Se puso los tacones, la mini falda y ató su pelo en una cola alta.
Se sentía hermosa después de mucho tiempo, pero más allá de los piropos comentados por algún albañil... las miradas femeninas la atacaron de principio a fin. Parecía ser presa nueva; piel tersa para las glaciales pupilas.
"Mira a esa perra cómo va vestida"
En medio de los murmullos de sus hermanas se sintió una pequeña cucaracha pisoteada. Al llegar frente al espejo se borró el bien trabajado maquillaje, sobre la tapa del inodoro botó algunas lágrimas sintiéndose culpable.
¿Por qué sus iguales la despellejaban viva?
La respuesta es clara: Sólo por ser bonita.
Nunca comprendí la razón del porque entre las mujeres nos odiamos, envidiamos, incluso sin conocernos. Después de meditarlo por un tiempo, entendí muchas cosas. Y no es solo con el sexo femenino, es con todos en general, la respuesta a todo esto es clara: Ego.
Nos creemos imparables y superior a los demás, tanto que no podemos soportar el hecho de ver a alguien más brillar.
Pero cuando empezamos a ver nuestros propios defectos y corregirlos, nos volvemos humildes y más humanos. Nos alegramos por el brillo que desprenden los demás.