Peligroso Ángel

32. FINAL

Hay momentos en la vida donde te sientes estúpida, inútil e inservible; esas sensaciones me han acompañado toda la vida, sobre todo en los momentos difíciles donde después de un golpe lo pienso dos veces para ponerme de pie. 
La idea de que todo se trataba de un mal sueño no se hizo esperar, pero el dolor en mi pecho era tan fuerte que la desvaneció así como llego. 
Esos ojos negros que conocía tan bien y había contemplado más de una vez se encontraron con los míos; su brillo siempre fue especial, una combinación perfecta de angelical y siniestro que en ese momento no dejaban de repararme. Sus labios se ensancharon cuando notó mi miedo, alimentándose como si de un monstruo de la oscuridad se tratara. 
—Mi querida Carmín. No sabes cuanta falta me has hecho —Trató de acercarse y por inercia retrocedí—. ¿Qué?, ¿no te alegra verme?
Quise salir corriendo, pero me tenían más sujetada que animal rabioso.
Con fuerza me cogio del mentón analizando cada parte de mis facciones. 
—Tan hermosa como siempre —dijo, y de un santiamén su boca estaba devorando la mía. 
Lo aparté como pude. 
—Aléjate de mí, pedazo de rata —le ladre. 
Soltó a reír sin dejar de mirarme
—Escúchame bien, señorita —apretó mi mandíbula con fuerza—. Al líder nadie le dice que hacer. 
Le escupí la cara odiándolo como nunca había odiado a nadie. El dolor no tardó en llegar cuando su puño impacto en mi estómago derribándome en el suelo.
—¡¿Perdiste la poca educación que tenías en estos últimos años!?
—¡Maldito! —no dejé de retorcerme en el suelo, ese hijo de puta sí que sabía golpear fuerte.
Me levantó unos centímetros sujetándome del cabello.
—Cuando estemos juntos te enseñaré a respetar a tu hombre —habló tan cerca de mi boca que su aliento se mezcló con el mío—. No voy a permitir que una niñata de mierda venga con ínfulas de mujer dominante a tratar de controlarme. 
Los ojos se me empañaron y las lágrimas no tardaron en caer. El maltrato de ese infeliz era doloroso, pero más doloroso fue el maltrato que sufrió mi corazón, mi pecho y todo mi ser al ver al hombre que una vez había amado con mi vida convertido en la escoria más grande del mundo. 
—Ya basta, Gustavo —traté de soltar su agarre de mi cabello mientras sus hombres no dejaban de apuntarme. 
—Mi nombre es Galen —me ignoró por completo—. El narcotraficante más poderoso de los últimos tiempos. 
Me colocó en pie de un tirón que casi me reventó de dolor justo antes de sentarse frente a mi como si nada estuviese pasando.
—Sé que tienes muchas preguntas, y me complacerá explicarle a mi mujer por todo lo que tuve que pasar y lo que escalé para estar donde estoy; por el futuro de ambos muñeca… el tuyo el mío y el de nuestros hijos. 
—No me metas en tus mierdas. 
Endureció el semblante sin perder la compostura.
—Digas lo que digas ya nuestros planes están hechos —dejó en claro—. Serás la mujer que me acompañara el resto de mis días, y si primero tengo que acabar con la DEA para lograrlo los exterminaré uno por uno. 
—Tú no eras así —me costaba creerlo—. ¿Qué… qué te sucedió?
Niega con la cabeza sin dejar de sonreír.
—Siempre fui así, Carmín —elevó sus labios—. Que no me mostré al mundo como era es otra cosa. 
Ese bastardo ya no producía más que asco.
—Te contaré un cuento —se acomodó en la silla y cambio la dirección de sus ojos como si recordara la mejor de las historias—. Todo empezó cuando me asignaron la misión de los Moore. Para aquel entonces ya sabía lo que quería, y que me fuera tan bien con esos imbéciles no estaba en mis planes. Mi objetivo era desmantelar los negocios turbios de la empresa y terminé averiguando que Aníbal fue el asesino de la familia Müller y me valí de esa información para chantajearlo y así tomar el control del trono haciendo y disponiendo como se me diera la gana. 
—Lo planeaste todo desde el principio…
—No, no fue planeado… solo se trató de un golpe de suerte. ¿Sabes lo que si planee?... esto —extendió sus brazos como si fuera un dios—. Todo este show lo monté para tomar el control de una vez por todas y tenerte a ti conmigo. 
Abajo los sonidos de las balas no cesaban y él no le daba el mínimo de importancia.
