Peligroso Ángel

29

—No hay señales de Galen ni del hijo mayor de Aníbal —dijo Christian en la reunión que se convocó para abordar el tema.

 


—La verdadera amenaza es Galen —hice saber—. A mi parecer, Luciano es otra víctima más de esa gente. 
Lila afirmó apoyando mi postura sin importarle la mirada fulminante que nos lanzó nuestro superior. 

—¿Ustedes son idiotas? —Bramó—. Las únicas víctimas aquí son todos los muertos que se han cargado esos delincuentes. Si ese miserable es una víctima ¿por qué huyó? Sabe que su padre lleva tres días en prisión y no ha dado señales de vida. 
Ambas callamos, no íbamos a empezar una pelea con Christian por Luciano. 
—¿Cuándo interrogaremos al señor Moore? —preguntó uno de los agentes. 
—Hoy, y el interrogatorio estará a cargo de la agente Carmín. 
Me quedé tiesa y por inercia mis ojos viajaron a la dirección de mi jefe quien no estaba bromeando en ese instante. Tragué grueso tan solo de pensar tener que enfrentar a Aníbal después de todo lo que pasó. 
—¿Estas de chiste? —fue lo único que dije. 
—¿De chiste?, no lo creo. —Se me acercó—. En media hora interrogaras a ese delincuente y le sacaras toda la información que necesitamos para dar con el paradero de Galen. Está en tus manos de que uno de los posibles mafiosos más temibles de este país pague como lo merece, y no solo eso, también tiene que pagar el haberle quitado la vida a tu prometido y a tu mejor amigo. ¡hasta aquí la reunión! —avisa volviendo a su lugar—. ¡Todos a trabajar! 
Mi jefe sí qué sabia como dejarme fuera de base. 
Cuando llegó la hora no le di muchas vueltas al asunto; mientras más rápido empezara más rápido iba a terminar. Christian avisó que ya el sujeto estaba en sala de interrogatorio y me encaminé hacia allá. Al abrir la puerta sus ojos se encontraron con los míos y el brillo de esperanza que lo acompañaba desapareció en cuanto vio mi uniforme. 
Fui al grano sin dar explicaciones. 
—Si colaboras todo será mucho más rápido —me senté frente a él. La situación fue tan distinta en ese momento que ahora era él quien me tenía que rendir cuentas. 
—Solo dime que no es cierto, que se trata de una maldita broma… 
—¿Qué? —empecé—. ¿Qué tuviste al enemigo en tu casa todo este tiempo? 
Apretó la mandíbula con fuerza. 
—Soy un agente de la DEA, Aníbal —lo encare encontrando sus ojos—. Y durante el tiempo que viví en tu casa descubrí cosas que ni te cuento. 
—Puse toda mi confianza en ti. 
—Que mal por ti… 
—¡Yo te amaba, malditasea! —me gritó. 
Me incliné sobre la mesa aminorando el espacio que había entre los dos. 
—¿Me amabas tanto como lo hacías con Abigail? —Mi pregunta lo acalló por una milésima de segundo antes de negar con la cabeza como si no lo pudiera creer—. 22 de junio de 2001—. Cité las palabras del diario—. “Aníbal se dio cuenta de mi huida y se molestó a niveles nunca antes vistos. Me amenazó con que si me iba de la casa me quitaría a mis hijos y terminaría igual que la familia Müller”. 
No dijo nada, bajó la vista a la mesa por lo que continúe hablando. 
—16 de junio de 2015 “Mi matrimonio se fue a la mierda, mi familia se derrumbó a pedazos”. 02 de junio de 2018 “encontré al que dice ser mi marido revolcándose con mi hija en mi cama…” 
—¡Basta! —demandó enfrentándome. 
—¿Esa era la vida que me querías dar? Una vida tan miserable como la que vivió tu difunta esposa; que, por cierto, murió por culpa tuya y de… 
—Eso no es cierto. 
—Si lo es —Lo corté— no le diste el cuidado que necesitaba, la insultabas, la humillabas, la amenazabas y la hacías sentir la rata más asquerosa y despreciable de este mundo cuando en realidad las verdaderas ratas lo eras tú y Rosaline. 
