Al llegar la mañana preparé el corazón de Oliver con bastante ajo y saqué unas costillas. Las corté con el hacha y las asé. Estuvieron deliciosas.
Fui al mercado a hacer unas compras vestido como payaso, anteriormente había escrito un letrero que decía: Soy payaso profesional. Ofrezco mis servicios para todo tipo de cumpleaños y para cualquier otro tipo de festividad.
En el trayecto de mi camino me encontré con una mujer de cabello negro que iba con dos chiquillas a sus costados. Una chica de cabello castaño claro y otra de cabello negro. La niña de cabello oscuro se aferró a su madre y la jaló del brazo. La mamá intentaba calmarla, pero ella no podía hacer que detuviera sus impulsos nerviosos.
Ah, hola, me dijo la mamá de la niña, Emma le tiene un terror a los payasos. Cuánta pena, señor.
Ah, pero espere, usted es el que asistió a la fiesta de Hal. La niña hasta mientras hacía el ademán de querer gritar, pero emitía unos gemidos extraños y desesperados que salían de su boca. La niña se trataba de Emma. Ella salió corriendo y la hermana fue tras ella. Persiguiendo a Emma como si estuvieran jugando a las atrapadas. No dejes que Emma cruce la calle, Abigail. Gritó La mamá de las niñas.
Perdona es que mi hija Emma le ha cogido un terror a los payasos.
—¿Y eso a que se debe? Dije yo indagando.
No lo sé, me dijo la señora de bonitas piernas torneadas. Sus labios eran gruesos, y sus ojos eran bonitos, de un color marrón claro. Su piel era inmaculada y perfecta. La señora me dejó deslumbrado con su belleza natural. Incluso me parecía más bella que Lorraine, la mujer francesa de mi buen amigo Hal.
Yo le dije a la señora, no tiene porque temer su hija. Los payasos solo estamos disfrazados, nada de lo que aparentamos es real.
Ella me formó una bonita sonrisa y me dijo; tiene razón. El trauma de mi hija es incomprensible por mí en todos los aspectos. Perdió el habla y es lo que me apena de mi hermosa hija, ya no habla para nada. Pensé que primero estaba jugando, pero no. No se atreve a decir ni una sola palabra tan siquiera. He intentado preguntarle por los otros niños pero ni siquiera supe si ella estuvo con ellos. A veces se va al lado de mi casa donde vive su amiguita. Pensé que estaba ahí cuando desapareció. Pero unos boquiflojas dicen que la vieron con los niños desaparecidos, y la verdad es que ya no sé ni en qué creer. Solo sé que han buscado a los desaparecidos por todos lados.
—Qué pena que hayan desaparecido. No hay que dejar a los niños solos. Hay que cuidarlos como si fueran oro.
—Tiene razón, buen hombre.
—Siento pena por usted, señora. Más por su hija que nos teme sin razón alguna.
—Es igual que las enfermedades, buen hombre. Nunca sabemos nada de ellas hasta que solo aparecen de la nada. El doctor me dijo que quizás Emma se golpeó fuerte en la cabeza, y tuvo una contusión en su cerebro que aquello le hizo perder el habla.
Cuando Abigail trajo a Emma de regreso. Ella tenía puesta como vestimenta un vestido de cuadros azules con líneas amarillas que le llegaba hasta unos centímetros debajo de sus rodillas, pero se rehusaba a estar frente a mí. La niña entonces se orinó. Uy, no, ¡Emma, que vergüenza! Dijo su madre. Cuánto lo siento, señor. Mi hija últimamente ha tenido un comportamiento incomprensible, le pido Perdón.
Yo le dije a la señora. Tranquila que yo le quiero decir unas cosas a su hija. ¿Puedo?
—Sí, adelante me dijo la señora.
Me acerqué a Emma y le dije: Hola, Emma. Yo soy un payaso bueno. Todos los payasos lo somos. No existen los payasos malos, mira, se trata de un simple disfraz, lo ves. Tú me has visto anteriormente sin maquillaje cuando fui a donde mi amigo Hal para presentar mi show. Soy humano, no soy un monstruo. No tienes por qué temer. ¿Si lo entiendes? Emma asintió y acto seguido se desmayó cayendo entre mis brazos. La mamá fue a recoger a su hija y le dije. ¡Cuánto lo siento, tan solo intentaba ayudar!
No, no lo sienta, me dijo ella. No es su culpa, usted hizo lo que pudo.
Me quedé esperando en aquel lugar por si acaso me llegara un cliente, quizás podría hallar a alguien que se halle interesado en mis servicios de payaso, pero entonces me di cuenta que a nadie le interesaba mis servicios. Quizá se corrió el rumor que mi show en la casa de mi amigo Hal fue un fracaso. Fui a casa y ahora tenía que pensar en el almuerzo. La carne de Oliver es buena, pero ya estaba empezando a fastidiarme.
Llegué a casa para quitarme el maquillaje, después empecé a podar varios de mis árboles y por lo consiguiente me dirigí hacia la casa de mi buen amigo Hal. Él me recibió de forma amable al igual que su esposa Lorraine. Ambos se portaron muy gentiles. Le dije a Hal. ¿Cómo va la búsqueda?
Hasta ahora no ha tenido éxito. El sheriff está al tanto haciendo las respectivas indagaciones.
Espero que este sufrimiento se acabe pronto y los niños aparezcan; dijo Lorraine rompiendo en llanto. Hal le estaba frotando la espalda a Lorraine como si se tratara de una lámpara mágica y le decía; ya cariño. Lo vamos a encontrar, ten fe. En aquel momento casi se me sale una carcajada, pero pude resistir y solo mostré en mi rostro una minúscula sonrisa. En consecuencia vi derramar lagrimitas a mi amigo Hal. Trataba de demostrar fortaleza, pero su rostro se estaba cayendo en picada.
Hal me enseñó letreros de todos los niños, pero esta vez con imágenes dibujadas. ¿Quieres ayudarnos? Me preguntó.
—Yo le respondí; por supuesto que sí.
Así salimos a pegar las imágenes de los niños en las paredes de las casas que nos permitían a que peguemos. El letrero tenía escrito: Se buscan y se ofrece una jugosa recompensa al que los encuentre. Estoy dispuesto a regalar mi hacienda millonaria con todos los bienes de mi casa si encuentran a mi hijo Oliver.
La cabeza me daba vueltas. Quería cobrar esa jugosa recompensa, pero por más que estuve pensando no hallaba la manera en que pudieran pagarme por él. El letrero debe especificar si también le sirve aunque sea unas cuantas partes de él para poderlo enterrar. Cómo les podría decir que su amigo lo tiene en casa. No tiene ninguna lógica. Creo que me doy por vencido, no existe manera en que pueda cobrar dicha recompensa. Estoy falto de dinero. Esa fortuna me sería de mucha ayuda.