Peligroso Ángel

7

Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo (Ernest Hemingway) 

 

 

Bajé del auto sin dirigirle la palabra a Miguel.

Mi primera reacción fue salir corriendo y refugiarme en mi habitación pero mostrarle debilidad en estos momentos le habría dicho cuánto me afectó.

Lo esperé y como buena asistente caminé junto a él hacia la mansión. 
Habia en el ambiente un aire distinto; coches parqueados alrededor de la casa y mi mente no se hizo la idea de nada hasta que Miguel abrió la puerta.

—¡¡¡Qué diablos!!!

El fuerte sonido de la música retumbó en mis oídos de forma ensordecedora y la concentración masiva de gente no estaba ayudándome.

Toda la sala principal era como una pecera repleta de jóvenes que saltaban con botellas en sus manos; bailaban, hacían toda suerte de streap tease en la gran mesa quitándose las franelas y los que no, se besuqueaban en los rincones muy cerca de los pasillos. 

Observé el semblante de Miguel y pareció restarle importancia, como cualquier escena cotidiana.

Esperé que dijera algo y mi idea se fue a la mierda cuando una hermosa chica se le acerco. 
Alta, piel hidratada y bien bronceada, cadera definida y cabello castaño que caía sobres sus hombros. Todo un monumento, lo hipnotizó.

Cuando quise darme cuenta ya estaba sola, mi nuevo jefe se había marchado detrás de la falda de una desconocida. Que profesional. 

Pidiendo permiso y recibiendo empujones me adentro a la multitud.
Obligada a caminar a pasos muy lentos veo a muchos invitados consumiendo -lo que cualquiera con 3 dedos y un vecino yonki puede identificar como- sustancias ilegales, fantástico. 
Pero mi atención no cae en eso.
Mis ojos se centran en uno de los inmueble al fondo.

El paquete.

Sigue ahí.
Ese que recibí esta mañana. 
Desvio un poco mi camino y lo tomo con mucha dificultad. Enserio es muy difícil caminar con tanta gente a tu alrededor.

Era un poco raro que el dueño aun no lo haya tomado, en esta casa todos– hasta el personal de servicio– son muy cuidadosos y atentos a sus cosas.
Desconozco si antes se ha perdido algo pero desde que estoy puedo jurar que cada uno de los empleados se manejan muy eficientes. 

Demasiado.

...
Subo escaleras arriba directo a mi recamara rezando de no encontrarme ninguna escena bochornosa de los invitados en los pasillos.

Cierro la puerta detrás de mí. 

El sonido de la música se amortiguó un poco dentro de las paredes de mi habitación. 
A Aníbal no le va agradar nada que prácticamente hicieron una fiesta en honor a su despedida. 
Seguro el joven Luciano no se encuentra en casa porqué conociéndolo, su desaprobación sería grande. 
Claro, cuando el gato no esta los ratones hacen fiesta.
Por el momento era inútil mortificarme más por el asunto que estaba ocurriendo en la mansión. 

El paquete.
Debía concentrarme en el paquete, el comprador no ha hecho acto de presencia. Quizás no debe saber que el pedido ya llegó.

A menos que sea de Aníbal....

Pero si fuera así, tendría que haberse 
notificado a su asistente que llegaría algo para hoy.

Y en caso de ser una entrega de carácter personal, él se hubiese encargado de recogerlo...
¿Y sí esto es otro de sus secretos?
Difícilmente sabría del asunto de no haber sido yo misma la que atendió al mensajero.

Mi cabeza automáticamente recordó todos aquellos momentos en los que Aníbal al parecer me había engañado; las cenas canceladas, reuniones pactadas fuera de la agenda, la manera tan extraña de evadir mis preguntas y todos los anónimos(nada cariñosos) que había recibido.

¿Tendrá este paquete que ver con los anónimos?

Lo tengo que averiguar.

Lo coloque en mis piernas y poco a poco fui quitando el plástico que lo envolvía hasta quedar una pequeña caja. Con una mano la abrí y saque lo que había en su interior. 


Un perfume.


Algo dentro de mí se tranquilizó, así como el alivio que sientes después de haber dado un discurso importante que llevas semanas preparando. Así de aliviada estaba. 
Saber que no se trataba nuevamente de Aníbal me puso muy feliz.

Traté de adivinar a quien le podía pertenecer el perfume pero falle, la loción no traía ningún nombre o marca; el envase de vidrio completamente transparente y el color amarillento del líquido no me daba ningún indicio.

Conozco muy bien la fragancia que utiliza Aníbal, al estar cerca de Miguel conozco la suya y también la del joven Luciano de lo poco que nos hemos topado. 
Si una de ellas llegará a coincidir con la que tengo en manos tal vez sabré quien es el dueño.