—Ah, ya entiendo. ¿Me trajeron aquí para juzgarme por ser un mal esposo? 
Solté a reír con sarcasmo. 
—Ya quisieras tú. Estas aquí por todos tus crímenes y fechorías. No alarguemos esto más de lo necesario. ¿Dónde está Galen? 
—En tus ojos veo resentimiento, rencor… —ignoró mi pregunta—. Sé que hay algo que no me estás diciendo, Ana, y… 
—¡Mi nombre es Carmín! —le ladré—. Carmín Wembley y soy uno de los mejores agentes de la DEA. 
—Como sea que te llames, el nombre es lo de menos… dime, ¿Por qué tanto odio hacia mí?, ¿te molestó tanto el hecho de como trate a Abigail? Si llegas a mi corazón con tu respuesta tal vez te diga quién es Galen. 
Era un buen trato, al fin y al cabo, tenía que saber cuál fue mi motivo de querer destruirlo. 
—Un tal vez no me sirve, me dices o no me dices un carajo. 
Soltó a reír. 
—Está bien, tu ganas, te diré quién es, solo convénceme  
Trague grueso recordando lo que me dije cuándo entre: “mientras más rápido termine más rápido saldré de esto” 
—¿Te suena el nombre de Erick Jonás? —le pregunté y de inmediato su cuerpo se tensó sobre la silla—. Era mi prometido, el hombre que más amaba en este mundo. Por cosas de la vida le tocó la misión de investigarlos y demostrar sus planes de porquería y ustedes acabaron con su vida sin piedad ni remordimiento hasta el nivel de quemarlo vivo. 
—¿Me crees capaz de hacer algo así? 
—Te creo capaz de todo —la furia se apoderó de todo mi sistema al nivel de sentí la piel arder al tiempo que lo aniquilaba con los ojos. 
—Has estado tan ocupada echándole la culpa de tus errores a otros que no te has dado cuenta de lo que tienes frente a ti. 
Estampe la mano contra la mesa. 
—¡¿Dónde diablos esta Galen!? 
No respondió, solo permaneció mirándome con una falsa sonrisa que me fuera encantado de eliminar de su rostro. 
—¡Maldición! Dime donde está, teníamos un trato —mi desespero me llenó de mucha más rabia y que siguiera sonriendo solo me dejaban ganas de estrangularlo. 
—Dije que iba a decir quien era, mas no, donde está, sin mencionar que con con respuesta yo llegaste a mi corazón... 
—Empieza… 
—Galen es… —apoyó en la mesa los antebrazos impulsando su cuerpo hacia adelante alcanzando mi lóbulo—. Nada más y nada menos que... Galen —susurró y me alejé viéndolo incorporarse nuevamente en la silla. 
—¿Me estas…? 
—Por lo que veo, estuviste tan centrada en creer que el nombre de Galen era un anagrama que no te detuviste en pensar que tal vez ese era su nombre real. Ese fue tu grandísimo error, Carmín. 
Me dejó completamente muda sin saber que decir. ¿Estuve equivocada desde el principio? 
—Galen fue muy astuto al relacionar nuestros nombres con el suyo; Ángel, Glane, Legan… era lógico que cualquiera que estuviera detrás de él pensara que Galen era uno de nosotros. No te sientas mal, fuiste una imbécil más que no contó con la astucia del líder. 
Apreté la mandíbula rabiosa. Los dientes me crujieron, pero en lo único que podía pensar era que me vieron la cara de estúpida y que hasta en ese momento no sabía nada de Galen. 
La burla que sentía era tal que de un tirón me puse de pie y salí como alma que llevaba el diablo, casi caí de bruces al suelo cuando un soldado me interceptó en el final del pasillo. 
—Agente, el jefe la solicita con carácter urgente en su oficina. Pidió que fuera de inmediato. 
Maldigo para mis adentros tomando una profunda bocanada de aire. 
«Ahora Christian que querrá» 
—¿Qué necesitas ahora? —Pregunté cuando entré a su oficina sin tocar. Me quedé helada cuando me encontré con los ojos de la persona que estaba allí sentada frente a Christian. 
