Un ¡bip! rimbombaba en el vacío de la desesperación
sus padres no entendían ese dolor
pero tal mal se coló entre sus huesos
haciéndolo indetectable y tormentoso.
Un pequeño ángel cayó en enfermedad
el cielo lloró sobre su cabeza
la inmortalidad padeció
su aura se desvaneció.
Lo rodearon tablas en vez de nubes,
moró entre los muertos y no con las estrellas,
su luz la aspiró el vacío que nunca sacia su hambre;
corrompido fue por la muerte.
Mas esa inocencia se preservó
cuando al llegar a casa su madre
reparó en los juguetes en el piso.
Sin un niño para jugar en el baúl los fueron a guardar.
"Adiós", dijo vestido de blanco a su lado
"Adiós", tomó su caballito de madera
"Adiós", sin que ellos se dieran cuenta
"Adiós", se abrió el cielo, "pero no por mucho tiempo"
"Los amo".