Le quitó la tapa al perfume y lo conduzco a mi nariz, muy rápidamente el aroma Inunda mis fosas nasales y junto a ello un recuerdo en específico.

El anónimo que recibí días atrás en la oficina.

Rápidamente busco entre mis cosas aquél papel, en la búsqueda desordeno por completo las gavetas de la mesa de noche y todo a su alrededor para encontrarla muy escondida debajo de mí armario. La huelo tratando de llenar mis pulmones de aire y muy leve reconozco el perfume que aquella vez abundaba en este trozo de papel.

Sin duda el aroma que alguna vez tuvo la carta corresponde con el mismo del perfume y ambas fragancias de mujer.
Se reduce entonces a la única mujer de esta casa que usaría un perfume tan particular ...

Rosaline Moore. 

¿Por qué rociar una nota con tu perfume si no deseas ser descubierta? Sí, soy mujer, entiendo la vanidad en el asunto pero no comprendo por qué hacerlo a menos que ...

Rosaline es una mujer engreída, caprichosa, altanera incluso rebelde. Pero que sea capaz de amenazar a su padre mediante anónimos ya eso es otro nivel. 

Aunque a esta altura nada debería de sorprenderme, todos ellos están cortado por la misma tijera. 

Miguel, quién esconde documentos en mi habitación y luego tiene salidas misteriosas. 

Rosaline, quién le manda anónimos a su padre. 

Y Aníbal, qué es amenazado por su hija, razones vaya a saber dios cuáles son. 



Y entonces ocurre. Una idea descabellada pasa por mi cabeza. 

Escondo todo debajo de mi almohada salgo de mi habitación. 
Si voy a jugar el papel de la detective lo tengo que hacer bien.
Camino hacia el extremo contrario del pasillo y entró en unas de los últimos cuartos.

La recámara de Rosaline Moore, alias la Presunta Sospechosa. 

Una vez estando adentro cierro la puerta detrás de mí lo más despacio posible evitando que algún ruido llegase a escapar. 
La habitación es exageradamente grande para mi gusto, lo que no puedo negar es la excelencia de su decoración una palabra bastaría para describirlo FANTÁSTICO. Puedo apostar que cada mueble aquí es carísimo.
El rosado de las paredes (muy original) combina muy bien con el elegante blanco de la platabanda y las finas lámparas sobre la mesa de noche. Todo en la habitación combinada muy bien con el aura despreocupada de su propietaria. 

Concéntrate Ana, eso no fue a lo que vinimos. Hay que encontrar alguna prueba que certifique que Rosa es quien le manda a los anónimos a su padre. 

Revisó gaveta por gaveta, empiezo por las de arriba, las del medio y terminó en las de abajo. En unas sólo encontré ropa interior, calcetines y accesorios de vestir nada interesante. Debo admitir que si que esta lista para matar.
Estaba por terminar con la gaveta para ir a revisar otro sitio como debajo de su cama, colchón e incluso su baño personal cuando vi la esquina de una fotografía asomándose. 

Abrí un poco más la gaveta para sacarla si desordenar nada. 

Estaba en el fondo volteada con la parte blanca hacia arriba. La tomo y antes de voltearla a ver de qué se trata observó lo que tiene escrito con tinta negra. 

"Este fue el triste destino qué te buscaste". 

Voleo la foto y observó el rostro de una Señora ya conocida, había muchas fotografías de ella en la sala principal y en el estudio, se trataba de Abigail Sullivan de Moore la esposa fallecida de Aníbal y la madre de sus hijos. 

Aguarda... ¿Qué coño decía la foto por detrás? 



Se acercan voces 



Agradezco a la vida por haberme dado el regalo de estar atenta a todos los sonidos de voces y objeto inclusive si hay música cerca. Pienso rápido y me meto en el gran armario antes de que lograran entrar a la habitación y encontrarme husmeando.



Se trataba de Rosa y Luciano.



Con la poca visión que tenía dentro del armario los observó cierra la puerta con fuerza

—¿Cuál es tu problema? —Casi le gritó Rosa a su hermano—. Estuviste a poco de dañarme la fiesta. ¿En qué estabas pensando?

—Hice lo que tenía qué hacer, y Padre no estaría nada feliz si viera la fiestita qué montaste allá abajo. 

Sabía que Luciano no iba a estar de acuerdo con esa fiesta. Es el único que piensa de los tres hermanos.

—Me importa un mugroso rábano lo que piense Aníbal es mi fiesta no de él, al fin y al cabo ni siquiera está aquí no deberías de preocuparte ¿o qué? ¿Se lo piensas contar?. 

Luciano no dice nada

Rosas se acerca a él y desde acá dentro pareció que media sus reacciones. 

