LA BÚSQUEDA

Salí a hacer mis compras habituales. En aquel trayecto, cuando me dirigía a la tienda de armas y herramientas encontré a muchos hombres gritando los nombres de los que tenía guardados en mi casa. Al seguir caminando me topé con mi amigo Hal.

Hal me dijo; ¡Bob! Yo lo miré con fijeza a los ojos, por ende le dije. ¡Amigo!

En consecuencia noté una desesperación revuelta con afligimiento en la cara de mi amigo, por lo que sigue me dijo. Se ha perdido mi hijo con unos amiguitos de él. ¿No los has visto por ahí jugando?

Yo, teniendo cara de asombro le dije; no es posible que hayan desaparecido. Me cuesta creer que existan más desapariciones, estoy seguro que han de estar jugando por ahí.

Hal me respondió. Encontramos a Emma, solo a ella, pero no sabemos qué le pasa, ha perdido la voz y solo lo único que puede hacer es llorar. Intentamos de todas las maneras que pudiera decirnos que pasó con el resto con los que ella estaba jugando, pero ha perdido la razón. No puede hablar, perdió la voz y por todo el esfuerzo que hagamos no podemos lograr que ella pueda decir tan solo una misera palabra.

Quedé mirando a Hal con fijeza permanente a los ojos y le dije. Este mundo está jodido, mi buen amigo Hal. ¿Qué está pasando? ¿Es muy raro lo que acontece en mi antes tranquilo Derry? Me apena mucho que en Derry pasen acontecimientos tan horribles. A Wyatt lo mataron de una forma tan espeluznante. Mis padres desaparecieron y los he buscado por todos lados y aún no los encuentro. Hal, te entiendo más que nadie en el mundo, comprendo tu desesperación y sufrimiento. ¡Derry ha caído en una súbita maldición! Debemos de entrar en fuertes oraciones para poder liberarnos de esta maldita opresión que nos atormenta, estruja nuestros corazones y opaca nuestras almas.

-¿A dónde vas? Preguntó Hal.

Voy a comprar unas tijeras para podar las ramas de mis árboles. Están hechos un desastre.

Ah. Bueno, supongo que vas a donde Jude. Es el negocio más completo que existe. Tiene desde armas y hasta un diminuto tornillo.

-Exacto. Ahí mismo voy. Solo que su nombre, bueno, no lo conocía. No me gusta por ahí andar preguntando nombres. Veo caras y para mí es más que suficiente.

A continuación Hal me dio un papel donde tenía escrito: Se busca a mi hijo Oliver, el heredero de la hacienda Maylin. Como también a Noah, Mateo, Sebastián, Dylan, Ian, Ethan, y William. Si tienes alguna información no dudes en hablar con el encargado de este local. Quedo muy agradecido. Se ofrece una jugosa recompensa.

Es ridículo que hayan desaparecido así por así, tienen que estar por ahí haciendo travesuras.. Yo de más pequeño me desaparecía mucho más tiempo y nadie ponía carteles por mi desaparición. Todos los niños son así. A veces no miden el tiempo. Luego cuando vi a Hal que estaba a punto de llorar, le dije. Te pido perdón. Me he portado de forma insensible. Noto en tu rostro una cara de afligimiento que no había notado antes.

Él me respondió; solo pídele de favor a Jude que si sabe de algo me avise de inmediato. Van muchos forasteros a su local. Dile que soy capaz de ceder por fortuna hasta mi propia hacienda a alguien que lo encuentre. Siempre y cuando no esté vinculado en el delito.

Voy a ayudarte en lo que más pueda, mi buen amigo. Después de toda su persistencia me hizo tener empatía. Agarré su cartel, le puse una mano en el hombro izquierdo, le di varios toques y le dije. Después de hacer mi compra los voy a acompañar en su búsqueda.

—¿A dónde se dirigen? Le pregunté.

Nos dirigimos al bosque, pero vamos a entrar por la vía de Balltrom.

¿Ah, van a entrar por Balltrom? Bueno, tienen que llevar varias lámparas de queroseno. Llevamos eso y también escopetas para alejar a los coyotes.

Ok. Iré con ustedes. Me esperan que yo no demoro mucho y los ayudo para dar con sus ubicaciones.

Me fui en dirección a Jude. El piso estaba adoquinado y algunas casas también tenían piedras lujosas como decoración en sus paredes. Los letreros eran similares a los del viejo oeste. El lugar era muy concurrido. Al llegar a donde Jude. Aquel gordito fue el que me vendió mi escopeta junto a mi arco con flechas. Le hice un gesto con la mano y le dije; Hal me dijo si le puedes dejar pegar este comunicado en el exterior de tu negocio.

Jude lo revisó y me dijo. ¡Qué terrible tragedia! Desaparecieron igual que tus padres.

Si, que mala situación estamos viviendo. Derry ha caído en una terrible maldición.

Jude suspiró y me dio una goma. Agarré el frasco y lo unté en el grueso papel, a continuación puse el comunicado cerca de la entrada.

De repente como nunca antes vi gente entrar a donde Jude para comprar todo tipo de armas.

Dentro de la tienda de armas, dos hombres conversaban. Afuera, el empedrado de las calles relucía tras una breve llovizna, mientras la vida continuaba con su rutina indiferente. En el interior, el aire olía a metal, aceite y madera envejecida; las estanterías exhibían relucientes fusiles, revólveres de empuñadura pulida y cajas de municiones apiladas.

El mayor de los dos, un hombre de cabello blanco y rostro surcado por los años, apoyaba una mano en el mostrador de roble. Sus dedos tamborileaban con un ritmo contenido, mientras sus ojos permanecían fijos en el joven que tenía enfrente. Su voz, cuando habló, sonó firme y cargada de una resolución helada:

—Si alguien pretende secuestrar a mi nieto, le pondré una bala en la cabeza sin dudarlo. Prefiero ir a la cárcel antes de estar buscando a mi nieto por todas partes con desesperación.

El más joven, de mirada intensa y gesto tenso, asintió sin apartar la mano de su pistola enfundada. Sus palabras brotaron con igual convicción:

—Yo igual. Por mi hija no dudaría en vaciar todo el alimentador de mi pistola.

Luego, como si el peso de la realidad intentara abrir un resquicio entre tanta rabia contenida, añadió:

—Aunque también estamos sacando suposiciones de que fueron secuestrados... quizás se perdieron en el bosque.