No lo puedo negar, a mi mente aun llegan los recuerdos esporádicos de la fantasía de un tu y yo juntos. Un juntos que no hace más que desvanecerse en la neblina de la oscuridad de mis sueños.
Quisiera besar de nuevo pecho y sentir lo que en el mío era lo máximo y el punto más alto de la pureza y perfección. El fundirnos en las sombras del amor, amor que me llenaba y e hacia sentirme completa, plena y llena de tranquilidad.
Amarte es un rotundo placer, recordarte doloroso y pensarte desquiciante; pero no olvidando que pensarte, sentirte e incluso amarte parece que se ha vuelto un sueño.
Mismo que no hace más que hacerme cuestionarme en cuan perdida estoy, que el hecho de amarte y negarme el pensar y el pasar de mis días me hace perderme en el abismo del recuerdo que no hace más que crecer y absorber todo lo que tiene a su paso.
Entonces me pregunto ¿Cómo llegar al amanecer?, ¿Cómo beber de aquel elixir de color carmín? Quiero despertar, lo deseo.
Pero no me lo puedo creer, sigo aquí conociéndote más y tomando lo que solo en sueños me das. Quisiera beber la miel de quien ame, bailar al ritmo de movimientos cargados de placer.
Quisiera poseer cuanto poder fuera suficiente para hacerme creer que no es real, y que esa sensación de placer y tranquilidad que envuelve cada centímetro de mi piel no es más que falsedad y creación de mi mente.
Esclava de mis recuerdos despierto y me doy cuenta de que el placer ha sido verte, amarte, poseerte. Poseernos sin el mínimo sentimiento culpa.
-Anónimo.
Lectores, espero disfruten de este relato.
¡Disfrútenlo!
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Editado: 28.04.2020