"Los demonios son como perros obedientes, solo vienen cuando se les llama"
- ¿Estás bien? - dijo la señora Fernanda mientras soltaba ruidosas carcajadas y el resto personas nos observaban.
Si señora, tengo que ir al baño- Salí de ahí en un intento de tener y salvar mi pobre dignidad.
Di pasos rápidos y largos para salir de esa bochornosa situación.
Ingrese al baño y mire mi reflejo en el espejo, mis hermosos ojos miel tenían ojeras, el uniforme estaba manchado por la tierra, y mi pobre cabello. ¡MI CABELLO!
Estaba hecho un desastre, incluso podía ver ramitas saliendo de este.
Bufaba mientras quitabas las ramas, hasta que oí una risa.
- Te ves bastante graciosa- dijo entre carcajadas Adrián.
- Primero, cállate- dije avergonzada- segundo ¿Qué HACES AQUÍ? ¿Sabes que no puedes? Como te vean nos matan a los dos- chille asustada.
- creo que nos escucharan más con tus chillidos, pareces un cachorro, a mí no me pueden hacer nada, soy el dueño de todo esto y no dejaré que te hagan nada a ti, pequeña-
- Espera, ¿eres el dueño?, ¿Qué haces aquí?.
- No hagas preguntas de más, pequeña.
- ¡No me digas pequeña!.
- Uff, se enojó el cachorro, si no lo hago ¿Qué me harás, pequeña? - se acercó peligrosamente a mí e intimidada retrocedí hasta que tope con la pared.
- Yo- bajé mi mirada avergonzada, toco mi mejilla y la retiro prácticamente al instante.
Vi como salía, sonrojada abrí la pluma, tire agua en mi rostro, amarre mi cabello en una coleta alta.
Yo puedo, tú puedes con ese hombre Maddie Sanders.
¿Qué haces aquí, Adrián?, ¿dueño de esto? ¿Él?
Muchas preguntas mi mente comenzó a formular, preguntas que me encargaría de responder una por una.
Se pone en marcha el plan "la verdad de Adrián"
Le tiré un beso a mi reflejo y salí con la cabeza en alto.