Pasamos la Navidad en casa, solos. No sé muy bien por qué, solo sé que las cosas no han estado del todo bien últimamente. A veces hay momentos en los que la familia se siente un poco más callada, como si todos cargáramos algo que no sabemos decir. Y yo… yo solo intento entender, aunque muchas veces no entiendo ni una mierda.
Papá dijo que en enero me iba a comprar la laptop. Lo dijo tranquilo, como si fuera algo normal, y eso me dio un poco de ilusión. No sé qué día será, pero está bien, no tengo prisa.
Mi hermana me regaló un libro que se llama “Al final mueren los dos”, y está genial, aunque me lo dio hasta el seis de enero. Me dio risa, fue como si el regalo hubiera esperado el momento justo para llegar. A veces las cosas tardan, pero llegan.
El 27 de diciembre vinieron todos: mis tíos, mis primos, la casa se llenó de ruido, de risas, de olor a comida. Fue bonito tenerlos ahí, sentir ese calor que solo la familia puede dar. Aunque, como siempre, también hubo algunos regaños y momentos tensos, nada grave, solo cosas que pasan cuando hay tanta gente junta. Lo bueno es que, al final, todos terminamos riéndonos de algo.
También me equivoqué con algo tonto: confundí el cumpleaños de Omar con el de Nadia. Vi fotos de la XV de Nadia, se veía preciosa, con un vestido increíble. Me dio un poco de nostalgia, no lo voy a negar. Me hubiera gustado estar ahí, verla, hablarle, decirle lo que nunca dije. Si mamá supiera que no quise una fiesta de XV porque Nadia no iba a ser mi dama de honor, seguro se reiría, o tal vez no lo entendería, pero no porque sea mala, sino porque hay cosas que solo uno siente en silencio. A veces pienso en Nadia y me pregunto si aún se acuerda de mí, si de vez en cuando pasa por su cabeza algún recuerdo nuestro. Tal vez sí, tal vez no. Supongo que ella me rompió el corazón, aunque ya ni siquiera duele tanto, solo pesa. Después de eso, me cuesta un poco confiar. No sé si en todos o en nadie, pero a veces me da miedo que la gente se canse, que un día decidan irse. Mis amigos están, y los quiero, pero hay algo en mí que no deja de pensar que algún día todo cambiará. Que, como siempre, todos se irán.
“Yo antes de morir, quisiera volver a sentir lo que era tener a todos conmigo, sin miedos, sin ausencias, sin pensar que algún día todos se irán.”
