Cae la lluvia y mis ojos fueron abiertos,
De las fuentes brotaba el agua y de mis mejillas lágrimas,
Los ríos fluían y se estremecían junto con mi voz,
Hundí mi rostro en la inmersa extensión de los melancólicos mares
donde me ahogaba en mis pesares.
Puse mi mano sobre tu foto y mis dedos acariciaron el ángulo de tu rostro,
Extendí mi mano y abrí tu carta,
Leí los versos y no quedó uno que no tuviera el sello de mi mirada,
Y con mi lengua vacilé el dolor, pero mi corazón no calló.
Esa rosa hoy adorna esa trágica caja en tu funeral
el recuerdo de hace un año que parece el amanecer del día de ayer.
Esos tiempos cuando te amaba y estabas conmigo,
quedan ahora relegados a esa caja con el anillo.