En el susurro de la noche estrellada,
donde el silencio abraza la
te busco en cada sombra, en cada rincón
mi corazón tarde con la misma canción.
Tus ojos son faros que iluminan
en ellos encuentro la razón de querer.
Cada palabra tuya es un verso divino,
un poema eterno que nunca tiene fin.
Tu risa es la melodía que alegra mi día,
como un suave canto que nunca se enfría.
El roce de tus manos es un fuego sutil,
que enciende mi alma, un amor de febrero.
Y aunque la vida nos ponga a prueba,
prometo estar contigo, mi amor, hasta el final.
Porque en cada latido, en cada amanecer.
El amor es un viaje sin mapa ni destino,
donde juntos navegamos, tú y yo, en el camino.
Así, en la danza del tiempo y el espacio,
nuestros corazones laten en un dulce abrazo.