Ella bebía reflejo de estrella y tú, que estas arriba, anhelabas su toque. Que cruel. Recibía sus cuerpos y absorbía la sangre de sus hijos, con el corazón resquebrajado lloraba aquello que se iba contigo, siempre robando y recibiendo.
Las plegarias y las almas siempre proferidas al cielo, a las divinidades que en ti ocultas, desvergonzadas, escuchando y ensordeciendo.
Pero ambos, ambos eran todo lo constante para una raza como la nuestra, la tierra bajo los pies, el cielo sobre la cabeza, y nosotros, su única e indestructible conexión.
Palabras: 89