—¿Sabes quién iba a ser la sucesora de Anibal?, nada más que la legitima heredera de los Müller, Rosaline Müller. Lástima que la pobre no aguantó la presión.  
Tenía todo planeado, la DEA solo fue un entretenimiento para él donde pudo camuflar sus verdaderas intenciones. ¿Eliminar a Aníbal siempre estuvo en sus planes?
—Y tú… ¿llegaste a darte cuenta de algo? —inquirió con muchas ganas de saber mi respuesta. 
—Si fuera sabido algo de toda esta mierda desde el primer instante te fuera clavado un tiro entre ceja y ceja.
Soltó a reír a carcajadas.
—Era de suponerse, no es por nada, pero soy muy bueno en lo que hago —rio una vez más—. ¿Tú quién pensabas que te enviaba los mensajes de texto y demás?, ¿Quién creíste que coloco el diario de Abigail donde lo encontraste, el que te facilito tantas pistas y pruebas? —llegué a un punto donde mis oídos zumbaron y ya no escuché nada de lo que decía—. ¿Recuerdas al hombre que visitó a Aníbal en un estado crítico? Bueno, ese era yo quien deseaba verte. 
Si todo lo que estaba diciendo era cierto entonces Gustavo también es…
—¡Ante ti tienes al héroe de tu misión, al peligroso ángel! —todos sus hombres rompieron en aplausos a la vez que se colocaba de pie haciendo falsas reverencias—. Desde que Román me habló de una tal Anastasia la fiché y me encontré con la sorpresa de que se trataba de mi mujer…
—¡No soy tu mujer! —Grité para que lo entendiera de una buena vez por todas—. No tienes la mínima idea de todo lo que sufrí con tu supuesta muerte. Todo a lo que me enfrenté día y noche para superarte y vengarte, y sorpresa, ¡todas mis lágrimas y sufrimientos fueron en vano porque él infeliz a quien le lloré no solo está vivo, si no que ahora es un maldito traficante!
—Señor, tenemos que salir de aquí —apareció Luciano—. La DEA está acabando con todos nuestros hombres y en menos de nada los tendremos frente a nuestras narices. 
—Ya estoy terminando, Luciano —se vuelve hacia mí—. Por cierto, creo que ustedes no se conocen, bueno, por lo menos no como se debe —acercó al mayor de los Moore—. Luciano, ella es Carmín, mi mujer y futura madre de mis hijos —aparté la cara, solo la idea me repugnaba—. Ana, él es Luciano, mi ejecutor y responsable del asesinato de tu querido Esteban. 
Tan solo escuché esas últimas palabras le di paso a un ser que se apodero de mi alma queriéndose llenar las manos de la sangre de Luciano Moore. Todo ocurrió tan rápido que solo logré propinarle un puñetazo que lo arrojó al suelo con la boca rota antes de que los hombres de Gustavo se abalanzaran sobre mi impidiendo que tomara el arma y los matara a todos.
—¡Eres un maldito asesino, Luciano! ¡¿Cómo te atreviste?! ¡Pedazo de escoria! —Por más que intenté soltarme y acabarlo con mis propias manos no pude, los tres hombres que me sujetaban tenían mucha fuerza. 
—¡Tu, cierra la boca! —se incorporó limpiándose con la muñeca la sangre que salía de sus labios—. Te atreves a reprocharme cuando solo eras una ¡maldita infiltrada! —me encaró lleno de rabia—. Si me fuera dado cuenta desde antes ahorita mismo le estuvieras haciendo compañía a tu amigo en el infierno.      
—En eso si tiene razón —habló Gustavo—. Conociendo lo impulsivo que es Luciano, si fuera estado al tanto de que te infiltraste en su casa para acabar con su familia te fuera rebanado el cuello en menos de lo que canta un gallo. Carmín, deberías de agradecerme por quedarme callado, me debes la vida.  
Cuatro balas llegaron a nuestro sitio acabando con la vida del hombre que observaba por el balcón. Todos nos tiramos al suelo y aproveché el descuido del hombre que tenía a mi lado desarmándolo en cuestión de segundo acabando con su vida y la de sus compañeros a mi lado. No perdí tiempo; me volví hacia Gustavo y sin pensarlo solté dos disparos que recibió Luciano quien se sacrificó por su líder. 
«vaya loco»
—Baja el arma —me apuntó Gustavo.
—Oblígame. —Lo reté—. De aquí uno de los dos sale muerto ¿y adivina? No seré yo. 