—Carmín —me llamó mi jefe cuando me vio—. Ven, acércate. Aquí el joven presente quiere colaborar para negociar un posible encarcelamiento. Pero solo quiere hacerlo contigo.  
Lo que me faltaba. Después de enfrentar al padre tocaba el hijo. 
—Los dejo solos para que hablen —se encaminó a la puerta—. Por cierto —se detuvo en el umbral dirigiéndose a Miguel—. Buena elección la que tomaste. 
Miguel asintió y Christian se marchó. 
—Hola —me dijo. 
—¿Qué haces aquí? 
Se encogió de hombros. 
—Acabas de escuchar a tu jefe. Vine a colaborar. 
Me senté en el puesto de Christian. 
—Si esas son tus intenciones fueras hablado directamente con Christian, él es el jefe, sabría cómo proceder. 
—También te quería ver —admitió—. Hay muchas cosas que aclarar, Ana, y… 
—Mi nombre es carmín —lo corregí—. Y ya todo está claro entre nosotros. 
Suspiró. 
—Carmín, jamás pensé que fueras una agente de la DEA y que tu único objetivo era destruirnos. Ahora entiendo muchas cosas; el por qué elegiste a papá sobre mí y también entiendo el motivo de quererte mantener a raya —Me hablaba y en su voz no había rabia ni enojo por haber acabado con su familia, al contrario, vi una chispa de esperanza en el brillo de sus ojos—. Ahora que no hay secretos ni misiones en riesgo quiero que me veas a los ojos y me digas si sientes o alguna vez llegaste a sentir algo por mí. 
Una voltereta en el estómago me hizo tomar aire. Pasó tiempo desde la última vez que me sentí así. 
—¿No estas molesto porque acabe con los tuyos? 
—No —respondió sin darle importancia—. Nunca me sentí que estaba con los míos dentro de la mansión. Y saber que Aníbal y Rosaline tuvieron que ver con el sufrimiento de mamá me hace despreciarlos. También culpo a Luciano por no estar pendiente de ella y a mí por estar lejos cuando más me necesito. 
—También me sentí como una mierda cuando los Moore acabaron con la vida de mi prometido. Me culpé por haber dejado que se fuera y que sufriera todas las torturas de tu padre. Él fue la razón por la que acepté la misión, porque más allá de querer capturar a unos delincuentes quería vengar a quien una vez fue todo para mí. 
—No has respondido mi pregunta —sus ojos cafés me escrudiñaron hasta las entrañas. 
—¿Qué quieres que te diga? —trate de evadir la pregunta de la forma más estúpida que se me haya ocurrido. Se lo que siento por él, y lo que desencadena en mí cuando estamos juntos. 
—Quiero que me digas lo que sientes por mí. Si tu cuerpo implora el mío cuando no estamos juntos. Si tu boca desea nuestros besos en cada momento o si tu cabeza no deja de inventar escusas para vernos… 
En ese instante presentí que si decía lo que se atoraba en mi garganta nada volvería hacer igual, y no quería que las cosas cambiaran, o no en ese momento. 
—Contigo sentí algo que no había sentido desde la muerte de Gustavo, solo eso, mas nada. No quise que ocurriera nada más. 
—¿Por qué? 
—Porque no, Miguel. Involucrarme contigo me fuera traído consecuencia y eso era algo que no me podía permitir. 
—Tu si hiciste estragos en mi vida, me pusiste el mundo de cabeza y mi ser lo único que hacía era llamarte a gritos. —se colocó de pie—. Ayer Galen me llamó diciéndome que en cinco días se llevará a cabo una reunión en la zona de las construcciones abandonadas del sur. Hablará de cómo se va a proceder ahora que Aníbal está preso —rodeo el escritorio y habló cerca de mi boca—. Espero que la información te sirva. Y ájala algún día le demos rienda suelta a esto que sentimos. 
Besó mi frente antes de salir de la oficina.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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