Peligrosa atracción

Quinto capítulo.

"El miedo no siempre es malo, a veces funciona como advertencia."

—Suéltala Alex— un fuerte grito hizo eco en el pasillo, su tono de voz fue autoritario.

La presión en mi cuello fue liberada y con un bufido fui soltaba de su agarre.

—¿Es en serio, Adrián? Yo la quiero— dijo quejumbroso

- ¡Cínico! No soy un juguete y mucho menos tuyo- grité indignada y me escondí detrás de Adrián.

- Ahí esta tu respuesta, no la vuelvas a tocar, Alex - dijo seco.

- ¿Qué? ¿Te gusta Adrián? - pregunto Alex alzando una ceja.

- No - resopló con odio

Mentiría si algo en mi no se rompió, tal vez fue mi corazón.

Inconscientemente hice un mohín y aquel joven soltó una estruendosa carcajada.

-Cállate, nos van a oír- habló Adrián

-Ya, lo siento, le pregunté a la bella joven si gustaba de ti, no a ti, idiota-

Abrí mis labios para decir algo, pero las palabras quedaron atoradas en mi garganta, un fuerte sonrojo y nerviosismo se apoderó de mí.

-Ay, que lindo, pero si la pequeña gusta de Adrián- se burló de mí- lástima, él no gusta de ti y creo que jamás lo hará, por como te mira juraría que te odia- me sentí humillada, sentía la vacía mirada de Adrián y podía incluso oír la sonrisa egocéntrica de Alex.

Mi garganta se resecó y mis ojos vidrios se encontraban, lágrimas que amenazaban por salir, pero jamás, Jamás, alguien vería débil a Maddie Sanders.

Pasé una mano por mis ojos limpiando las lágrimas que había soltado y como una cobarde corrí, siempre lo hacía, así como lo hice aquella oscura noche.

Llegué a aquel pequeño cuarto, mis piernas se debilitaron haciéndome caer de rodillas y sin dejar de contenerme más, llore.

Como una niña buscando un abrazo, alguien que le dijera que todo estaban.

Alguien que curara sus heridas, sus saladas lágrimas, sus hipidos y respiración errática producto del llanto.

Abrazándose como una pequeña niña, protegiéndose del mundo.

Su vista se volvió negra y prontamente quedo completamente sumergida en su subconsciente, dormida en piso.

Sin notar como cierta persona la miraba descansando, con una sonrisa apenada en su rostro.
 




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