Miré medio atontada la sangre en el piso, el golpe todavía me dolía y no podía diferenciar realidad de sueño.
¿El dolor tendría que haber funcionado como despertador no? Quizás hubiera preferido seguir inconsciente si hubiera sabido que cuando levantara la cabeza lo iba a ver en medio de la bañera, la sangre desbordando de los brazos caídos y a un costado estaba ella, realizando cortes sobre un cuerpo que ya no respiraba, totalmente absorta en su labor.
Sabía que estaba muerto y los ojos se me llenaron de lágrimas. Respiraba suave, tratando de no hacer ruido, estaba ahí a escasos pasos, solo necesitaba forcejear sobre las cuerdas flojas para soltarme.
Tres movimiento dolorosos, la cuerda quemando sobre mis muñecas, estaba libre, que dolor. Me acerqué a ella con la cuerda que me había aprisionado y con esta, la enrosqué en su cuello y tiré con fuerza ignorando sus intentos deseperados.
No podía perdonarla, no importa si me iba al infierno, esto era un ojo por ojo.
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