Peligroso Ángel

15

Paso 1: ordenar toda la información recaudada.
Paso 2: Tratar de desmantelar por lo menos la mayoría.
Paso 3: Salir ilesa de los dos pasos anteriores. 

¿Como lo haría?... hummm, buena pregunta. 

Aún no tenía un plan estratégico para el objetivo que me habia propuesto, y es entendible. Cuando llegue a esta casa lo hice con la intención de trabajar y ganar dinero suficiente para ayudar a mis padres, y me aseguré de encerrar a mi yo curiosa, chismosa y metiche bien pero bien encerrada. En ningún momento me imaginé que se fuera a escapar de su encierro y decidiera jugar a la detective en mis tiempos libres. 

Me incorporé en la cama y una  vez de pie pensé  mejor mi siguinte movimiento. 
Si ustedes me fueran contado que existía un hijo entre Luciano y Rosa no lo fuera creído, y me hubiese reído en sus caras, pero para mi suerte o desgracia lo escuché en vivo y directo y de la boca de ambos. 

Cuando transcurrió la cena Miguel y yo quedamos de vernos en el cuarto del fondo el cual nombré desde ese momento: "el cuarto secreto".
Me contó cómo le había ido en la conferencia y las decisiones que estaban a punto de tomar para solucionar y cubrir el puesto que tenía Joe Black en el grupo Murk. Mientras me hablaba lo noté tensó y exhausto, le advertí que se fuera a descansar y como ya tenía acostumbrado hacer, me ignoró, así que fui yo quien se despidió y me marché a mi habitación. 


Sentí la garganta seca y tuve la necesidad de bajar a la cocina y buscar un poco de agua, faltaban diez minutos para las tres de la mañana. Encendí las luces del pasillo y las de la cocina. Antes de abrir la nevera vi sobre la isla de la cocina un vaso de cristal con agua junto a un sobre blanco. Giré en todas las direcciones, no había nadie. 

Me acerqué a la isla, aparté el vaso, tomé el sobre y lo abrí. 

"Moore + Anagrama= Galen" 

Frunci el ceño.
¿Que es esto?, una broma de mal gusto.
¿Quien lo habría puesto aquí?, ¿será para mí?, ¿y si no lo es?, ¿y si lo es, como supieron que yo bajaría a la cocina? 

Cogi el sobre, bebí agua (directo de la nevera, ni de chiste me fuera bebido el agua que encontré junto al sobre) y me fui a dormir; con un nuevo misterio que resolver. 


Entre como a eso de diez minutos para la una de la tarde a la oficina de Miguel, sosteniendo como de costumbre su café bien cargado. Lo dejé reposar sobre su espacioso escritorio y me senté. 

Durante el recorrido a la cafetería no perdí la oportunidad de ir a la pequeña oficina de Esteban y pedirle, suplicarle, implorarle que me contara lo que estuvo a punto de decirme antes de que su mujer lo llamara y arruinara el momento. 

No había nadie, su puesto estaba vacío. Tal vez no vino a trabajar hoy. 

—Ana, llegaron unos documentos, son de mis propios negocios e inversiones, por favor agrupalos en mis cosas personales— me pidió dándole un sorbo a su taza de cafe—. En cinco minutos tengo la última conferencia sobre el rollo de Joe Black, papá ya está informado y me pidió que aceptara la propuesta que se ha venido planteando. 

—Dejalos a un lado del escritorio, apenas termine lo que estoy haciendo me pongo en ello —le dije, sin perder el conteo de los pagarés firmados por empleados. 

—Nos vemos al rato preciosa —Se coloco de pie, se ajustó el saco y camino hasta pararse al frente de mí pequeña área de trabajo. Con ambas manos sostuvo su cuerpo sobre mi escritorio y se impulsó hacia adelante  atrapando mis labios sobre los suyos en un efusivo beso lento y tierno. 

Cuando se separó de mis labios sus facciones estaban contraídas en una amplia sonrisa de boca cerrada. 

—Besas fenomenal —dijo, me dio un último pico y se marchó. 

Dejé salir todo el aire que estaba conteniendo apenas se acercó a mi. Su proximidad y cercanía me descolocaban de una manera nunca antes vista, articular palabra al parecer era algo que olvidaba cuando esos ojos café me penetraban hasta el Alma. 

Dejé el último pagaré sobre la pila que ya había contado y los aseguré dentro de unos de los cajones. Extendí la mano y tomé el sobre que me había indicado Miguel, y en vez de hacer lo que me había pedido, yo, de curiosa decidí abrirlo. 

Saque cada papel del interior del sobre y examine todos y cada unos de ellos. 

La mayoría se trataba de compras de coches  pagos de unas ventas y más pagos sobre negocios cerrados y toda la cosa. 

Lo que llamó mi atención fue el nombre, no se referían a Miguel por su primer nombre, sino por el segundo, Ángel Moore. 

Y entonces caí en cuenta de algo que me puso los pelos de punta y un sudor frío recorrió mi columna vertebral. 

Galen es Ángel. 

Es decir, si volteas las letras de Ángel aparecerá ante ti la palabra Galen. Se trata de un anagrama. 

Eso era lo que me quería decir el mensaje de anoche. 

《"Moore + Anagrama= Galen"》 

La señal concordaba, no podia estar equivocada, todo estaba claro. Pero ahora surgía la siguientes pregunta: ¿ Que cosas hacia Miguel con esa nueva identidad? 

El que tenía las respuesta a todas mis preguntas era Esteban. Estuvo a punto de hablarme sobre Galen y... aguarda, si Galen es Miguel ¿por qué la otra vez Roman se refirió a Galen como un tercero?... 