Sus labios se curvearon 
—Se nota que no sabes con quien estás hablando… 
—Sí, fíjate que si lo sé —le hice frente—. Le hablo a la porquería más grande que mis ojos han visto y a la que juro desaparecer. 
No esperé más y solté cuanto disparo salió de la pistola; una presión en mi hombro me detuvo y el líquido carmesí se deslizó por mi brazo. Palidecí frente al hombre tiroteado que aun sostenía su alma arriba. Sentí el mismo impacto en mi abdomen junto a un dolor punzante y en cuestión de nada todo se volvió negro.
*** 

Recuerdo que abrí los ojos en una habitación de hospital, desorientada y confundida. Traté de incorporarme, pero un brazo me lo impidió devolviéndome a la camilla. 
—Ni lo pienses —reconocí la voz de Christian y levanté la vista hallándolo detrás de la enfermera que me ayudaba a recostarme—. Estas muy débil, debes descansar. 
—¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Dos días —respondió—. Y si tratas de levantarte te mandaré a sedar por un mes.
Le pregunté lo único que pasó por mi cabeza.
—¿Qué sucedió con Gustavo?, ¿lo maté? 
—No —dijo serio—. Pero lo dejaste casi muerto —se acercó más a mí—. Le propinaste ocho tiros, en estos momentos se encuentra recuperándose. Desde ya te digo que si sobrevive no será el mismo, le destruiste varios órganos y quebraste muchos de sus huesos. 
—Se lo merece por perro. Nos engañó a todos. 
—Sí, ya estoy al tanto de todo y tomaremos cartas en el asunto. Ahora solo concéntrate en recuperarte y deja todo lo demás en mis manos. 
Ya todo había acabado. La razón por la que me esforcé con tanto empeño y me uní a la DEA se había completado, ya no tenía la menor idea de que iba hacer ahora en adelante.
Los días pasaron y con ellos mi recuperación, me dieron de alta a las pocas semanas de haber ingresado y continúe con el reposo en mi viejo departamento el cual no visitaba desde que había entrado a la misión Moore. Ya sola en mi hogar me permití llorar desconsoladamente soltando todo aquello que me afligía; la soledad, la mentira, los recuerdos con mi mejor amigo, Miguel y las mentiras de Gustavo. Fueron tantas cosas en tan poco tiempo en las cuales hubieron más perdidas que ganancias. ¿Qué gané? Nada, una verdad que si fuera estado en mis manos jamás fuera intentado descubrir. 
El poco tiempo que permanecí en el apartamento lo aproveché para empacar todas mis cosas en mis maletas, desde hace días estuvo circulando en mi cabeza una idea y decidí darle rienda suelta…
En cuanto lo que había pasado me prometí a mí misma no hablar de ello; ni de Aníbal que se encontraba preso, ni de Luciano quien había muerto, ni de Rosa quien estaba loca, ni de Miguel que estuvo negociando con la DEA su libertad (la cual me negué en saber en qué había acabado), ni mucho menos de Gustavo quien se iba a pudrir en prisión. 
Arrastré las maletas por la central adentrándome en la oficina de Christian.
—¿Se puede? —dejé las maletas a un lado de la puerta.
—Ya estas adentro —me reparó alternando la vista entre las maletas y yo—. ¿y eso, te vas de vacaciones? 
—No —me acerqué a su escritorio— me voy, ya no trabajaré más para la central —dejé mi placa sobre la rígida madera—. Siempre estaré agradecida contigo por haberme extendido la mano cuando más la necesité. Eres un gran amigo y un excelente ser humano. 
Me envolvió entre sus brazos estrechándome a su cuerpo con fuerza.
—¿Segura que se quiere ir, agente Carmín? —me pregunto sin soltarme. 
—Efectivamente, elegí este camino con una sola meta y ahora que la cumplí me toca buscar nuevos horizontes. Si me quedo no me sentiré comprometida con el trabajo, antes tenía algo que me motivaba… venganza. Ahora no tengo nada que me obligue a quedarme.   
—Te voy a echar de menos —besó mi frente—. Digas lo que digas siempre serás una de mis mejores agentes. Y pues, no me queda más que desearte suerte.
Lo volví a abrazar y antes de abandonar la central dejé todos los recuerdos encerrados en mi vieja oficina; mi sufrimiento, las peleas, los enfrentamientos, las misiones, las pocas amistades, los amoríos y todo lo vivido en aquella etapa de mi vida.
Me esperaba una nueva vida. La oportunidad de escribir una nueva historia. Haciendo y viviendo lo que me gusta hacer…
Apartir de ese instante nació una nueva Carmín.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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