Sigo sentada frente al ordenador con la esperanza de que llegue la luz e ilumine esta mente que se jacta de creadora y escritora, pero por más que lo intento y haga el ambiente más ameno no lo logro las palabras se quedan estancadas en la punta de mi lengua y las pupilas de mis ojos oscuros.
Se quedan estáticas como los vellos de mis brazos cuando paso cerca de la pantalla de un televisor viejo. Me sorprendo al ver la hora y darme cuenta de que he estado aquí sentada durante doce horas y sigo sin poder iniciar lo que parece el ensayo más difícil de mi vida. No lo comprendo pues soy quien siempre tiene algo para escribir y porque escribir, y justo ahora a escasas horas de publicar las palabras se quedan ahí.
Si tomara una ducha tal vez lo conseguiría, si bebiera una copa de vino puede que lo lograría, pero siento que es un camino que no debo tomar por lo que seguí luego de alguna de ellas. Comienzo a moverme de manera lateral sin girar por completo la silla empresarial rotatoria con la esperanza de que al mirar hacia el foco que hace enceguecer un poco mis ojos me alumbre en esta penumbra de la cual no puedo salir. Se acerca el toro y estoy segura de que si no pongo de mi parte me corneará.
Me siento justo como la chica de aquella película en donde casi pierde al hombre que ama en aquella monta de toros pero por el contrario solo soy yo viéndome en primera fila desde las gradas como mi vida peligra. Como mi vida estudiantil peligra ante dicho bloqueo.
Estoy bloqueada y de la peor manera que puede existir en el mundo de una persona que parece tener las palabras correctas para cada ocasión. Siento mi respiración temblar y volverse espesa y quemadora por no poder hallar la solución a lo que antes dos cuartillas significaban nada. Quiero la ducha que tanto anhelo como también quiero pero sobre todo anhelo ser iluminada por dicha luz de la creatividad divina que me haga poder terminar lo que considero mi mayor temor. El ensayo feroz con relleno de sobra e innecesario.
Pensara que es ilógico que me encuentre escribiendo algo que siento con la mayor facilidad en vez de escribir solo dos cuartillas, pero compréndame lector desconocido que parece ser que mi situación amerita desahogarme en la frustración de una situación cotidiana en el profundo mar de letras por el que me veo rodeada y que con frecuencia parezco flotar sin el temor a poderme hundir. No lo puedo conseguir y eso me saca de una casilla para llevarme a la frustración irracional donde me hace pensar porque sigo presenciando las clases en vez de solo rendirme.
Es el monstruo temible de mi vida, pues propicia la llegada de un toro al que siempre temo y que no siempre logro librar. Soy la simple mancha de tinta a punto de secarse y ser pisoteada por las patas de un animal que amenaza con borrar absolutamente todo.
Mi cabeza duele y se encuentra pendiente de no iniciar un nuevo párrafo con la misma letra que el anterior, pero supongo que son los estragos de algo al que llamo y me expongo diariamente como castigo al no poder plasmar lo que mis ojos, mente y punta de la lengua deberían poder hacer con facilidad. Soy quien se martiriza exponiéndose a un Toro blanco, soy la mancha de tinta en el lienzo blanco a punto de cercarse y formar una figura sin forma por no saber cómo crear arte en forma de palabras.
Soy la chica hecha mancha de tinta que ha sido secada y pisoteada por toro, pero sobre todo soy la que se ha hundido en el mar de letras que antes parecía ser su colchón para dormir.
Soy quien ha iniciado con la misma letra otra vez. Soy hecha mancha de tinta.
-Anónimo.
Buen día lectores, espero que su día sea menos complicado que el anterior en esta cuarentena inacabable pero muy necesaria.
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Editado: 28.04.2020