Después de los veranos y los inviernos, ¿seguirás amándome?
Después de que los humanos sobrepoblemos la tierra y el plástico acabe con la vida marina, ¿me pensarás?
Después de que tus dedos se hagan débiles, tu voz ronca, tan áspera como una lija, ¿me buscarás?
Después de que te hagas experimentado con miles de amores y caminos, ¿me recordarás?
Cuando cuente cada una de las constelaciones que se forman en tu piel, y tus cabellos se hagan blancos como nieve, ¿seguiré siendo bonita?
Cuando pase el mes y tus ilusiones se debiliten, tus secretos te carcoman y tú química se acabe, ¿los besos seguirán siendo tan profundos?
Si te doy el 50% de mi confianza, ¿mi corazón se mantendrá intacto?
¡Hola! Sí, llevo semanas si actualizar... ya lo sé, ya lo sé. Lo que sucedió fue que era carnaval en mi país y me tomé vacaciones para estar con el gato 7u7r ya tu sabe, después me enfermé y aun sigo enferma de gripe. Y no, no es coronavirus así que no me chifeen.
A lo que voy...
Confianza.
Cuando somos capaces de creer en nosotros mismos pero no en el amor hacia los demás. Y no es inseguridad propia, es miedo a ser dañado otra vez... y es por eso que nos hacemos esas preguntas mentales con aquellos que logran movernos (como quien dice) el piso. Tenemos miedo porque más allá de todo estamos decepcionados, decepcionados de fallar en el amor y que nos vean como fichas de damas. Pero no es hasta que nos encontramos con la persona correcta, que nos damos cuenta de que cada una de esas dudas se van respondiendo solas, y más cuando dejamos correr el tiempo, es decir, cuando los años te digan que tan fuerte ha llegado a ser tu relación.