No todo lo que es oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida (J. R. R. Tolkien).
Seguimos esperando por varios minutos, Miguel no recibió ninguna respuesta en su móvil que reposa en la mesa mientras que algunos amigos se le hacercan a saludar, 《lástima ninguno de ellos era una celebridad súper famosa》.
—¿quieres algo para tomar? —inquirió ansioso sin dejar de ver la hora en su celular.
—No, estoy bien así ... —deje de hablar por el cambio en su rostro.
Intrigada seguí la dirección de su vista. Me detuvo antes de hacerlo.
—Besame —escupió sin más.
—¿Que? Estas loc...
—Besame —rebatió, se inclino sobre la mesa para estar más cerca de mí.
—No te voy a besar —sentencie, con la mirada firme puesta en él. Debo admitir que su petición me tomó por sorpresa, la revorcada que dio mi estómago la catalogue como la más potente hasta el momento.
Se sorprendió tanto como el Sach's con los millones en la mano al escucharme, en el fondo sabía que esa iba hacer el resultado. No aparto la mirada de la mía, sus ojos me observaban suplicantes.
Se inclinó un poco más sobre la mesa y me susurró en el oído:
—Por favor.
Lo dudé, lo dudé y mucho. Tal vez lo hice por dos razones; la primera porque tengo un trato con él, quedé en ayudarlo a alejar a esa mujer ¿y si el cumplió con su palabra porque yo no cumpliría con la mía?, y la segunda es que muy dentro de mí también ...
Lancé una mirada rápida donde se suponía que estaba la chica, habían varias mujeres, unas iban entrando otras solo saludaban pero una en específico venía en nuestra dirección.
Actué rápido y lo besé.
O eso era lo que debía parecer a la distancia.
Me acerqué tanto que nuestros alientos mezclados eran uno y mi mano libremente exploraba el interior de su saco. La clase de escena que protagoniza una pareja enamorada y deseosa de estar a solas.
Como de costumbre su desconcierto no duró mucho, el tirón de mi nuca no me ofrecio alternativa. Si no colocó mis manos sobre su pecho para estabilizarme el espectáculo sería inolvidable. Duro y caliente bajo mis palmas... Y fue le ultimo pensamiento que tuve. Sus labios se movían sobre los míos con lentitud, trazando cada centímetro de mi boca hasta los lugares más profundos de mi cavidad.
Ojos oscuros como agujeros negros me absorbieron y fui conciente cuando la succión real atrapó mi labio.
Tomé nuevamente mi postura.
La chica que se suponía venía hacia nosotros pasó de largo a nuestro lado con una sonrisa que decia: 《viva el amor》.
Maldito.
—¿Que? —levanto sus manos en señal de manos arriba, mostrando la clase de sonrisa inocente del que sabe victorioso.
—¿Donde se supone que esta la tipa que nos iba a ver basándonos? —solté con amargura.
—Ups, creo que me equivoqué —adoptó cara de niño arrepentido por alguna travesura—. Es que... se parecían un poco, te lo juro.
—Eres un tremendo mentiroso, te gusta jugar sucio. Esta me la pagas.
—Uyyy, señorita, asustame —Estalló en carcajadas.
Quise patearlo, levantarlo a bofetadas pero me contuve. Estoy en un lugar público repleto de estrellas reconocidas como para venir yo a formar show. 《Que dirán mis amistades》.
En el fondo también quería reír con él, aunque la gracia se inclinaba más de su lado que del mío.
—Nunca me cansaré de tus labios —dijo una vez termino de reír.
—Y esa línea funciona con todas ¿no?, debe encantarle a tu joyita de burdel ¿cómo era que se llamaba?
Arqueo una de sus cejas y esbozó una amplia sonrisa
—¿Celosa?
—pufff, no tengo porqué estarlo además...
—A quien tenemos aquí —anunció una voz ronca. Enérgico y sonriente Roman palmeo el hombro de Miguel y tomo asiento justo al frente de él.
Volteó a verme.
Sus ojos se agrandaron, sus labios dibujaron una sonrisa de boca cerrada mientras me examinaba.
—¿Ya tienes el placer de conocer a nuestra Ana? —intervino Miguel—. Es la asistente de Padre.
Antes de que desviara la vista me dejó claro que ambos pensamos en cierto evento desafortunado 《"se tu secreto"》. Trague grueso y lo ignore.
O tal vez es mi mente la que está siendo dramática.
—Si, ya tengo el placer de conocer a la señorita... mmm —Fingio estar pensando—. Ah si, Anastasia Rojas.
Me herizo la piel, aún recordaba mi nombre, eso podrá significar mucho. ¿O no?
—Padre dice que tienes documentos importantes que debo examinar cuando antes.
—Efectivamente —abrió el maletín que traía consigo y le extendió una carpeta—. Es asunto confidencial, Anibal cuenta con que lo hagas bien. Sabes que Galen...
Miguel se aclara la garganta y su interlocutor deja colgando esa frase.
Roman me observa por un segundo y vuelve su mirada a Miguel entendiendo a lo que se referia.
¿Galen?
¿Quien es?
¿Será alguien de Berlín?
Roman y Miguel continuaron hablando del documento "muy confidencial" por unos cuantos minutos para luego cambiar a temas triviales como para hablarlo al frente de mí.
Mejoras y ampliaciones en diversos sectores del conglomerado.
El móvil de Miguel comienza a sonar sobre la mesa. Ve la pantalla y se coloca de pie para atender 《Haciendonos los misteriosos hoy》
—Con que asistente — la voz de Roman captó mi atención, aparte la vista de Miguel quien se alejaba.
Le sostuve la mirada.
—Si, ese es mi trabajo —le dediqué una sonrisa, tan amplia y cordial que no tardo en imitar.
—Interesante —me devolvió la sonrisa, no del mismo modo. La de él era extraña, del tipo "yo sé algo que tú no".
—¿Y usted, que labor desempeña para los Moore? — necesitaba saber más de él.
—Te sorprenderia todo lo que hago para los Moore, desde ser la mano derecha de Anibal hasta... no importa.
—Disculpe mi intromisión, no era mi intención. Podemos empezar de nuevo.— la Ana conciente que se consigue más con miel hizo su aparición.