"Es asunto confidencial, Anibal cuenta con que lo hagas bien. Sabes que Galen..." 

Aquella vez Roman no terminó de decir la oración, si tan solo lo hubiera hecho tal vez ahora no estuviera tan confundida. 

¿Y si se lo preguntaba a Miguel? Claro, de una forma sutil y despreocupada,  tipo cuando teníamos nuestros íntimos momentos en el cuerto secreto. Tal vez logré sacarle algo de información. 
*** 

—Hey, Miguel —Tiré de su corbata y lo sitúe entre mis piernas, mientras me reacomodaba sobre una ancha mesa en la esquina de la habitación—. Ese Joe Black, fue una persona muy importante en los negocios de grupo Murk ¿cierto? —A palma abierta acaricie su duro abdomen y las subí hasta sus hombros por debajo del saco deslizandolo por sus brazos haciéndolo caer al suelo. 

—Si, se puede decir que si —Sus ojos seguían los movimientos de mis manos que ahora retiraron su corbata y la arrojaron sobre el colchón. 

—Ya veo... Esa es la razón por la cual las últimas conferencias han sido muy largas —En el punto en el que estábamos ya Miguel me estaba comiendo el cuello, dejaba cortos besos y leves succiones—. Oye, Muguel... —Arquie el cuello a un lado para darle mayor accesibilidad. 

—¿Uhm? 

—¿Joe Black era tan importante como lo es Galen? 

Se detuvo, su cuerpo se puso rígido, buscó mis ojos y me observó con detenimiento. Sus ojos café estaban dilatados. Me escrutó el rostro en busca de algo que no encontró. Sus cejas se hundieron y sus labios formaron una línea de desconcierto. 

—¿De donde carajos sacaste ese nombre? 

No sonó molesto, yo diría que serio y reservado. 

—Se lo escuche decir a Roman el otro día que habló conmigo —le dije restandole importancia. 

El cuerpo de Miguel se relajó nuevamente frente mis ojos, así como cuando te ordenan algo que no quieres hacer y al final te terminan diciendo que ya no hagas nada. Bueno, así. 

—Sabes que Roman esta loco, no deberías de hacer caso a lo que dice —volvió a retomar sus besos en mi cuello. 

—¿A que te refieres con eso? —insistí—. ¿Inventó el nombre como si de un amigo imaginario se tratara? 

Miguel volvió a mirarme, ahora tenía un semblante despreocupado. 

—No es eso, se trata del asistente que tiene papá allá en Alemania y él es algo... exigente y demandante en su trabajo. No permite errores ni equivocaciones —volvió a atacar mi cuello pero esta vez descendió hasta mis pechos donde masajeo y chupo la parte descubierta que dejaba mi atuendo. 

Lo que me acababa de decir concordaba con lo que dijo Roman pero... su manera de reaccionar minutos antes cuando pronuncié el nombre Galen digamos que no fue la mejor si se trataba simplemente del asistente de Anibal. 

Había algo que no cuadraba en toda esa ecuación y lo iba a averiguar. 

De un momento a otro descubrí que Ángel es Galen y después que no lo es del todo, y por último resulta ser que es un "asistente" de Anibal allá en Berlín... sospechoso. 

El duro cuerpo de Miguel se inclinó lentamente sobre mí, invitándome a descansar mi espalda sobre la mesa mientras mi boca era devorada por la suya. 

—Miguel, me tengo que ir —logre pronunciar entre jadeos. Mi jefe me ignoro deliberadamente y emprendió un camino de besos por mi barbilla, cuello, pechos, abdomen y se detuvo en la parte baja de mi vientre. 

—¿Segura que te quieres ir? —su ronca voz entrecortada por la aceleración de su respiración en contacto con mi piel me hizo estremecer sobre la mesa, él lo notó. Elevó la comisura derecha de su labio en una sensual sonrisa, esperó mi respuesta pero de mi boca no salió ni una palabra—. Eso pensé. 

Un fuerte gemido escapó sin previo aviso de mis labios cuando su dedo índice hizo presión en mi parte más sensible sobre mi Braga, se volvió a incorporar y me besó de una manera rápido y desesperada. 

—Enserio me tengo que ir, Migue... 

No terminé de articular la oración cuando con mucha agilidad apartó mi ropa interior y hundió dos dedos en mi interior. Su boca ahogó el grito de placer que salió de lo más profundo de mi garganta, enrede mis dedos entre su cabello y lo atraje más a mi para evitar que se apartara, incrementando el ritmo del beso. Sus dedos se movieron con una lentitud desesperante, entraban y salían con calma y despreocupados. Mientras los minutos pasaban la velocidad iba aumentando que tuve que necesitar de su boca para que los sonidos de mis gemidos no salieran de la habitación. 

Y entonces pasó, la corriente de placer comenzó a llenarme, involuntariamente dejé que mi cabeza callara hacia atrás y mi cuerpo se curveo sobre la mesa tratando de contener el estallido que se acercaba, fue inútil. El estasis se concentró en mis piernas y explotó en todas las ramificaciones de mi cuerpo. 

El Gemido que acompañó la descarga fue imposible ocultar, cuando quise morderme los labios para cerrar mi boca ya lo había soltado sin dejar nada por dentro. 

Los dedos de Miguel salieron de mi interior, y antes de decir cualquier cosa beso mis labios. 

—Si piensas irte hazlo en este preciso instante, de lo contrario no me hago responsable de lo que ocurra en esta habitación. 

Se separó de mi lo suficiente como para poder incorporarme y colocarme de pie. Reajuste mi short de pijama y caminé hacia la puerta. Claro, no sin antes tomarlo por lo alto de su camiseta, tirar de él y deleitarme de esos suaves labios por última vez en aquella noche.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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