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"El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en su mal uso". (Mahatma Gandhi).

Hoy por hoy aún se cuestionan algunos, [...]

Un falda oscura entra en mi campo de vision distrayendome de la lectura.

—Srta Rojas , el Sr Moore ya puede recibirla. Pase por favor.

Cruce el umbral despacio. El sonido de mis pasos se detuvo mientras cerré la puerta. Y al girar la vista hacía mi objetivo supe que de salir victoriosa de aquí no lo haría ilesa. Contrario a mis pronósticos, ninguna nota ni artículo me preparó para la imagen que presentaba el hombre detrás del escritorio. Sabia que, como cualquier aspirante, debía conocer para quién trabajaría en caso de ser contratada. Anibal Moore además de ser un hombre con un atractivo notable, tenía una mirada dominante que pude notar en algunas fotografías. Con un aura sofisticada y atrayente que envolvía como la seda. Sin lugar a dudas no tenía punto de comparación en vivo.

—Buenos días señorita, soy el Licenciado Aníbal Moore. Hoy me encargo de seleccionar al personal adecuado para ocupar el cargo de secretaria en mi área. —Soltó con simpleza. Su rostro lucia recien afeitado y no mostraba timidez alguna. Parecía ser el dueño de la seriedad y la autoconfianza. Aún en caso de ignorar quién era, su sola presencia me dijo que sabía hacer muy bien su trabajo.

—Primero, agradezco su interés de optar por el puesto. He estado revisando su currículum y quisiera que habláramos un poco más sobre la información que nos ha proporcionado.

"Aquí vamos Anastasia, preparada para la hora de la verdad, si lo hacemos como lo ensayamos nada saldrá mal. Tú necesitas el trabajo más que nadie. Por ti y por tus padres, hoy más que nunca necesitamos este empleo".

—Bueno, ¿cual es su nombre completo? —Preguntó después de que tomé asiento.

—Anastasia Rojas Olmedo —Mi voz sonó firme y segura que me enorgullecía de mi misma, tanto así que si yo fuera el Licenciado Moore me felicitaría y me daría de una vez el empleo... por supuesto .

—¿Dónde radicas actualmente?.

—Hasta hace poco vivía con mis padres en las afueras de la cuidad, pero tuve que mudarme al centro desde que me gradué. Vivo en el apartamento de una amigo.

—¿Tuvo?, ¿no estaba dentro de sus planes?

—Sí, por supuesto. Sólo que ...no tan pronto.

—Mire Srta, si está huyendo de algún novio insistente o tiene problemas que puedan irrumpir en mi recepción cualquier día no...— No, no, no no puede hacerme esto. —A riesgo de verme desesperada, lo cual si estoy—.acorto la distancia que me separa de su escritorio con una negativa clara a lo que pretende sea mi descalificación al puesto.

—No, no me mal entienda. Yo... necesito esta oportunidad, pero no por eso. Hace unos meses mi padre sufrió una trombosis mientras trabajaba. Mi madre no tomó bien la noticia y su salud se ha vuelto aún más delicada. El trabajo de medio tiempo no cubría todos esos gastos. Asi que un amigo me habló de la bolsa de trabajo en la ciudad y vine.

— Entiendo. Su novio le consiguió la entrevista

—Esteban no es mi novio, y sí, él lo hizo. — senti un estremecimiento en el cuerpo al ver que eso pareció tener algún efecto en el. Pero eso bien pude haberlo imaginado.

—Esteban Ramírez, esta en el departamento contable. Es responsable y me parece que esta comprometido. —dijo lo ultimo en un tono más bajo, como si fuera solo para él—. Lamento lo de su padre. Debe tener secuelas, un evento de ese tipo no pasa pronto. Agradezco la honestidad, y ya que lo menciona. Su CV me dice que está sobrecalificada para el puesto.¿Qué la motivó a venir hoy?

—Siempre admire la ética de sus empresas y estoy deacuerdo en el enfoque sustentable que sostienen. —bien, desvía el tema de tu falta de experiencia. No planeo conseguir el empleo por mera caridad.

—Agradable observación Srta. Estamos comprometidos con el avance, claro sin efectos colaterales. Ahora dejando de lado las preguntas y respuestas que ambos nos sabemos de memoria— observarlo soltar el Ipad y reclinarse en el asiento me dejó desconcertada , lo que le causó gracia para mi vergüenza. Con un semblante más relajado hizo lo que fue la penúltima pregunta de la entrevista:—¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?.

—Yo.... no se si lo entienda pero es algo más que un trabajo para mí. Recuerdo a mi mi madre ya muy noche trabajando en la sala con montones de informes en la mesa. Aún no sabía leer, pero verla terminar tan cansada pero satisfecha despertó mi curiosidad. Una que con el paso del tiempo me hizo querer hacer eso mismo. Al crecer los número se me daban con facilidad y me hacían sentir cómoda. Son claros, los números nunca mienten. Creo que fue eso lo que me atrajo. —No planeaba ser tan informal. Tonta, tonta. Seguro va a pensar que estás loca. Pero es que hablar de aquello que me apasiona fue tan natural. Y el parecía realmente interesado.

— ... eso la trajo. Bien —me asustó el golpe de su mano contra la madera, por fortuna me regresó a la realidad. Una realidad donde mi futuro depende en gran medida de él.—dice que ha trabajado medio tiempo, ¿estaría dispuesta a trabajar la jornada completa?

—Claro Licenciado., lo que haga falta.— la sonrisa que me regaló esta vez estaba provista de algo más que no podía determinar con claridad.

—Deje su número con Gomez —presumo se refiere a la mujer de rostro dulce que nos recibió. A lo que asenti.

—Perfecto. Muchas gracias por haber venido. Aguarde en recepción un par de minutos con el resto de las aspirantes, en breve anunciaremos quien ocupará el cargo de secretaria.

Y eso hice.

Apenas abandoné la oficina le entregue mi número telefónico a quién amablemente me llevó con el Sr. Moore. Ahora Gómez dirigía a otra aspirante a la entrevista. «Suerte».

Tomé asiento en recepción como me lo habían ordenado. Allí observe varios tipos de rostros; los más comunes que yo llamaría 1)los frustrados que parece estar apunto de sufrir un infarto, 2) los sobre potentes que piensan que se la saben todas y reprueban y los que no pueden faltar, donde yo pertenezco.