—Espero que no tomes malas decisiones hermanito. El mundo se puede enterar de nuestro "pequeño secreto" y sería el final para todos incluso hasta para la reputación de tu 'Padre', y no querrás que un hecho tan lamentable ocurra en nuestra familia ¿cierto? —el rostro de Rosa tenía un aire dominante y una risa victoriosa. Sólo la había visto amenazar al personal de servicio una que otras veces pero nunca pensé que se lo haría a su hermano, o no de esta forma. 

¿Pero qué creías Ana?, si es capaz de amenaza a su padre con anónimos es capaz de todo. 

El cuerpo de Luciano se tensó, sus puños a sus costados se apretaron tan fuerte que pensé que sangría. 

—Ya estoy cansado de que me amenaces siempre con lo mismo. Nunca debí haberte hecho caso aquella noche, no sabes cuánto me arrepiento. 

—Ya es muy tarde para arrepentirse, lo hecho, hecho está, en esta vida sólo tienes dos opciones: obedecerme o vivir con el repudio de las personas que te rodean –sin decir más se marchó, pude determinar el momento en el que salió y la estela de aroma que desprende se atenuaba pero el joven aún no se hiba.
Presentía que había dejado a Luciano inmóvil en la habitación con mucho rencor e impotencia. 



Pocos minutos después también se marchó dejándome encerrada en el armario con un nuevo secreto que no pintaba nada favorecedor para la reputación de la familia Moore. 

No salí hasta no estar segura de que no habían moros en la costa, no había olvidado el porqué de mi venida a esta habitación pero ahora las cosas están color de hormiga la mejor decisión que puedo tomar es marcharme y volver cuando la tensión disminuya. 

Antes de salir dobló la foto en cuatro partes y la meto dentro de mi falda por la parte de arriba terminando de cubrirla con la camisa. 
Una vez preparada abro la puerta lentamente.
Todo frente a mí está oscuro.
Salgo por completo de la habitación y la oscuridad se extiende hasta el final del pasillo. 

Las luces fueron apagadas. 

Inmediatamente me imagino dónde está el interruptor, camino pegada a la pared y a pocos pasos ciento un líquido en el suelo. Me detengo.

Esto es obra de los invitados.
Nunca faltan los borrachos que derraman sus bebidas y fluidos por todo el lugar.
Que inteligente de su parte apagar las luces del pasillo para hacer sus cochinadas. 

Continúo avanzando por la pared moviendo mi mano para encontrar el interruptor lo más rápido posible. 

Bingo

Lo presiono e inmediatamente la luz vuelve a darle claridad al pasillo.

Lo que pasó aquí en adelante me dejó completamente helada. 


El líquido que se expande por el suelo, mis zapatillas se manchan cuando piso el charco que se acumulaba frente a la puerta de la habitación de Rosa haciendo un desastre de ellas mientras caminaba al interruptor. 

Sin control alguno mis manos comenzaron a temblar mientras mi vista seguía con cuidado el origen de la sangre derramada. 

Por mi cabeza pasaron miles de imágenes pero nada fue comparado a la realidad. 

Mientras mis ojos seguían el rastro de sangre en el suelo mi cuerpo poco a poco fue girando y un grito estruendoso que podría jurar rasgó mi garganta salió con fuerza de mis labios. 

El cuerpo sin vida de un hombre en el suelo y recostado a la pared fue el causante del grito.

Tenía dos profundos huecos en la cara por los que escurría sangre en el lugar donde iban sus ojos, como lágrimas.
Dios, su boca. 
Sus labios estaban cosidos con una cuerdilla negra gruesa, tenía en el mentón hilillos rojos y rosados que caían en su ensangrentado abdomen.
Ahí, en su estómago, un cuchillo lo atravezaba. 

No quería seguir viendo, lo juro, simplemente no podía moverme. 

A su espalda la pared se teñía cada vez más de carmesí, la sangre brotaba estrepitosamente. Volví la vista a su pecho.
Había un papel mojandose que decía: 

"Cada sapo toma un camino diferente pero su final siempre es el mismo". 

Decir que tenía miedo era poco, ya no son solos mis manos las que tiemblan se les sumó todo mi cuerpo. Nunca en mi vida he visto una cosa semejante, ni siquiera las peores películas de terror me han dejado tal impresión. 

Bastaron solo pocos minutos para que mi cuerpo saliera de shock estuve a punto de dar otro estruendoso grito para llamar la atención de alguien sobre el fuerte sonido de la música y lo próximo que vi fue negro, un fuerte golpe en la parte de atrás de mi cabeza me derivó sobre mis piernas cayendo al suelo perdiendo por completo el conocimiento.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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