ella se encargó de cuidarme y enseñarme todo lo relacionado con las artes de la espada cuando yo era un jovencito, algo de lo que gratamente estoy tan feliz y agradecido. Era como mi madre en ese sentido.

Quise llorar, quería llorar desconsoladamente.

—Pero... Pero... Dijiste que... ¡Dijiste que Yuri se había ido a visitar a su familia!

Padre giró su cabeza como si no quisiera verme a la cara.

—Lo siento hijo... Te mentí.

—N-No puede ser.

¡Esto ya es exagerado! ¡El colmo! ¡Maldición!

He recibido tantas malas noticias en solo una maldita mañana, ¿qué otra cosa podría ocurrir?

Conteniendo como un campeón mi sufrimiento y mis lagrimas, hice la siguiente pregunta a mi padre.

—P-Pero entonces, ¿Q-Qué vamos a hacer?

La expresión de mi padre decayó a una de pesar.



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En el texto hay: aventura, magia, ficcion

Editado: 29.03.2025

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