Peligro por ser bonita.

Capítulo 3: Cuando el Brillo Atrae la Sombra.

El asesino estaba cerca, mirándolas sin que ellas sospecharan. Él pensaba:

"Yo no odio la belleza. Soy admirador. Por eso no puedo dejarla aquí, intacta, corrompiéndose sola. Tienen que entenderlo: soy un conservador. De lo puro. De lo auténtico. Cuando veo a una mujer así, tan perfecta, siento que el mundo la va a profanar tarde o temprano. Así que hago lo que debo hacer: la detengo antes de que eso ocurra. La reservo. En silencio. En paz. Ellas no lo entienden. Ni siquiera las otras mujeres. Creen que estoy matando. Pero no. Estoy salvando algo que este lugar no merece tener."

Elena era una periodista, escribía cada mañana para un periódico que nadie leía fuera del pueblo. Pero ella insistía en firmar con nombre falso. Le gustaba sentirse parte de una tradición oscura. Una voz en la sombra. Una parte de su artículo decía:

"Yo creo que todo esto comenzó mucho antes de los cadáveres. Empezó cuando nos enseñaron que la belleza era poder. Y luego, que el poder era peligroso."

Últimas palabras en el diario personal de una víctima:

Dicen que están matando a mujeres bonitas. Yo no soy valiente, así que dejé de salir sola. Incluso cubro mis espejos con paños. No sé por qué. Es solo que... últimamente, cuando me miro, tengo la sensación de que hay otra cosa ahí, detrás de mí. Una sombra que no se mueve como yo. Que espera.

Anoche soñé que caminaba hacia el bosque, sin querer, guiada por una melodía que no podía oír pero que sentía vibrar en los huesos. Había luces entre los árboles, como antorchas de otro tiempo. Y voces. Voces que llamaban mi nombre, pero no con labios humanos.

Desperté sudorosa. Mi puerta estaba abierta.

El pueblo ya no me reconoce. Ni yo a él. La gente me mira con lástima disfrazada de respeto. Me saludan con palabras que pesan como piedras. Creo que todos saben que soy la próxima. No porque lo digan, sino porque puedo sentirlo. Esa presencia que me sigue. Que me observa. Que tal vez siempre haya estado ahí, esperando a que yo estuviera lista.

¿Acaso la belleza es un pecado en este lugar? ¿O es acaso una ofrenda?

No sé si es un hombre. Quizás nunca lo sea. Tal vez sea algo más antiguo. Más hambriento. Algo que nació antes de los nombres y que ahora recuerda que existimos.

Y que algunas de nosotras brillamos demasiado para este mundo oscuro.




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