Peligroso Ángel

4

"La confianza de los inocentes es la más útil herramienta del mentiroso" (Stephen King).

 

 

Con manos temblorosas toqué el vidrio de la cabina que resguarda al vigilante de la mansión.

La puerta se abre con cuidado revelando al hombre con un chaleco negro.

—¿Sra?. El chófer regresó sólo, creí que llegaría en el auto del Sr...

Lo que continúa diciendo me resulta difícil de recordar. 
Ese pitido no me deja oír y por consecuencia me abrazo, me protejo.

...

Al entrar a la 'casa', el movimiento de las empleadas domésticas y algunos que estoy segura no había visto antes; son la premisa de que algo está cambiando el ambiente tranquilo del que he disfrutado estos días.

Observo a las amables chicas que limpian mi habitación subir con maletas con cuidado y bajar a toda prisa por más.


—"Fijate estupida. No podrías pagarme ese abrigo ni vendiendo 2 riñones y medio ok?"

Volteo buscando la voz desagradable de esa persona, más por curiosidad que por gusto. Vaya...

Una mujer muy alta e indiscutiblemente atractiva. Poseedora de unos penetrantes ojos azules y una boca roja sin el menor atisbo de educación.
Caminaba con soltura en esos vertiginosos tacones que bien podían ser extensiones de sus largas piernas, buscando otra excusa para gritar.

—¡Ah! Inútiles, no saben hacer nada. Ahí van mis Louis Vouton, ¡cuidado pobreton! Por mi se largaban ahorita...

Que no me vea, por favor.
Trato de fundirme con la pared y pasar sin llamar la atención. 
Que no me ...

—Hey tú.

Diablos.

— Te estoy hablando, ¿qué haces ahí parada?

Esta a 2 metros, cruzando los brazos y paseando sus ojos en mí.

Una expresión divertida se dibuja en ese rostro perfecto.

Se paseó a mi alrededor cuál felino observa a un minúsculo ser a su merced, dejando en el espacio un olor exquisito y seductor. No debía usar cualquier fragancia una mujer que se conduce con tal autoridad y confianza.

—Tú... No te había visto antes. Andaras metida en la cocina o eres 'nueva'.

"Nueva";empiezo a odiar esa palabra.

—Curioso bichito , quitando te el traje barato hasta diría que eres bonita. Sicherlich bist du eine andere Schlampe... Pero muévete que no ves que todos están ocupados. Ayuda .

Caminó lejos del lugar donde me dejó clavada-figurativame- ya que luego del estupor mis pies decidieron obedecerle y acercarme al resto de las mucamas.

—¿Quién es ella? —le pregunté a Lola, una chica cerca a mi edad de la que me había hecho amiga. A lo que me contestó con voz baja y cara impaciente.

—Puff , ¿que quién es? Pues solo la Princesa de Mónaco en persona. Es... hija de Don Anibal. Me puedes pasar esa maleta negra, tengo que preparar el cuarto del joven Luciano. Si me demoró tendré que ocuparme de la Srta Moore y dios sabe que no estoy para aguantar hoy.

—Sí, sí. Te ayudo, ya llevas muchas.

—Gracias, te debo una. Llevas también el estuche negro, ¿quieres?... ¡¡gracias!!

Bien, el estuche y la maleta. Lo busco con la mirada.

Ahora, a dónde diablos se fue Lola.
Trato de preguntarle a alguien pero todos parecen estar viviendo el día del Juicio Final sin detenerse por nada.

No tiene que ser difícil encontrar el cuarto del joven Moore.

Subo las escaleras y miro los pasillos.

Al final del izquierdo se ve algo rojo, como el bolso que cargaba Lola. 
La pierdo cuándo se interna en el último cuarto de esta ala de la casa.

Puedo alcanzarla.

La puerta está cerrada.

—¿Puedo ayudarla?

—¿Ah? ¿Qué?

Oh por dios.

La voz que me sorprendió intentando abrir ese cuarto me deja helada. Es profunda.
Su traje pulcro y la apariencia nórdica me hacen parpadear.

Hombre guapos hay muchos pero nunca tuve la fortuna de verlos en un mismo lugar con días de diferencia.

Lo que pueden contar estos pasillos.

Wow, esta sonriendo y no es una mueca sardónica la que muestra. 
Parece tan genuino y real.

—Sólo quiero dejar estas cosas dentro. Los Señores Moore llegaron hoy y estoy ayudando. —Trate de sonar tranquila ante la atenta mirada de aquel hombre.

—Claro, no queremos que se molesten. Yo le abriré.

Saca una llave, quizás es de seguridad o algo así.

—Gracias, en serio.—le digo cuando al fin entro a la habitación.—Espero que no lo vayan a regañar por mi culpa.

—No lo creo.–a lo que suelta una pequeña risa. —de ser así creo que seria mejor que me corrieran. No quiero estar en un sitio tan intolerante.

Mientras lo dice me sonríe y mi vista como sumida en un embrujo se pierde en esos ojos marrones con una lejana chispa de brillo que le queda muy bien con su apariencia. Osada mente lo examino: corte de cabello reducido por los lados abundante en la parte de arriba, combinando con armonía su fina nariz algo puntiaguda. Y sumado a su ya evidente atractivo y delgados labios eran la promesa vigente del todo el pecado y sexo del que una mujer (y hombre ,me atrevo a asegurar) puede soñar. Toda una figura angelical.

Sonrojada amonesté el rumbo que tomo mi mente y puse en mejor camino mis ideas con las siguientes palabras:

—Creo que ya debo de irme, tengo mucho trabajo, el señor Aníbal enfadará si no atiendo mis deberes… bye.

Adiós… escuché decir antes de cerrar la puerta detrás de mí. Emprendí el paso hacia el despacho, mi puesto de trabajo, alerta a cualquier señal que me indicará que la princesa estuviera cerca. (Obvio que para esconderme). Al final logré persuadir a todos los empleados que aún seguían trabajando como esclavos y bajo sus órdenes como hormigas para darle la mayor comodidad a esa loca con aires de aristócrata moderna.

Estaba en el pasillo juntamente por cruzar a mano derecha donde se encontraba en despacho de Aníbal cuando observé una figura femenina caminar a mi dirección por el pasillo del lado izquierdo.

Me resulto conocida, y sí que lo era. Solo la clara figura de Miguel con el torso desnudo a unos cuantos pasos detrás de ella me daba a entender que se trataba de la misma chica con la que me topé el primer día.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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