Casualidad
Estoy sentado al frente de su cuerpo.
Ella tiene pelo negro y sus ojos grandes.
El aroma a café corre por su mirada cálida
y sutil.
Tiene el alma destrozada, pero no lo demuestra.
Sonríe a la gente que la intimida.
Sonríe por compromiso a no quedar
como una imagen del cristo herido.
Toma de su taza de café,
mira a la multitud que la rodea,
se siente atrapada en la sociedad oscura.
Siente la mirada del morbo, del deseo carnal.
Es un ángel perdido en un exilio de lo inmortal.
Me mira.
Yo solo estoy ahí como un niño
tímido y asustado.
De sus grandes ojos brota una lagrima.
Me duele.
Me acorrala en su asunto.
Tiene miedo al igual que yo.
Estamos igual.
La desesperación de la soledad nos aflige.
Yo también lloro, y no se por que.
Nos miramos y nos atrapamos.
Cuanto hubiese deseado acércame a ella,
y abrazarla sin razón ni motivo.
Sin indiferencias.
Sin necesidad de evocar alguna palabra.
Ella se levanta y se retira.
Yo solo miro su bella en silencio.
Pero algo claro me dejo al ver su mirada.
Promete que nos volveremos a topar
una vez mas.